31 de octubre de 2020

CRUZA EL AMOR

 

"Distante placer, de una mirada

frente a otra esfumándose"



Programa completo: https://www.instagram.com/manualdeperdedores/


30 de octubre de 2020

MANUAL DE PERDEDORES | 30 DE OCTUBRE

 

Capítulo 153

Relato “Hoyuelos en Pacífico”

⏭️ Entrevistas: @natymenstrual escritora, ilustradora y actriz. 

Si faceta creativa encuentra lugar también en el diseño de indumentaria 

(a partir del 8/11 en el pasaje Giuffra San Telmo CABA)

🔼 Discos: La Pesada

 

https://www.instagram.com/manualdeperdedores/










29 de octubre de 2020

MANUAL DE MARACAS

 

Compartimos la charla con el escritor Pablo Ramos en Manual de Perdedores.

La entrevista completa aqui: https://www.instagram.com/p/CHG6SIfA60d/













Ilustración: Sebastián Mulero



25 de octubre de 2020

CHARLA TOWN

 


DANY JIMENEZ VUELVE CON “CHARLA TOWN” EN VORTERIX



Manual de Perdedores conversó con Dany Jimenez. Hombre de radio, conductor, periodista y músico al frente de “Free Anguila”. Desde este lunes 26 de octubre comienza con su nuevo programa #CharlaTown (Lunes a viernes de 13 a 16 hs por Vorterix.com) Con la generosidad que lo caracteriza Dany nos brindó su tiempo y transitamos una charla sin péndulo donde una atmósfera sorprendente traspasó la pantalla.


Por Raúl Haurat

 

En diálogo con el programa radial “Manual de Perdedores” (FM Zoe 107.1) el periodista, músico y conductor Dany Jimenez nos contó sobre sus peculiaridades al momento de escuchar discos, sus rituales al cocinar en la parrilla, las diferencias de ver una banda en un bar o en un festival. Hablamos de las distas entre vocación y profesión. El despertar del periodismo a los veintiséis años en Mar del Plata. El recuerdo de Rock and Pop y los viajes musicales y en avión por el interior del país con “Delicias de un Charlatán”. Su excelente relación con Mario Pergolini y sus sueños cumplidos. Sin reservas no contó su sentir sobre el mundo virtual, la política llevada a las redes y el trap.

 



CUARENTENA

MDP: ¿Extrañas más ir a ver shows en vivo o cubrir festivales?

Dany Jimenez: Lo pensaba el otro día cuando fui a ver el show de Coti (Sorokin) acreditado por Vorterix. Una experiencia particular. Quería estar para ver cómo era esto de ver los shows desde los autos, saber que se sentía y cómo era. Puede que suene tremendo, y sumo algo que decía José Bellas (periodista) en twitter. No sé si extraño tanto la música en vivo como extraño un buen disco. Yo no sé si extraño tanto, no me muero por ir a ver un concierto, por ahí me muero por todo lo de alrededor. Unos cuantos conciertos de los que vengo viendo en el último tiempo, de diez, ¿cuantos me rompen la cabeza? Esa sensación que tenía a los veinte o a los treinta de ver una banda y que se me caiga la cara. No es una cantidad tan grande los artistas que por su mística, por su arrojo o por su fuerza natural me han generado esto. No me muero por ver un show en vivo, me muero por todo lo demás. Aun si voy a trabajar. Salir de mi casa, la entrada, la gente, el ingreso. Estar ahí, esperar, crucigramear la lista canciones que puede llegar a ver. Porque si vamos al caso las bandas también tocan en vivo por streaming. Si lo que querés es ver música en vivo: sacale el público, gente, luces y es música en vivo. Creo que se extraña más el ritual que rodea a un show. La verdad que no sé si hoy tengo tantas cosas para ver. Las bandas nacionales que me gustan las vi, de las más under hasta las más conocidas. Pensá que yo estoy en una edad, casi cerca de los cincuenta donde el fanatismo pasa por otro lugar. El entusiasmo adolescente que te guste alguien, lamentablemente o no, no lo sé, a mí me ha pasado. Ya franqueé ese lugar de adoración. Por ahí voy más al lugar del disfrute, mucho más tranquilo. En los últimos quince años, cuando empecé en Rock and Pop, tuve una afluencia de conciertos por laburo colosal. Fueron muchos shows.

 

“Extraño que alguien

haga diez canciones

que me rompan la cabeza”

 

 

MDP: ¿Llevas una cuenta?

DJ: En quince años habrán sido entre seiscientas y setecientas transmisiones, de las cuales participé arriba del setenta por ciento como conductor. Tengo una cuota de shows para tirar por un tiempo. Extraño que alguien haga diez canciones que me rompan la cabeza.


MDP: Hoy muchos artistas publican simples, una o dos canciones, como en la década del cincuenta. En caso de que vuelva la idea de grabar discos conceptuales, hay tiempo para escuchar diez canciones. ¿Tenemos la paciencia para escuchar diez tracks?

DJ: Tenés que hacerte el lugar. Escuchar durante algún tipo de actividad. Yo trato de buscarlo cuando viajo a la radio, tengo una hora desde Morón a Vorterix o cuando cocino en la parrilla todos los fines de semana.

MDP: ¿Qué cocinas?

DJ: Cualquier cosa. De un chorizo a dos salchichas, un pollo, lo que sea. No soy un hacendado. Me gusta hacer fuego, tengo algo piromaníaco adentro. A veces me pasa que no sé qué escuchar. Yo soy muy hinchapelotas con la situación y conmigo mismo. Si lo que voy a escuchar me va a encontrar mitad con sol y mitad nublado no es lo mismo que lo que vaya a escuchar me agarre todo nublado. Trato de buscar cosas que vayan como un maridaje musical culinario. Si voy a hacer algo a la parrilla de noche voy a algo más rockero. Si es de día voy a algo más soul de los sesenta. Algo más luminoso. Vuelvo a la pregunta sobre si hay tiempo para escuchar un disco completo, quizás a la cuarta o quinta canción me digo “¿falta mucho para que termine el disco?” No es que quiero dejar de escuchar, y eso es un mal de estos tiempos. Un mal que yo no tenía, es una cagada que sea así.

 

PLAYLIST

MDP: ¿Seguís escuchando los discos como lo delinearon los artistas o apelas a las playlist?

DJ: Me cuesta el tema de la playlist antes que el disco. El otro día tenía ganas de escuchar Thin Lizzy y puse un playlist. Los primeros tres temas me gustaron, y ya el quinto tema no sé si tenía ganas de escucharlo. Quité la reproducción natural que me daba lo más escuchado, y me fui al disco “Jailbreak” (1976) Hace unos días me puse a escuchar Las Viudas (e hijas del roque enroll) Había hablado con Mavi Diaz (cantante de la banda) por el curso “Línea de tiempo”*. Me puse a escucharlas directamente desde la reproducción natural porque los discos de “Las viudas” no están. Hay una reversión de 2014 de “Lollipop”, “Ludovica”. Escuché los primeros seis temas y después volví a escuchar esos seis temas. Es una gran contradicción que al tener todo a disposición para escuchar uno encuentre cada vez menos cosas.

