30 de julio de 2017

MANUAL DE PERDEDORES 29-07-17



FM 107.1 


Manual de Perdedores | Sábado 29 de Julio.


Abrimos el programa con un relato sobre un viaje en la Ruta 2. En Literatura de todas formas hablamos de Pablo Ramos, el escritor que aportó a la literatura argentina una trilogía obligatoria (El origen de la tristeza, 2004; La ley de la ferocidad, 2007; En cinco minutos levántate María, 2010), y conversamos de su obra reciente, quizás la más desgarradora: Hasta que puedas quererte solo y escuchamos a su banda Analfabetos.

La Renga y su regreso a estadios porteños para concluir con el capítulo 43 de este globo de emociones llamado Manual de perdedores.



SI TE PERDISTE EL CAPITULO 43 PODES ESCUCHARLO
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MANUAL DE PERDEDORES 22-07-17


FM 107.1 


Manual de Perdedores | Sábado 22 de Julio.


Abrimos el programa con un relato sobre Cortázar y el boxeo. En Literatura de todas formas hablamos de Mariana Enriquez conocida como parte de la nueva narrativa argentina. Conversamos de los libros “Bajar es lo peor”, “Las cosas que perdimos en el fuego”, “Este es el mar”. En la sección Abrazo de Gol Guille nos trajo "Díganme Ringo”, una biografía de Oscar Natalio Bonavena de Ezequiel Fernández Moores. El cierre con un homenaje a Cuarteles de Invierno de Osvaldo Soriano en la música de Ringo Starr para concluir con el capítulo 42 de este globo de emociones llamado Manual de perdedores.




SI TE PERDISTE EL CAPITULO 42 PODES ESCUCHARLO
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19 de julio de 2017

SIN LÁGRIMAS


CAPÍTULO V


La bati señal me advierte que debo volver. La bati señal no falla, palpita en el pecho. Y hacia allá voy con el ansia de divisar el mar y la voluntad lisiada que pide entre las cuerdas llenarse del suspiro de la costa. Extiendo mi brazo izquierdo con impericia y se me escapa el ticket en el peaje de Hudson. Las cabinas me aciertan a contramano. Soy inservible con mi mano izquierda y con la derecha también. Como decía Roberto Fontanarosa, «tengo dos problemas para jugar al fútbol. Uno es la pierna izquierda. El otro es la pierna derecha.»

- Pa, ¿en qué eras el mejor?
- ¿Qué?
- El mejor. ¿No eras el mejor en algo?
- Dibujaba más o menos bien.

Me cansa ser mayor. ¿Cuando salimos al recreo? ¿Cómo acallamos el dolor? Yo quiero mielcitas, mielcitas, muchas, y salir a jugar. Nadie me dijo que esto sería así. ¡No sé qué mierda es madurar! Solo sé que con los años el pibe de adentro se banca los pelotazos casi sin llorar.

- ¿Y qué más?
- Sabía sacar la sortija.
- ¿Cómo?
- Extendía la mano como blandengue.
- Blan… ¿qué? ¿Cómo recién?
- Así, sueltita y metía el batacazo al final.
- Bata-caso.¡Bata, no te hago caso!

Mi vi trepando por el caballo gris despintado de la calesita de Sarmiento. Yo quería sacar la sortija, girar y girar. Maniobrar un Ford Gran Torino como Hutch, pitar un faso como el «El Rafa» y dejarme crecer el pelo. Me siento estafado. ¿Dónde se puede reclamar? ¡Señores de la Dirección General de Defensa al Consumidor quiero regresar a ser niño y fantasear con ser mayor! Los adultos parecían felices, che. Nunca volví a ser feliz como cuando tenía nueve años, esperaba los dibujitos de las cinco y escuchaba por la ventana "hay orégano, comino, ají molido, pimienta y pimentón... hay orégano, comino..."

- ¿Qué pasó con Ortigoza?
- Se fue del equipo.
- ¿Adónde se va?
- A comer dos platos de ravioles.
- Dale, pa. En serio.
- No sé, Valen. A buscar el peronismo.
- ¡¿Qué?!


