11 de julio de 2010

FINALES








Hace minutos finalizó el Mundial de Fútbol, un campeonato mediocre como lo han sido los últimos cinco.
Pensaba en la última final realmente emotiva, más allá del resultado, que fue la jugada en Italia en 1990 y cavilé:
Football es algo así como la traducción de balompié, convengamos que jugar con los pies es antinatural, la mayoría de los deportes se juegan con la mano como el básquet, tenis, voley, golf, etc. Pegarle bien a la bocha es cosa de pocos.
Recuerdo el programa de televisión “Crease o no” donde presentaban fenómenos paranormales, mostraban artistas que pintaban con los dedos de los pies o tocaban el piano con la nariz, que sé yo. Realizar algo con la extremidad inferior no es tarea fácil. Apretar el embrague o el freno del auto no tiene mucho de artístico. ¿Estamos de acuerdo que realizar algo con los pies es poco común y más aún si es un deporte?
Pensaba también en el proceso de algunos jugadores, un proceso vertiginoso, donde aprenden a pegarle a la pelota, cabecear, pararse en la cancha y  de un día para el otro llegan a primera y son el mejor. El mejor de todos.
En muchos casos vienen de un barrio privado, privado de agua, gas, teléfono y llegan a la cima del mundo. ¡Muchachos!, cualquiera que creció en un barrio sabe de lo que hablo. Un piojo resucitado sin talento que acertó el Prode, cobro un subsidio del Estado, ganó un juicio o la pega con un negocio que le cambia el statu quo deja de saludarte y dice boludeces todos los días, pero no quedan registradas. ¿A veces no entiendo porque tanta mala fariña con el 10?
Diego no es peor que mi vecino de al lado, la diferencia está en que Maradona me dio alegrías y mi vecino no.
Quizás algunos profesionales del fútbol actual ignoren ésta imagen. Es el rostro de alguien que sufría y vivía cada partido. Éste llanto es el mismo que irrumpía cuando el vecino harto de sentir pelotazos en su puerta nos pinchaba la pelota. Veíamos el balón sin vida y las lágrimas corrían por nuestra mejilla. Lejos, muy lejos del fútbol actual. Solo espero que pronto recuperemos la mística, la magia que desparramó el 10 en sus años de gloria en el campo de juego y recuperar el orgullo de vestir la celeste y blanca.