 

TIO BIZARRO

MDP: Pensaba en los shows en vivo y la analogía con el folclore de la parrilla. Hacemos el fuego pero no sabemos que vamos a comer. En la adolescencia nos reuníamos con nuestros pares pero no sabíamos que ni a quienes íbamos a ver. Pesaba más la comunión de encontrarse que el hecho artístico. Por trabajo vas a ver bandas solo, ¿cómo es la experiencia?

A mí me cuesta estar solo, ahora con tres hijos no sabes lo que pago por un minuto de soledad –me dice Dany con un sonrisa cómplice “que no me escuche mi mujer y mis hijos”— Cuando no tenía nadie que me banque, decía “vamos a ´Tío Bizarro´ de Burzaco a ver a Fantasmagoria” (lo cual que he hecho) y si no podían o no querían mis amigos, me iba solo. Quizás la parte que no me banco al estar solo es la espera. No soy el gran charlatán individual perdido. Soy muy tímido desde ahí. Es raro que llegue a un bar y me ponga a socializar, salvo que me hablen. No voy a pedir una cerveza en la barra “che, lindo show esta noche, ¿no?” Pero la exploración sigue siendo interesante. Observas. Ver el lugar si no fuiste antes, como están puestas las luces, a veces conozco a los músicos y antes de tocar voy a saludarlos. Toda esa situación me gusta. Solo me la puedo bancar. Es una experiencia para sociabilizar.

MDP: Nombrabas a “Tío Bizarro”, un lugar ínfimo, ¿qué pasa en los festivales al momento de sociabilizar?

DJ: En los festivales uno pierde un montón el foco. Parece que vas a sociabilizar y de paso el concierto. Vas a un evento y de paso tenés la suerte que hay shows— ironiza Dany — De todos modos me cambió mucho la ecuación de los 2000 para acá… 

MDP: ¿Por qué?

DJ: Porque uno estaba acostumbrado a que los shows fueran muy tarde, o después de la una o dos de la mañana. Hoy a las doce se termina todo, y se abre otra aventura: el bar de cerveza artesanal. Me quedan muchas horas para llegar a las seis o siete de la mañana. A veces extraño cierta locura de los noventa.

 



PONER EL CUERPO

MDP: ¿Crees que presenciar un show, saber cómo suena la banda en vivo suma al momento de recibirlos en el estudio, a diferencia de quienes descubren un grupo por una gacetilla de prensa?

DJ: Si. Es inherente al periodismo y a quien le gustan las aventuras, no necesariamente tenes que estar enrolado en el periodismo. En los cursos que puedo llegar a dar, de periodismo y de música, trato de contagiar el espíritu de ir, de acción, de moverse. Ir al ensayo de una banda, después a un concierto, es probable que la entiendas mucho más. No solamente por ver la química que se produce entre los integrantes en ambientes que no son los de un show. Puede ser ensayando o tomando una cerveza a diferencia de lo que uno escucha en un disco. Te hace de una postal más completa, aunque sea imperceptible. La charla que presenciaste sobre pedales entre el guitarrista y el bajista en el ensayo, de alguna manera, aunque no parezca, termina entrando. Creo que todo lo que sea vivencial es importante. Si tenés la vocación, son elementos super jugosos que después podes usar como recurso.


VOCACIÓN Y PROFESIÓN

MDP: Nombraste la vocación. ¿Vocación y profesión son lo mismo?

DJ: No necesariamente. Yo empecé a trabajar tímidamente en prensa a los veinte años. Escribiendo alguna cosita y haciendo radio. La vocación la encontré más adelante, a los veintiséis te diría.

 

“si se puede juntar

la profesión y la vocación,

son momentos

de éxtasis muy grande”

 

MDP: ¿Qué pasó a los veintiséis?

DJ: Fue un Congreso de comunicadores católicos. Estaba en un terciario en Morón que tenía vínculo con la iglesia. Yo cero catolicismo, pero tenía algunos profesores muy interesantes. Era un terciario de periodismo, después termine dando clases ahí. Me parecía estar a la luz y al fuego de Ricardo Krakovsky y Santiago Farrell, dos intelectos muy interesantes y periodistas que me hacían bien y a la postre me hizo bien. Bueno, se armó un Congreso de comunicadores católicos en Mar del Plata, expusieron Magdalena Ruiz Guiñazu, Monseñor Laguna, Nelson Castro, entre otros. Esto debe haber sido en el año 1996. Trabajé en la sala de prensa del Congreso. Esto duró tres días, y la verdad que fueron jornadas de una cagada a palos grandísima, de ocho de la mañana a once de la noche. Terminaba feliz. Tenía ganas de volver apenas me iba, ¡qué loco que tenía ganas de volver a trabajar a algo que recién termina! Ahí me di cuenta que era la vocación que quería seguir.

 

DE DOCK SUD A TRES DE FEBRERO

MDP: ¿Qué otros laburos tuviste?

DJ: Fui fletero durante muchos años. Podría serlo hoy que conozco todo el conurbano. Me mandas sin GPS y voy a Varela, a Tigre, me acostumbré. Fueron como ocho o nueve años de manejar un flete para una empresa todos los días desde las ocho de la mañana y volvía a las cinco de la tarde. Era profesión quizás pero no era mi vocación ¿podía haber seguido? Sí. Pero si se puede juntar la profesión y la vocación, son momentos de éxtasis muy grande. Todo el trabajo previo para llegar a los medios lo disfruté de la misma manera estando ahí o estando en Vorterix. Con el mismo amor, las mismas ganas, la misma pasión, con el mismo profesionalismo como cuando estaba en FM Formidable (FM 96.5 Isidro Casanova) que ahora. Todo ese recorrido te va preparando de otra manera.

 



DELICIAS DEL INTERIOR

MDP: Los años traen práctica y experiencia. ¿En qué crees que cambió el Dany Jimenez conductor del año '88 en Radio Dinámica de González Catán a hoy?