                                                                                  ***

La vida debería empezar al revés y dejar la niñez para el final. Quiero que reaparezca mi viejo por la puerta de “El Ideal”. Degustar una porción de muzzarella en La Roldana después de la práctica y caminar por Chilavert a tomar el 80. No interesa cuanto haya que esperarlo si estaba con mi viejo. Ni en pedo quería ir en auto. Íbamos juntos, le contaba todo mi día en el colegio con lujo de detalles. ¡Me sentía tan cuidado, tan mimado! Nada me iba a pasar, nada. Papá estiraba la mano con el poder de Grayskull de un colorado corto y paraba el bondi. Esos quince minutos de viaje eran nuestros.

                                                                                 ***

- ¿Qué es el peronismo?
- El peronismo, es… ¿Qué es lo que vos…
- Yo pregunté, no vale.
- El peronismo es un derecho.
- No entiendo.
- El peronismo no se explica, se siente.
- ¿Cómo San Lorenzo?
-¡Exacto, Puchero! ¡Exactamente! - le dije y quise parar el auto para abrazarlo.



                                                                                      ***

El capataz del sector me explicó que no podían hacer nada.
- ¿Tomaba medicamentos?
- Tomaba - le revelé haciendo la mímica de empinar una copa.
- El cadáver no se descompuso ¿comprende?
- ¡Pero pasaron ocho años!
- Le explico. El alcohol actúa como formol en los tejidos del estómago, en esa zona todavía… No podemos hacer nada ¿me entiende? 
- Entiendo. Sabe que pasa, mi mamá y mi hermana vinieron de Mar de Plata únicamente para la exhumación.
- No la podemos hacer, señor. Lo lamento mucho. No puedo firmar. Si lo sacamos podemos tener problemas.
- ¿Problemas? ¿Por qué?
- Por profanación de tumba, señor.

                                                                                       ***

- ¿Porque somos peronistas, pa?
- Porque ser peronista es un deber, por eso somos peronistas.
-...
- ¿Estás bien?
- ¿Falta mucho? Quiero hacer pis.
- Uy ¡Te pregunte hoy, Valen! Ahora aguantá, papucho.
- Me hago encima.
- ...
- ¿Quedó coca?
- Sí.
- ¿Me das? 
- ¿Y el pis?
- Se me pasó.

                                                                                  ***

Yo sabía que no era delito, además durante dos años, de manera sistemática, llamé para consultar "¿La fila diez la van a levantar?". Tenía que estar atento para que los restos no acaben en fosa común. El tipo pretendía un extra y no sabía cómo pedirlo. Me acerqué hasta la delegación gremial, me tomé dos mates lavados con azúcar. Veinte minutos después, el capataz y un auxiliar hicieron el trabajo sucio.

- ¿Qué dicen?
- Nada ma, ya está resuelto.
- ¿Necesitas plata?
- Sí.

Mi vieja no podía volver y tenía que cerrar el tema si o si. Los compañeros fregotearon hueso por hueso y en una bolsa negra de consorcio metieron todo. De ahí encaramos para la urna de mi abuela que estaba en nicho del otro lado del cementerio. Al ver esa escena, pensé que esa mañana me cristianizaría en alcohólico. 
No estaba solo. Fue vital que estuviera acompañado para soportar ese cuadro tan categórico como real. El objetivo era claro. Cumplir un deseo. Mi viejo pidió estar junto a su madre, cremarlos juntos y esparcir sus cenizas en el mar. Pavada de tarea nos dejó el gordo.

- ¿Cuánto falta?
- 380 kilómetros.
- ¿Cuánto tiempo, pa?
- Cuatro horas, Valentino.

                                                                                    ***


Paramos en la Shell de Dolores a cargar nafta. Vi una mina preciosa, me dió vergüenza cuando la morocha presintió que busqué pasar por delante de ella sin porqués. Recordé lo hermoso que es estar enamorado; cuando estuve aferrado por el hechizo de la sonrisa de una mujer pude olvidarme de la muerte. Solo cuando estuve enamorado mi vida se alejó de la cerrazón. Solo el amor pudo atajar el reloj y aproximarme al regocijo del querer. Cuando me enamoré, no quise volver a ser niño.

