24 de marzo de 2013

ENTRE WALSH





En su última carta redactada el 24 de marzo de 1977, a un año de instalada la Junta Militar, Rodolfo Walsh advirtió que los militares no derrocaban a un gobierno sino la posibilidad del pueblo de vivir en un proceso democrático. Como todos los días al bajar las escaleras del subte línea E me complace ver el reconocimiento a través del nuevo nombre de la estación Entre Ríos - Rodolfo Walsh. 
Me entusiasma por varias razones. Por un lado “Operación Masacre” llegó a mis manos en cuarto año del secundario a través de Héctor Saldaña, profesor de Lengua y Literatura. Lo asimilé unos años después -uno llega a ser grande por lo que lee y no por lo que escribe, decía Borges- y me cambió la cabeza para toda la cosecha. Walsh, se adelantó a su tiempo, dio cuenta del plan sistemático de aniquilamiento y aseguró que la Dictadura “ha despojado a la tortura de su límite en el tiempo”. No se equivocó tampoco al denunciar que el gobierno militar no intervenía como árbitro entre “dos terrorismos” sino como “la fuente misma del terror”. Walsh no dudó en dejar de lado toda su vanidad, y puso toda su vida al servicio de una causa. 

Leer a Walsh es conocer la primera obra de ficción periodística, es la atmósfera que se divisa en un relato denso y sórdido que me cautivó para siempre. Yo no busqué vivir en ésta esquina, la esquina donde mataron a Rodolfo Walsh. ¿Casualidad? Puede ser. Me crié en un barrio llamado Domingo F. Sarmiento, bordeando la General Paz, en el pórtico de La Matanza. Sarmiento y Matanza, ¿otra casualidad?. A los diecinueve años me fui a vivir a la Ciudad Feliz. En mi estadía marplatense alquilaba en la calle Sarmiento (y Falucho). Volví a Buenos Aires y como si el padre del aula me acorralara en este viaje de regreso a la ciudad llegué a la porteñísima avenida San Juan. Ahora vivo a cien metros de la estación "Rodolfo Walsh". Es un orgullo para mí como lector, como admirador suyo, como vecino de San Cristóbal, y como pibe del conurbano seducido por las luces del centro que siempre soñó vivir entre avenidas, bares abiertos hasta tarde y una boca de subte en la cuadra. 
  Vuelvo a Walsh; un decidor, periodista y escritor. El tipo que cifró el modelo de investigación periodística más logrado tanto en Operación Masacre como en el Caso Satanowsky. El hombre que hizo la denuncia más clara y específica contra la dictadura empresario-militar. El intelectual orgánico que detectó la invasión a Bahía de los Cochinos sin recursos técnicos pero con mucha inteligencia, que supo poner en palabras lo que muchos pensaban y pocos decían. ¡Hay que tener huevos para redactar y publicar esa carta Abierta a la Junta Militar!, ¡hay que tener mucho coraje realmente! 
  Cuentan las crónicas que el ex oficial Weber manifestó: “Lo bajamos a Walsh. El hijo de puta se parapetó detrás de un árbol y se defendía con una 22. Lo cagamos a tiros y no se caía el hijo de puta”. Ese árbol debe ser uno de los que está en la vereda de casa, firme… Firme como las convicciones con las que transitan los hombres y cuadros de fuste. Como principio no es poco. Falta mucho por andar, pero por algo hay que recomenzar. La clave para la inmortalidad es principalmente vivir una vida que valga la pena recordar cómo fue la vida y obra de Rodolfo Walsh. Ayer, hoy y siempre a través de sus libros y como cada mañana al bajar las escaleras de su flamante estación.



5 de marzo de 2013

CANDANGA






En Hollywood escasean los guiones y se reeditan historias escritas hace décadas. El comienzo del “veinte-diez” viene a puro remake. 
En el caso de las películas de acción en general y de superhéroes en particular se realizaron varias producciones con personajes de la década del cincuenta y sesenta. Muchas de ellas tuvieron una aceptación inesperada por los más chicos. El año pasado se estrenó “Los Vengadores” -The Avengers-. Todas las historias de los superhéroes juntas en un sólo film. Algo así como La Alianza sin Aitosin sushi. Julián está fascinado con los personajes de los Vengadores. Le compré algunos de los muñecos. Juega con ellos, me compara, me cuenta sobre sus hazañas e insiste que yo no puedo levantar un tanque de guerra como Hulk. 
Hoy al enterarme de la muerte de Chávez en mis ojos habló la tristeza y si de algo sabe mi hijo es de miradas. Me preguntó qué me pasaba. Demoré en contestar, busqué las palabras (no quise mentirle). Recordé como el Comandante Hugo Rafael Chávez Frías le quitó el manejo del petróleo a EEUU. Redistribuyó el ingreso con los sectores más pobres, les dió educación, salud, trabajo y vivienda.
Pensé en todas las pérdidas. Las que atravesamos como hombres, como ciudadanos, como país, como región. Volví a mirarlo a los ojos y sin perder el registro (tiene sólo 4 años) le dije: - papi está triste porque murió un … un hombre que para mucha gente era como un… un superhéroe.
Levantó las cejas. Observó a los muñequitos en sus manos: en la derecha el Capitán América y en la izquierda Iron man. Entrecerró los ojos y con algo de desconfianza me preguntó: -¿ Y cómo se llama?
- Hugo - le respondí. 
Tenía en borrador preparada la siguiente frase. Relacionar Capitán/Comandante con América/Latinoamérica para orientarlo un poco. No fue necesario. Movío sus brazos como escudriñando en el aire. ¡Vaya a saber que preguntas pasarían por su cabecita!... 
- ¿Qué poderes tendrá el tal Hugo?, ¿Será bueno o malo?, ¿Cómo será su traje?, ¿Papá pensará que soy un bebé? 
Julián pegó media vuelta, tenía algo más importante que hacer: seguir jugando. De alguna manera respetó mi silencio.  








* En Venezuela: Candanga = Candela. También es un término utilizado para referirse a hombres combativos o de carácter fuerte.