DJ: Hubo un cambio porque ahora no estoy haciendo el programa diario. Por un lado, Vorterix toma una decisión en cuanto hacia dónde quiere ir con ciertos movimientos artísticos. Es una plataforma que quiere que yo esté desde la Dirección musical. Hoy realizo muchas cosas para la web, hago musicología. Vorterix es mi casa hace casi diez años. Yo creo que de alguna manera necesitaba un stop. Por eso te digo las dos cosas, sería bastante hipócrita si te diría “yo decidí descansar” No, la realidad es que la radio decidió una cosa, y a mí no me vino tan mal comenzar a trabajar desde otra óptica. De hecho trabajo más que antes. Con la música, escribiendo en casa para Maldición (“Maldición va a ser un día hermoso” programa emitido de lunes a viernes de 7 a 10 hs, con Mario Pergolini, Nacho Corral y Gabriel Silveira) y la verdad que estoy cómodo. Yo empecé a hacer tiras de forma regular en 2001/2002 y nunca paré de estar todos los días. En Rock and Pop hacia fin de semana, y después con “Ultimo Bondi” todos los días. Fueron casi veinte años de hacer un programa casi a diario. Si bien “Delicias de un Charlatán” me puso en algún mapa, por ahí estaba bien un stop. Creo que el programa ya tenía un desgaste. Cualquier hecho, evento, producto u obra después de casi nueve años tiene un fricción.

 

MDP: Viajaste con el programa…

DJ: Si, viajamos. Fuimos a Formosa a un festival. Me acuerdo que bajé en el aeropuerto y un tipo me miraba y dije este me emboca. El tipo se me acerca y me dice: Delicias de un charlatan, ¿no? O estar en Corrientes a las tres de la tarde, todo el mundo durmiendo; fui a un festival también, pasaron dos en una motito, era un cuento de (Roberto) Fontanarrosa, y que me digan “¡Delicia!” Son cosas que agradezco mucho. Se lo decía a todas las chicas y los chicos que pasaron por el programa, va a ser un buen antecedente donde vayan. Fue un programa que se hizo con mucha seriedad, desde los contenidos hasta como se montaban los programas es algo como para golpearse el pecho. Es el programa del cual más orgulloso estoy.

 


LOS TIEMPOS ESTAN CAMBIANDO

MDP: En 2011 Mario (Pergolini) lideraba la mañana de Rock and Pop y decidió armar un medio multiplataforma como Vorterix. ¿Cómo lo ves hoy, casi diez años después?

DJ: Lo veo bien. Es un tipo con el cual yo siempre quise trabajar. Uno de mis sueños era tocar en Obras y lo pude hacer. Había tocado en el Luna Park previamente con los Kapanga pero no era lo mismo, ¡Era tocar en Obras! Eso que es menos gente, eh. Obras es el único lugar que toqué donde me temblaron las patas. No el día que toqué, sino el día que probé sonido. Otro sueño era jugar en la cancha de Boca y jugué un partido en la bombonera. Insisto, no hablo del sueño de comprar un barco pero tampoco son sueños pequeños, son difíciles de conseguir. Yo siempre soñé, escuchando a Mario desde “Feedback” (supongo que esto lo sabe, nunca se lo dije pero supongo que sí) siempre admire el trabajo que hizo, incluso más que el de la televisión. Te decía que soñé que un día me llame él (Mario) para decirme “¿querés venir a hacer algo conmigo?”

Cuando se arma Vorterix, es el llamado que estuve esperando cuarenta años — Dany sonríe como un chico al recordar— Cuando voy los martes y los jueves a la mañana es un placer. Poder tirar una pared o tratar de hacerlo reír, con Nacho, el Polaco, los chicos. Mario es un tipo que está siempre de buen humor, aún en los peores momentos. Tenés que estar lúcido a las siete de la mañana, Mario va a una velocidad vertiginosa. Para mí es un placer, un aprendizaje. Como laburante de radio y oyente es un placer escucharlo y tenerlo al lado.

 



20 MINUTOS DE FELICIDAD

MDP: En Rock and Pop la música estaba pautada y la radio tenía pocos minutos libres para pasar otras canciones. En “Delicias de un Charlatán” podíamos escuchar un tema de Pink Floyd de veinte minutos. ¿Cómo viviste esa libertad de poner tus discos en Vorterix a diferencia de lo regulado de otra época?

DJ: Estuve en Rock and Pop desde el 2005 al 2011. No solamente teníamos una lista diaria de canciones que pasar que dentro todo estaba orientada al rock. Vos veías otra vez la lista y la misma canción de Ozzy y decías “¿qué digo que no haya dicho ayer?” Cuando nace Vorterix en 2012, Mario decide romper con la música de discográficas en las radios mainstream. Ninguna de las radios (salvo FM Kabul que tampoco te pasaba temas de veinte minutos) tenía la libertad salvaje de elegir la música que quisieras. Yo que venía de siete años de pasar música de lista y cada tanto colar un tema de Pink Floyd como si fuera un gol (porque así se festejaba) a pasar lo que tenía ganas para una radio mainstream era imposible en el 2011.

La puesta fue artística, y yo me di placeres como programar “Atom Heart Mother” (Pink Floyd, 1970) entero. “El Lado oscuro de la Luna” lo pasé en concordancia con “El Mago de Oz”. Ese fue un quiebre, por ahí hoy no se ve, si yo hubiera seguido en Vorterix y la radio hubiese sido una radio de listas, jamás hubiera podido hacer "Delicias de un charlatán” La medalla ahí es del medio. Los primeros tres meses cuando estábamos en los estudios de radio Rivadavia, terminé un programa después de las once de la noche. Lo llamé a Mario y le dije “gracias por la chance de poder hacer esto con la música” Estaba emocionado realmente de poder pasar lo que a mí se me ocurriera, y poder compartir música que durante años si no tenías ese material o la radio no te lo pasaba, te lo perdías.

 

CURADURÍA

MDP: Hoy “Delicias” tendría que competir contra una pestaña, contra YouTube, no contra otra radio. Si bien quienes éramos oyentes del programa buscábamos tu introducción sobre lo nuevo  de “Octafonic” o “Nuevos Monstruos” por ejemplo. ¿Cómo se compite contra otras plataformas y qué sucede con la primicia?

DJ: Es complicado porque uno ya perdió el toque de la primicia, por más que yo me vaya a nado a Suecia, llego allá, me trasladan en una combi, me vendan los ojos, y me llevan en una moto a un sótano y ahí me dan un disco. Me lo traigo a Argentina, viajo esta vez en avión, me llevan a Ezeiza, llego a casa, abro el disco y lo pongo en la radio, es al pedo. Alguien lo escuchó. En los noventa todavía no. Hoy eso ya no existe. Pero por otro lado, descubrí que la gente es muy vaga en un punto y es loco porque en un momento donde tenés todo servido, con más herramientas y más elementos para llegar a escuchar lo que a vos se te ocurra, buscas menos.

 

REAL LOVE

MDP: La evolución de la tecnología es ineludible. Convivimos con las redes sociales. Hasta tenemos una ilusoria percepción de lo que es real y lo que no ¿Cuál es tu mirada sobre la distancia entre el mundo virtual y el mundo real?