Ser niño y jugar. Ser adulto y enamorarse. ¿Ser niño y enamorarse? ¿Ser adulto y jugar? ¡La puta madre! «No se puede todo» me dice una voz con acento cordobés salida de un holograma simil Obi-Wan Kenobi flotando en el parabrisas. 
Mientras Valen dormía me castigué con un compilado de Cafrune. Debería escuchar música electrónica. ¡No te hace extrañar a nadie! Ví el cartel de Vivoratá y no logré angustiarme. ¿Por qué busco sentirme mal con una canción? Después de tres años de análisis, mi terapeuta me cerceno mi costado melancolizado y mi propensión al regodeo. Hizo magia con la angustia y la transformó en dolor. Ahora duele, pero no ahoga. «Así, aun cuando en la vida algún objeto de amor se pierda, podrá vivirse con la dignidad del dolor, pero sin el regodeo en el goce del sufrimiento». ¡Patapufete! En esa sesión memorable hubiese correspondió abonar los honorarios en euros más dos kilos de milanesa de peceto.


- Valen, llegamos. 
- ...
- Despertate, Puchero.
- Pa, pa. La abuel... ¿La llamo a la abuela?
- No, vamos a caer de sorpresa.

Ingresamos por Colón y al doblar por la rotonda de Champagnat sentí que ya no me quedaban lágrimas, «Out of tears». Me asaltó ese alivio que se siente cuando sabés que diste todo y ya no esperás nada. 

- ¡Llegamos! ¿Ves el mar?
- Sí. ¿Podemos meternos?
- No, hijo. ¿Estás loco? Hace mucho frío.
- ¡Pero el agua esta calentita!
- ¡Qué sabes!¡Loquito de la guerra!
- Dale, pa.
- Mirá. Ahí está el abuelo.
- ¿Donde?
- Ahí, ahí descansa.

Bajé bolsos y abrigos, nos abrazamos con mi vieja, Pancho, la familia toda y tomamos unos mates calentitos. Valen jugueteaba con Indio y sus primos; yo me escapé hasta Alfonsina. Me quedé unos minutos contemplando el mar. Camine por la playa en la pesquisa de recuerdos para estimular el lagrimal insumiso, pero ese resorte de búsqueda de dolor que dominaba a la perfección ya no respondía. Concluí que ese día de cielo cerrado el duelo había terminado. Sentí nostalgia de no sentir nostalgia.


Al día siguiente fui a correr temprano. Ví el amanecer en el mar. Desayuné en la Boston. Pedí un café con leche, dos medialunas y una lapicera. Una camarera histórica me reconoció y me acerco una Bic azul, estiré mi brazo con torpeza y se me cayó la birome. Nos reímos al mismo tiempo. No pensaba escribir, pero brotó un párrafo escrito de un tirón: Ahora que el mar te acuna, ahora que cumplimos con tu deseo. Puedo decirte algunas cosas que tenía pendiente. Es la ley de la vida que los hijos despidan a los padres y parece que jamás las leyes tendrán algo que ver con la justicia. Aunque suene cruel, sé que es mejor así. Porque sé que no podrías haber soportado que fuese al revés. Sé que mis hijos van a crecer como si fuesen tuyos. Discúlpame si se me mezclan los verbos. Pero ya habrá tiempo para el pasado perfecto. Me enseñaste a agrandarme en la adversidad y a ser humilde con los que menos tienen; aprender de los que saben y a escapar de los que ignoran y ahora que sos parte del mar cuando intente surfear una nueva ola sabré que estás ahí. Gordo, solo espero hayas encontrado la paz, por mi parte, seguirás estando en mis pensamientos cada mañana que tenga por delante.




Debe haber algo extrañamente sagrado en la sal: está en nuestras lágrimas y en el mar.


Khalil Gibran






18 de julio de 2017

SIN LÁGRIMAS (borrador)




Nadie me dijo que esto sería así.
¡No sé qué mierda es madurar!
Solo sé que con los años el pibe de adentro
se banca los pelotazos casi sin llorar.

Mi vi trepando por el caballo gris
despintado de la calesita de Sarmiento.
Yo quería sacar la sortija, girar y girar
en un Ford Gran Torino como Hutch.

La vida debería empezar al revés
y dejar la niñez para el final.
Quiero que reaparezca mi viejo
por la puerta de “El Ideal”.