DJ: A veces se confunde. Si la realidad es esa de las redes sociales o la que me pego el pie contra la punta de la cama, y es esta última todavía. Lo que pasa que nosotros vivimos mucho en la otra. Me acordaba una frase del Indio (Solari) para entender algunas cosas. Un día vi salir de un shopping a un grupo de personas. Los veía a todos con las bolsitas y en ese momento recordé la canción Toxi- taxi “de hordas notables son los secretos para hacer un negocio tan pequeño y simple como vos” Ahí entendí, ¡claro! Los vi a todos con las bolsitas, “hordas de notables” son los que arman esto, y el negocio es simple: sos vos. Con las redes eso se podría aplicar, tranquilamente. Seguimos siendo usuarios de algo que le damos de comer a alguien, que no sé si a nosotros nos da algo de comer, porque en teoría nacen con el fin de estar conectados y eso termina separándonos más. Yo veo las cosas que se ponen en twitter, el nivel de rencor, de resentimiento, de odio.

 

SUMIDERO VIRTUAL

MDP: Y allí entra la discusión política…

DJ: Si. Cualquier tema es político. Yo creo que hoy muchos están más cerca de hinchas de River y Boca que gente del Pro o K. ¡Se leen cosas terribles! Con una impunidad brutal. “Rescatan un gorila después de estar quince días viviendo en una palmera y no lo podían bajar” y sale uno: ¡Claro, gorila como todos los gorilas! Ahora van a Plaza de Mayo, levantan el parquet. El otro “¿Qué querés kuka?” Y decís “¡pará, loco!” Es preocupante. Yo no recuerdo una división tan grande, ni aún entre radicalismo y el justicialismo, que lo viví. De hecho, era hasta más simpático. La verdad que me duele, encima que estábamos embarrados hasta el cuello y las divisiones que hay, así no salimos más. Ninguna de las posiciones no recula ni un centímetro. Ese fundamentalismo a ultranza, a como dé lugar, no te permite tener esos lugares grises, esos puntos en común. Tenemos que construir, los ejemplos políticos que tenemos, de cualquier bando, son de terror. Así no se sale más.

 

MDP: ¿Cómo pensás que se puede salir, Dany?

DJ: De la única manera que se sale es con alguien que priorice el interés colectivo, ¿Quién va a priorizar el interés colectivo? 

MDP: ¿Quién imaginas?

DJ: ¡Están todos muertos! (Mahatma) Gandhi, Martin Luther King, Bobby Kennedy, algún que otro papa, (John) Lennon. Todos aquellos que bregaron por el interés colectivo y no individual fíjate ¿dónde están? Huey Percy Newton, líder inspirador de los Panteras Negras lo mataron. Aquellos que han tenido un interés colectivo no funcionó.

 

COME TOGETHER

MDP: Para terminar, ¿sumamos al trap como hermano menor del rock?

DJ: Voy a hacer una diferenciación entre el hip hop y el rap que han estado mucho más inmiscuidos que el trap en la cultura rock como por ejemplo Run-D.M.C. o Public Enemy. El trap en Argentina por momentos tiene más conexión con el reggaetón que con Marvin Gave. Escucho cosas de afuera como Travis Scott y de forma invisible hay otra construcción. Al trap hecho en Argentina le encuentro un vínculo centroamericano, y a mí la música de Centroamérica como la música clásica no me gusta. En Estados Unidos es diferente, ellos crecieron escuchando Kool & The Gang o sus padres o ellos y desde ahí puede ser algo distinto. Me tocó transmitir un show de Ca7riel y tiene una superbanda. Yo saludo la existencia del trap, por ahí como música no la escucho. Saludo que sean jóvenes y abracen una música distinta a de los padres, eso es rock. Es ir en contra de la música que escuchaban tus viejos ¡Ahí la tenes! Yo entiendo que tengo compañeros y colegas contemporáneos rockeros que sienten que le están bajando el cuadro de King Crimson del comedor, pero está bueno sumar, ¿Por qué no incorporar a Wos y Catriel a Javier Martínez y a Divididos? Sumémoslo, ¡cultura argentina, loco! No tiene sentido reemplazar una cosa por otra. Sumémoslo con todo lo que estamos haciendo acá, vale la pena y es nuestro. Es parte de nuestra cultura, no coincido con el “reemplazar”. Hay gente para ver a Alejandro Medina, a Wos, para ver a “El mato…” Es la cultura argentina, ¡cómo no la vamos a sostener desde ahí!

 

* Cursos virtuales vía Zoom "Línea de Tiempo” sobre el desarrollo de las corrientes musicales. Los encuentros son los jueves de 19 a 23 y pueden consultar mandando mensaje al 1141770618 (WhatsApp).

 


La nota completa en https://www.instagram.com/p/CE5FXnVn4b_




24 de octubre de 2020

DEMASIADAS POCAS COSAS

 

Otro sábado de especiales

“Me quedan pocas cosas

Si las enumero sabrás que son demasiado pocas

Demasiadas pocas cosas"

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23 de octubre de 2020

MANUAL DE PERDEDORES | 23 DE OCTUBRE

 

Capítulo 152

Relato “El chat de Inesita”

Entrevistas: @claudioricardoramos

Especial: Blues hecho por ellas

@elbiendelsauce

#blues #literatura








18 de octubre de 2020

CEMENTO


"Cemento fue el templo de Omar. El lugar donde todos los extraviados fuera de los límites de las convenciones que gobernaban la cultura encontraron la atmósfera apropiada para descorchar sus bellezas” 

El filósofo de Paraná






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MANUAL DE PERDEDORES | 16 DE OCTUBRE

 

Capítulo 151

 ✅ Relato “Paraguas Rojo”

 ✅ Entrevistas: Jimena Busefi 📚

 ✅ Especial: Invisible

 Recomendaciones




¿Te lo perdiste?: 

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11 de octubre de 2020

DISCULPE, ¿TIENE FUEGO?

 



CAPITULO IX


Ingresamos a Puerta Roja. Un bar con mesas redondas como El Tortoni, con una cortadora de fiambres en el mostrador y retratos con figuras del cine de la edad de oro de los cincuenta. Curioseamos un sitio para dos. Estaba nervioso. Me deslicé por el salón como un aprendiz de impostor. Estaba librando al pie de la letra el plan de Gusti. Abrigaba un sobresalto de vértigo pasmoso. ¿Se percibiría el disfraz?

Amparo conocía mi pasado reciente pero no había forma que supiera de buena tinta mi estrategia. Eludió el tema de entrada. Sin rodeos, fuerte y al medio me indagó por mi situación amorosa.

— Tu novia no se pondrá celosa por irte de baretos.

— ¿Mi novia? No tengo novia.

 —…

 —  ¿Por qué esa cara?

 — Ninguna cara. Solo que me llama la atención.

 — ¿Qué?

 — ¿Estás en babia? Que un tío como tú no tenga novia.

— Uno nunca está solo y siempre estamos solos, Amparo.

 — ¡Que va! Cosmología conmigo no, eh. Vamos, no seas gilipollas.

 — Preguntame lo que quieras. No tengo problemas en responder.

 — Bien ¿Estás enchochao?

 — ¿Qué es eso? —  pregunté con merodeo.

 — Enamorado.

 — Ahora, no. — contesté y pensé en Inesita. ¿Acaso la stalker plantinum le habló de Vera?

 — ¿Lo has estado?

 — Si, aunque mi analista sostenía que no.

 — ¿Por qué?

— Para el psicólogo Vera no fue un amor.

 — ¡¿Vera?!

 — Si, así se llamaba.

 — Lo siento.

 — No, no. Vive...

 — ¡Qué alivio! ¡Joder!

 — Terminamos hace tiempo. Quedé muy golpeado.

 — Te haces el gamberro pero eres un sentimental, eh.

 — No sé, que sé yo. Fue una locura.

 — Si no estás dispuesto a hacer locuras no mereces enamorarte.

 — Bueno...

 — ¿Te enamoraste o no colega? ¿Cómo era ella?

 — ...

 — Se te dilataron las pupilas ¡Vamos! Habla, hombre.

 — Era, era…

 — ¿Era?, ¿Vera? — ironizó Amparo y rió como una chiquilina. Dejó ver un ademán espontáneo, como en las fotos del International College Spain.

Ella maniobró el timing de la charla con pericia. En cinco minutos ya me tenía entre las cuerdas. Mientras una camarera con una fisonomía pequeña nos brindaba la carta, soltó el tema que me inquietaba. Con dos frases certeras destrabó la tirantez que se escurría desde un vaso de chupito sin levantar hasta su anillo de compromiso.

— Debo ser sincera contigo, Mauro. Sé que tienes problemas con los excesos y tal. No he venido hasta aquí a juzgarte por lo sucedido en la redacción. Sé que no eres pardillo, sólo quiero saber por mí misma. Ahora que veo tu mirada sagaz, deduzco que tienes mucho para decir sobre esa mujer.

— Esa mujer…

— Sí, como el cuento…

— ¡¿No me digas que leíste a Walsh?!

— ¡Claro! No me rayes. Soy periodista.

— Walsh es mi escritor favorito…

— “El coronel elogia mi puntualidad. Es puntual como los alemanes, dice...” — relató Amparo con su acento madrileño.

— ¡Me vuelvo loco! — dije con un tono inocente, mientras delineábamos en nuestras miradas un frenesí adolescente.

— ¡Qué va! Habladme de Vera ¿Qué fue lo qué pasó?

— Fueron años de preguntas sin respuestas…

— ¿Qué sucedió?

— No quiero hacer de nuestro primer encuentro una pálida.

— ¿Una pálida?

— Sí, un relato triste.

— Pero hombre, ¿Quién dice que enamorarse es algo triste? Me la pela, cuando finaliza el amor te concedo que sea triste, pero él mientras tanto… Es algo que poca gente vive.

— Tenés razón — revelé para seguirle la corriente ¿Por qué no contarle? Hablar de Vera sosegaba mi ansiedad.

— Pues, continuad entonces.

— Bueno, fueron años de terapia. Sentí que iba a enloquecer, la veía en todas partes…

— Ahorremos los desencuentros. ¿Cómo fueron los encuentros?

— Bueno, pocas veces sentí que una caricia podría traspasarme. No sé si voy a olvidarme de ella — ¿Qué estaba diciendo? —  Bueno, eso es todo lo que recuerdo.

— ¡Ni de coña! Continuad, por favor.

 ¿Estaba bien que hable? ¿Acaso Vera era una historia sin superar? ¿Me sumará puntos para llegar a Amparo? ¿Rudo o sensible? ¡Gusti! ¡Help!

— Tengo algo escrito en un blog. Estoy desenrollando un relato que me ayuda...

 — ¿Te ayuda?

 — Me ayuda a olvidarla.

— ¡Joder! ¿Lo puedes buscar?

— ¿Ahora?

— Sí, ahora.

— …

 — ¿No tienes datos? Yo te…

— No es eso. Lo busco. A ver — Siempre tengo a mi lado el blog — ¡Acá está! No está terminado, es un borrador…

— ¡Qué chorrada! Vamos igual. Te escucho.

— Bien… “Ella me hablaba con voz de caramelos, la veía atizada en sus ojos almíbar a caballo de dos espejos donde tumbarme ante tanto ruido (…) Cuando sus sentidos reposaban en estado presente relucían como un semáforo en amarillo…”

— ¿Semáforo amarillo?

— El amarillo es la cautela… ella apaciguaba nuestra marcha y "yo aceleraba a la espera del paso a un verde fugaz. Ella avivaba un rojo impreciso antes de ser carmesí..."

— ¡Cómo mola!

— ... "Su sonrisa era un retozo de molares y premolares que afloraban con galanura. Entreveía unos hoyuelos en suspensión que acentuaban su gesto prodigioso…"

— Qué buen rollo. Sigue…

— ... "Sacudía su cabellera como si su flequillo fuera una visita imprevista braceando en la frente (...) Empuñaba las copas de vino con el pulgar y el índice creaban una u extendida sobre el cristal. Su meñique apuntaba hacia mí como las plumas rectrices de un pájaro en el ribete."

— ¿Cómo eran sus manos?

— Pequeñas... Suaves…

— Pásame tu móvil, churri. Improvisa algo sobre su piel — me reclamó Amparo y sonrió desenvuelta.

— Necesito una copa más.

— Tienes dos mensajes.

Mondongo: "la bichi una manteca".

—  Vamos. Su piel era…

— Tersa, la más sedosa que cortejé... En el último encuentro nos apretujamos fuerte, como quienes se despiden para siempre...

— ¡Ostia! Muy bien ¿Escribiste algo del sexo con ella?

— Sí.

— ¿En el blog?

— No.

— Dime.

— Bueno ¿Cómo decirlo? Con Vera tuvimos una relación más poetizada que libidinosa. Estaba tan atraído por ella que me costó hacerle el amor. Vera apuntó con su flanco hacia la ventana y voló...

— No siempre nos vamos por mal sexo.

— Es cierto, creo que voló porque la ahogué.

— ¡Ostia! ¿Fue amor o qué?

En ese momento hallé en Amparo una pitonisa que desplegaba su tercer ojo. No me fastidiaba que entorpeciera mí relato. Logramos un contrapunto sincopado. Mis ojos se desvistieron ante su escucha. Amparo distinguió sobre la mesa del bar mi costado obsesivo más que al hombre rendido con sus contradicciones. La camarera a quien no vimos llegar, sirvió nuestros pedidos. Alcé mi ponchera de Vodka.

— No debo tomar más que un trago.

— ¡Qué guay! No seas un pringao. Estábamos en Vera y me cojes con tu trago.

— Me cuesta mucho. Perdón que sea insistente.

— Conozco en Madrid a varios colegas atornillados al caballo ¿Sabes qué es?