Solo cuando estuve enamorado
mi vida se alejó de la cerrazón.
Solo el amor pudo atajar el reloj
y aproximarme al regocijo del querer.

Me cansa ser mayor.
¿Cuando salimos al recreo?
Yo quiero mielcitas, mielcitas,
muchas, y salir a jugar en el mar.





16 de julio de 2017

MARIPOSAS DE MADERA




Cada viernes, cuando el sol se esconde arriba El Guetto con sus discos debajo del brazo y despliega desde las 18 horas en las voces de Vincent y el Señor X el material discográfico que no pulsa en otras radios. 

Hace unas semanas nos alojaron en su morada. Asistimos con la pluma y la palabra intentando decir alguna cosa. El Señor X y Vincent nos convidaron un mate, calidez humana y erudición musical. Pol y yo solo tuvimos que acomodarnos en las sillas y dejar que la charla fluya. Coexistimos como castizos perdedores en el guetto que sin manuales nos instruyeron como albergar a un invitado y dejar que el convidado luzca. De eso se trata, ¿no?, de meter el pase de gol, de prever la jugada con una contemplación bochinesca y ser el Barberon o «la bruja» Reinoso del parloteo radial que empuja la pelota a la red.
¿Cómo ilustrar este arranque con tantos vinilos que han escuchado el Señor X y Vincent? ¿Bob Dylan? ¿Lou Reed? ¿Leonard Cohen? ¿Elvis Costello?

Irrumpe Miguel Peralta, el escritor sin libros. Cuenta la leyenda que Miguel Peralta debe su nombre artístico: Miguel Abuelo, a un libro de Leopoldo Marechal «El Banquete de Severo Arcángelo». Allí el poeta, el intérprete, el último clown quedó impactado por la frase "hijos de los piojos, abuelos de la nada". Brindamos por ese momento tan mentado y prodigioso de nuestra historia, donde la literatura y rock nacional tuvieron uno de sus primeros encuentros. Nosotros, celebramos contar con la presencia de Vincent y el Señor X en la mañana de libros, literatura y discos.






MANUAL DE PERDEDORES 15-07-17

FM 107.1 


Manual de perdedores | sábado 15 de julio.

Programa especial junto a los amigos de El Ghetto. Un lujo compartir el estudio junto a Vincent y el Señor X hablando de libros, recomendaciones de discos, un verdadero elixir para Manual de Perdedores en su entrega número 41.




SI TE PERDISTE EL CAPITULO 41 PODES ESCUCHARLO
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9 de julio de 2017

MANUAL DE PERDEDORES 08-07-17


FM 107.1 


Manual de perdedores | sábado 8 de julio.


Abrimos el programa con un relato sobre historias nacidas en colectivos. En Literatura de todas formas hablamos de Kurt Vonegut, escritor estadounidense que se movió en las arenas del género de la ciencia ficción, la sátira y la comedia negra. Nos visitó Julián Haurat y Guillermo Riccio con quienes charlamos sobre series y unitarios de televisión con grandes guiones que nos tocaron el corazón como «Vulnerables» y «Buscavidas» entre otras. July nos contó cuáles son sus series favoritas demostrando todo el potencial para sumarse al equipo de Manual de Perdedores en su entrega número 40.




SI TE PERDISTE EL CAPITULO 40 PODES ESCUCHARLO
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2 de julio de 2017

DESDE EL AIRE, NO SE VE



Se presentaron los Caballeros de la Quema después de quince años. Vuelven los Ratones Paranoicos con un show en el Hipódromo de Palermo, bandas emblemáticas que acarician una fibra muy potente. Sus canciones forman parte de la banda de sonido de aquellos inaugurales noventas. Así como linkeamos la vida en función de los mundiales; hay festivales, escenarios y vivencias que están adheridas a discos de los Caballeros y los Paranoicos.