— Sí, veo películas.

— ¿Qué es?

— Falopa.

— ¿Qué falopa?

— Falopas duras.

— ¡Que va! Eso mismo. Vamos, Mauro. Con todo el respeto que me mereces, debo ser sincera contigo. No escucho ni percibo a un hombre enamorado, ¿vale?

—  Sí ¿Entonces?

— Escucho a un tío que le molaba una tía, pero considero que le molaba más cómo erais cuándo estabas con ella. Medio narciso ¿Entendéis?

— Sí.

— ¿Y ella? ¿Qué le pasó contigo? Me imagino que es guapa.

— Si, muy linda.

— No alcanza con eso. Te encantará cuando te enredéis hasta el cuajo, con las vísceras ardiendo en tizones, sin tanta descripción, sin tanta cosa de lo que veis. Ella no acarició ni de cerca tu corazón, lo rozó en todo caso.

Se generó un silencio incómodo. Tomé mi vodka de un sorbo.

— Mi analista pensaba lo mismo.

— ¿Pensaba?

— Si, abandoné la terapia.

— ¿Por qué?

— Porque me sacó la ficha.

— ¡Vamos! ¿Sacar la ficha sería dejarte en evidencia?

— Claro, algo así.

— Te lo diré como lo decimos en Madrid: Mezclaste churras con merinas.

— ¿Y eso?

— Estabas confundido.

— ¿Tomás café?

— No te me escapes, churri.

— No me escapo. Me cuesta hablar de Vera.

— Yo diría que no tanto. Creo que la Vera va quedando atrás.

— Ojalá, gaita.

— Ahora que me llamas “gaita” con boca chancla. Explícame ¿Qué hacíais en deportes, tío?

— Es mi profesión. Me llevó Gustavo.

— ¿Elgusti? — preguntó Amparo arrastrando la s.

— Si, ¿vos también le decís El Gusti?

— ¡Tú lo llamáis así!

Largamos una risotada al mismo tiempo. La sonrisa nos delata cuando alguien nos gusta. En ese preciso instante supuse que la táctica recomendada por mi amigo marchaba viento en popa. Conquisté el centro de la pista por primera vez en la noche.

— ¿Él te dijo que me invitéis a salir, verdad?

— ¿Cómo? — pregunté y me tiré contra las cuerdas.

— Lo que escuchaste.

— No, ¡Para nada! — respondí cubriéndome. ¿Acaso esta mujer podía leer mis pensamientos? — ¿Cómo me va a decir eso? Estoy grande, Amparito. Lo hago porque quiero, porque anoche trabajamos… Hoy tuvimos el día libre…

— No te pongas nervioso. Fue solo una pregunta, chaval.

Tomé mi vaso. Estaba vacío. Pedimos dos cafés negros.

 — Me mola la historia de esta tía con alas, eh — dijo Amparo mientras removía el café negro.

— La tía con alas, voló.

— Voló como el pasado.

— ¿Cómo el pasado? — le pregunté.

— Sí. El pasado no se larga del todo. La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos.

— ¡Epa, epa! Desarrolle Licenciada.

— Hay que estar preparada siempre. No sabéis cuándo alguno de tus recuerdos te dará el coñazo, se aferran, algunos son dulces y te hacen sonreír, otros se salen por los ojos, ¡a tomar por culo! Parecen cascadas sobre las mejillas.

— Interesante. Che, este café está quemado.

— Si, ¡Joder! Es igual. Bueno, Mauro. Ya estuvo bien, tengo que regresar.

— La próxima quiero saber más de vos. De tu matrimonio, de tus hijos…— levanté mi mano para llamar a la camarera. Era tan petisa que no podía encontrarla en el salón.

— Mira, mi estancia en Buenos Aires se extendió más de la cuenta. Así que te concederé una cita más y veremos.

— ¿Cómo es? ¿Vos podes saber de mí y yo no puedo saber de vos?

 — No somos niños. Soy casada, chaval.

— ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra?

— ¡Ostia! ¿No te das cuenta? Una mujer no permanece más de una hora con un tío sino le gusta...

— ...

— Tú me gustas — me cantó la madrileña, con la firmeza de un quebracho.

Salimos del bar en silencio. Quise decir algo y Amparo me detuvo.

— No estás obligado a platicar, tío. En cuanto a mi matrimonio solo puedo decirte que estamos en una transición, ya te contaré — dijo de corrido sin mirarme, como si lo hubiese ensayado en el trayecto de la mesa hasta la puerta. Alcanzamos la vereda y extendió su brazo como una heroína. Un taxi se detuvo.

Quise decirle: Escúchame gaita, yo no sé cómo explicarlo. Hace años que no me conmuevo por casi nada. Tu orden, me inquieta. Tu ángel, me hechiza. Tu profesionalismo, me calienta. Me encanta cómo abordas a la runfla y conseguís los dictámenes, cómo desgranas los proyectos con un conocimiento jurídico admirable. Estudiaste el reglamento en tres semanas. Dedujiste los puteríos solita, solita. Sacaste quienes cortan el bacalao. Estoy en una edad donde es muy difícil que algo me sacuda ¡Me volvés loco! Me dan ganas de bañarme, afeitarme, tomar cada vez menos, de emprolijarme, de comprar pilcha. Por favor te pido que me escuches. No estoy jodiendo. Me voy con vos donde sea. Con el respeto que me mereces, debo ser sincero, no escucho ni percibo a una mujer casada. Vivamos juntos ¡Escúchame! Dame cinco minutos para declararte mi amor a gritos o susurrando o con miedo en la voz. Llorando, con palabras torpes. Por favor, es ahora.

Intenté abrir la puerta del taxi. Ella me frenó.

Me volví a casa caminando. En el trayecto recordé a Vera cuando me dijo: estoy en una transición, ¿Cómo una transición? Sí, me estoy separando. Dame un tiempo para acomodarme. Estoy o estamos, le pregunté y no me contestó. Me animé a preguntarle ¿Qué somos? ¿Cómo que somos? Claro, que somos le repetí y me dijo: compañeros.

Vera, a diferencia de Amparo, tenía una manera sombría de usar el lenguaje. Apelaba a términos imprecisos como cambio o giros en la relación con una vocación de cronista del mercado bursátil. De a poco naturalice su modo de hablar displicente y lejano. Al día de hoy no sé qué quiso realmente.

A veces siento que vuelvo a pensar en Vera como un carroñero de la nostalgia. Cirujeo en despojos de cierta simpatía que se deshicieron con las lluvias. Cuando nos separamos, su silencio fue un golpe mudo. Solo quería embriagarme con el que fui, con el de palabras sin bordes filosos antes que bajara el sol y volver a sentirme carne, cabeza y esqueleto. Lloraba con sigilo. Silencios aferrados a las paredes. Me la jugué. Y si no hay riesgo, ¿para qué vivir?