Después del agua, más agua

“La 76” fue la última categoría que se sorteó para hacer el servicio militar obligatorio que estaba vigente desde 1904. El caso Carrasco puso fin a una etapa y un decreto del turco lo rubricó. Recuerdo que llegué al Regimiento de La Tablada cagado las patas, ingresé a un pabellón y había un milico veterano que me indicó una mesa donde me sellaron el DNI con la estampa: «Situación Militar Regularizada».
Huí del cuartel como perro con dos colas. ¡Zafé de la colimba, man! Me había salvado de un año de carrera mar, cuerpo a tierra y salto rana. Fui hasta la parada del 620. Me coloqué los auriculares, los enchufe a los walkmans y pelé un cassette grabado: «Manos Vacías», el primer disco de los Caballeros. Al ascender al 28 y cuando alcancé el lado B me quedé sin pilas. Escuchar «Con el agua en los pies» por el conurbano es algo que no puedo borrar de la memoria. 
Años después, Iván Noble se transformó en el adalid de los sin voz con una épica tanguera entre sombras y comanches menemistas devenido en bont vivant. Los fans de Caballeros le exigen un tema como «Patri». A Iván en sus discos solistas le afloran canciones como «Olivia». ¿Qué le vamos hacer? Con la ingenuidad de los niños adulamos a nuestros músicos al grito de “no cambien nunca”. ¡En Internet llegaron a proponer un cacerolazo en la puerta de su casa para evitar que se case con Julieta Ortega!



Mi filosofía es de la calle

Entre el errático «Furtivos» y el mutlipremiado «Fieras Lunáticas» repaso un álbum de transición de la discografía paranoica como «Tómalo o déjalo». El cassette no paró de repiquetear en la pieza del hotel donde paramos en Bariloche en el viaje de egresados, “… A Juana de Arco le hicieron quemar”. Los Ratones Paranoicos fueron el tanque stone local con el que construí mi personalidad en la rebosante pubertad. Pienso en la sorprendente religiosidad empalagosa que acometió la vida del cantante de los Paranoicos en el último tiempo: "Vi a Jesús con la corona y dejé los vicios de un día para otro”. A Juanse no lo juzgo por lo que hizo con su vida, lo juzgo por lo que hizo con la mía. Es muy factible que vuelva a verlos en vivo arañando un pellizco de felicidad.


Cerdos y Peces

Me pregunto si el tiempo endulza los recuerdos y quizás nada sea como lo estoy vertiendo, a lo mejor no haya sido tan así, para mí sí lo fue y eso es lo que importa. Primaveras donde la existencia teñía un paisaje inmortal, donde no nos cabían los chamuyos berretas. Vivíamos en estado de presente. 
Persistentemente vamos a peregrinar por los mismos shows, los mismos temas, las canciones que nos atraviesan. Firme mientras las gentes salen a morir sus vidas, vuelvo a reelegir los discos que nos hicieron felices. Celebro que desanden las bandas y tornen a los escenarios, porque con ellas regresan los buenos tiempos y el recuerdo de quienes se adelantaron en el viaje. Para ser sincero, rebusco en una canción de los Caballeros la senda que perdimos. La trocha de bracear contra las olas. Trepo a mi tabla, entre cerdos y peces, embebido en la efervescencia obstinada de la cultura rock porque somos muchos los que no olvidamos que sólo los peces muertos nadan con la corriente.





1 de julio de 2017

MANUAL DE PERDEDORES 01-07-17


FM 107.1 


Manual de perdedores | sábado 1 de julio.

Para quienes no pudieron escucharlo. Abrimos el programa con un relato sobre la vuelta de los Caballeros y los Ratones. En Literatura de todas formas hablamos de Leonardo Oyola, el escritor que pegó el estirón al oeste del conurbano, con guiños de western y comic. Autor, entre otros, de la novela Kryptonita. Nos visitó el escritor y sociólogo Pio Gammarota que nos contó sobre su primera novela «Buenos Aires no es un paraíso» editado por Textos Intrusos. Una charla que nos transportó a la Italia de mediados del siglo pasado hasta nuestros días con palabras sentidas entre mates y evocaciones. La música con lo último de Los Espíritus. El cierre con un párrafo del mismísimo Oyola a su hijo Ramón y el homenaje dedicado a otro Pocho, el Claudio «Pocho» Lepratti para concluir con el capítulo 39 de este globo de emociones llamado Manual de perdedores.





SI TE PERDISTE EL CAPITULO 39 PODES ESCUCHARLO
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