Por un lado había superado una prueba de fuego tan ardua como amaestrar mi abstinencia. Había domado a mis propios miedos y el terror a ser rechazado. Por otro, no me esperaba semejante revelación. Amparo se expuso con decisión. Tachó la doble del histerismo a lo Vera y puso sobre la mesa las cuarenta del mazo.

¡Tengo que llamarlo al Gusti, ya!

Listo, se acabó la estrategia.

Amparo es un amor, pero se va.

Siempre se van. ¿Cómo sigo?

Dos días después me llegó un mail de la Secretaria Parlamentaria, el tratamiento de la reforma previsional era un hecho. Sería la última cobertura junto a Amparo. Ella quiso acompañarme. Ese miércoles quedamos en medio de una lluvia de piedras mientras intentábamos filtrarnos en el palacio. Una multitud derribó las vallas. La abracé creando un escudo humano y pudimos entrar. Fue la primera vez que la sentí tan cerca. Aprecié su perfume que aún hoy habita en mis recuerdos.

Si bien estábamos acreditados, hubo colegas que no pudieron ingresar. Mondongo fue el encargado del cercado de contención. Al vernos me guiñó un ojo. "La Bichi" cumplió. Con la sesión en marcha nos ubicamos en los palcos de periodistas. Los incidentes afuera se agudizaban. Tras un breve cuarto intermedio, mientras redactaba, Amparo me acercó un café.

— ¡Muchas gracias!

— Agradécele al joven — me dijo Amparo y pude ver los zapatos del Toto — Estoy sin perras. ¿Tú puedes pagarle?

— Ta´ bien señora— dijo el Toto.

— ¿Mauro?

— Sí.

— ¿Podríais averiguar que se tratará sobre tablas? — me pidió Amparo. Creo que intuyó que el Toto quería decirme algo a solas.

— Sí, claro.

Aproveché la directiva y me lancé a los pasillos. Me esperaban "los nenes" como perros hambrientos. Les marqué un par de puntos y salieron a la caza. Toqué a dos asesores y conseguí el orden del día. Amparo lo leyó apresurada y decidió que no había nada importante que cubrir. Si el tratamiento de la reforma previsional estaba abrochado no tenía sentido seguir en el palco. La manifestación comenzó a trasladarse a la avenida 9 de Julio y nosotros retornamos a la oficina. Amparo me planteó ingresar a un bar con wifi hasta que se amainara la protesta, cubrir el debate on line y redactar el grueso del cronista.

— ¿Querés ir a descansar? Yo me ocupo. Le doy formato y la subo a la web — le propuse al verla extenuada.

— Bueno, vale ¿Tenéis la clave?

— No.

Amparo no terminó de exponer “Si regresas a la redacción no vas a poder…” cuando sonó su teléfono.

— Mauro, Spataro precisa hablar contigo.

— ¿Pasó algo?

— No lo sé…

— ¿Estaba de buen de humor?

— Parece que sí. Tenía buen rollo. Una casa de electrodomésticos cojonuda se sumó como cliente.

— Buenísimo. Voy ya mismo.

— ¡Que guay! Voy contigo.

¿Por qué no me llamó a mí? ¡Viejo forro! Al final siempre lo mismo.

— Adelante Hamilton ¿Cómo está?

— Muy bien, señor.

— Siéntese. Quería felicitarlo por su trabajo en el tratamiento del proyecto de góndolas.

— Gracias, señor.

— Hablé con la Licenciada Garcés Marcilla, me comunicó que la exclusiva la gestionó usted.

— Sí, señor.

— Eso generó muchos clicks.

— ¡Qué bueno!

— ¿Usted sabe lo que eso significa? Podríamos rever su situación contractual. Tengo dos postulantes para dirigir la sección política. Amparo no va a estar toda la vida con nosotros. ¿Le gusta lo que hace?

— Sí. Me gusta.

— Me alegro por usted. Para que aprecie que no hay rencores, quiero invitarlo a mi casa esta noche y precisar algunos detalles sobre su continuidad. Mi señora cocinará unos spaguetti carbonara.

— Le agradezco, pero no es neces…

— Olga y yo entendemos que sí.

— Bueno, acepto la invitación con gusto, señor. Llevo unas bebid…

— No se preocupe. Por cierto, la licenciada también está invitada. Seremos cuatro comensales.

— Muy bien, señor.

Salí del despacho del viejo con un paso errante. En la redacción crujía un silencio sacramental. ¿Por qué tanta cortesía? ¿Amparo le habló de mí a Omar? Sus días en Buenos Aires estaban contados. Recordé que el Gusti me reveló que la vieja me quería entrar. Me senté y prendí la computadora. Un mutismo frío se apoderó en los boxes cuando mi jefa de sección se arrimó hasta el escritorio. ¡No podía ir careta! ¿Si la mujer de Omar me tiraba plumas? Tenía que avanzar. No me podía achicar. ¿Dónde conseguir algo power para la sobremesa? No podía fallar. ¿Los nenes? ¡No! Eso implicaría exponerme con Mondongo. El gordo podía ser un barrillete pero no era ningún gil. ¿Llamar al Lechuga? Uf, eso sí que no. 



WILD WILDE

La última experiencia fue un chasco. Recuerdo que después de un año de la carta definitiva, volví a ver a Vera. Estaba sola, elegante, meneando el flequillo con un tips que podía distinguir a varios metros de distancia. Mientras vacilaba en acercarme, llegó un tipo arreglado con un paso resuelto. Ella le otorgó un vistazo de enamorada. Algo retraída se acercó, lo besó en la boca y posó las manos sobre sus pómulos. Reparé en su anillo cuadriforme y plateado mientras marchaban como tejiendo un atajo hacia las escaleras del subte. No quedaron dudas, el lenguaje de la verdad es siempre sencillo.

Atónito distinguí la misma cartera negra algo deslucida en la que ella encajó con fiereza una foto de Grisú y un pedazo mío que sucumbía cuando nos separamos. Yo sabía que al dejarla ir se desmoronaba una relación con ninguna prisa, besos encendidos, y noches sin futuro.

Exhalé profundo como me enseñaron en los grupos de rehabilitación. Mis piernas temblaban y ansiaban salir de allí. Mi corazón, en cambio, me ordenaba quedarme un minuto más. Bajé por Carlos Calvo, me perdí entre las veredas de San Cristóbal y al llegar a casa, Luciana me sorprendió en la puerta del edificio. Me vió con los ojos tristes y me preguntó si estaba todo bien. No respondí.

Al entrar al departamento fui directo a la cocina, busqué mi taza y esparcí dos cucharadas de café con azúcar. Me asaltó un flash back de Pão de Açúcar. Batí y batí a un ritmo maquinal mientras lágrimas veladas auxiliaban la mezcla. Unos minutos después me restablecí y revelé a Luciana que estaba todo bien. La besé al tiempo que tomaba el primer sorbo de café y agasajaba a Cooke, su perrito pekinés. Durante años preferí una locura que me ilusione a una verdad que me tumbe.

— Me separaron de la sección — comenté en voz baja al tiempo que le preparaba un café.

— ¿Por eso estas así?

— Fueron seis años...

— Bueno, ya estabas medio podrido de esas notas, o ¿no?

— Si, en sociedad está Silvina.

— ¿Y qué tal?

— Buena mina, labura muy bien. Era secretaria del jefe. Está estudiando periodismo. La conozco hace años.

— ¿Menos laburo ahí?

— Es diferente. Menos egos con que lidiar, más llevadero.

— ¿Tus vacaciones quedan igual?

— Sí, sí. Hoy hablé de guita y de eso justamente.

— Bueno, bombón. ¿Por qué tan angustiado, entonces?

— Qué se yo.

— Cambiá esa cara ¡Parece que viste un fantasma! Mi hermana puede cuidar a Cooke.

— Está bien. ¿Tenes fuego?

— Me confirmó hoy. ¿No está bueno? Quiero que viajemos tranquilos, mi amor.

—…

— Quiero volver a Río, conocer Angra Dos Reis. Es un lugar alucinante…

— Y… Está bueno.

— ¿Fuiste? No me dijiste eso ¿Cuándo?

— De pendejo, con los pibes de la secundaria.

— ¡Ay! ¡Mira vos!

— ...

— Bueno, yo me encargo de las reservas de los vuelos, el hotel y las excursiones.

 — ...

 — Vos después me decís. Dame una seca.

 — Lo que vos elijas estará bien.

Recuerdo muy bien esa recaída. Después de diez meses de sobriedad y abstinencia el diablillo interno golpeó las puertas de mi abismo. ¿Dónde buscar? ¿A quién llamar? ¿Cómo reaparecer en un circuito extraño y hostil?

Pasé la noche sin dormir. Me puse a stalkear y fue inevitable la pulsión de ir al mismo lugar de mierda. Cristian “Lechuga” Hamilton. Era él. Vacilé un segundo. Le escribí. Lechu respondió al día siguiente y quedamos en encontrarnos en un bar de la estación de Wilde.

— ¡Cualquiera, tigre!

 — Acá tenes la plata. ¿Qué más queres?

 — ¿Qué quiero? Que te tomes el palo.

 —No te podes negar. Desde cuando sos tan moralista vos.

— ¿Mora qué? Vos ya no estas para esto, nene...

— ¿Por qué me hiciste venir hasta acá?

— Porque pensé que venias a vernos. Además la Cata preguntaba por vo´...

— ¡Bueno si me aprecias dame lo que te pido o decime con quien puedo hablar!

— Porque te aprecio te digo que no. Las cosas cambiaron mucho. Ya no es como ante´.

— ¿Y cómo son?

— ¿Cómo son?, ¿Qué te enseñaron en la faculta´? Te la nombré a la Cata y ni mu.

— No podía cuidarla, Lechu. Vos lo sabes bien. Vine porque confío en vos.

— No te puedo ayuda´, hermanito. Tomá, esto era de la Cata.

Retorné de Wilde aturdido, manija y con las manos vacías. Un oso de peluche de mi sobrina era todo mi bagaje. Di vueltas como un trompo. Ingresé a una iglesia. Lloré desconsolado. Recordé al padre Tarcisio cuando en la parroquia del barrio me estimuló a tomar vuelo. — Mauro, te sobra talento. Tenes que estudiar, hijo.


CATA

Con las pocas herramientas que tenía resolví continuar mis estudios y salir de la sordidez que me envolvía. Fue una estupidez regresar a donde ya no me esperaban. La evocación de Cata me atravesó.

Hace más de una década, el Lechu me intimó que custodiara a su hija cuando cayó en cana. La mamá de Cata desbordada, una noche donde nadie la vigilaba, tomó de más. A la madrugada tropecé en el baño con su cuerpo sin vida. Cata, de ocho años, dormitaba mientras su madre se moría. Sobrepasado por la situación salté corriendo de esa escena espantosa y no volví jamás.

Finalmente salí de la iglesia luego de la expedición al pasado en el sudeste sombrío. Cansado de buscar respuestas recordé la canción de Dylan cuando el nobel de literatura sintió que tocaba las puertas del cielo. “Knock—knock—knockin' on heaven's door”. Dios no me abrió. Caminé por Lima y entre a una pizzería Ugi´s. Ordené tres porciones del cuerpo de Cristo y una botella tres cuarto de la sangre del Señor.

— ¿Dos o cuatro, amigo?

— ¿Sos sordo? Tres porciones, te dije.

— ¡Dos o cuatro, así de corta!

— Eh... Bueno, dame dos.

Repeat

— Two or four, my friend?

— Are you deaf? Three portions, I told you.

— Two or four, so short!

— Uh... Well, give me two.

Con la mirada vacía y acuosa, como la de los peces cuando van ahogándose fuera del agua, sacié la sed del cuerpo y del alma. A la tercera cerveza acerté con un discípulo de Wild Wilde que me invitó una copa. Después de una charla extensa me indicó donde encontrar al Dios que buscaba. El Dios que no interroga y atiende de lunes a lunes las veinticuatro horas.

— Decile que vas de parte mía.

— ¿Me hacen descuento?

— Dale cabezón, nos vemos.

— ¡Gracias, loco!

— De nada, compadre.

¡A la mierda con el Lechu! Al calor de los alcoholes los desconocidos se vuelven amigos. Mientras me encauzaba al encuentro de Dios, recordé que debía preparar una nota atemporal para la sección sociedad del diario. Tomé mi apuntador y rasgueé: La Iglesia del Inmaculado Corazón de María es el característico templo católico que corona el extremo norte de la Plaza Constitución…

— Linda chicas, eh.

— ¿Viste? —  me dijo Dios.

— ...

— Vamos a lo nuestro... Si queres, podes pasar con alguna más tarde — sentenció.

De una de las habitaciones irrumpió un ángel regordete duro como empanada de puerta que le habló a Dios al oído. Este cambió su expresión y me apuntó con voz firme.

— ¿Vos no sos el hermano del Lechu? — me dijo el espíritu celestial de los escondites, mientras carpeteaba mi pulsera de Chaca.

— No, no.

— Mira, papito. No es nada en contra tuya pero tómatela.

— Tengo plata. ¡Te voy a pagar!

— Ándate antes que los guardianes del cielo se pongan nerviosos.

Ebrio y entontecido salí del lugar con dificultad. Al subir las escaleras advertí un arcángel muy agraciada que me resultó familiar. Ella me observaba mientras escalaba hacia la puerta de salida. La piba, que no llegaba a los veinte, elevó su brazo derecho retraídamente y colocó sus dedos en V. Sus ojos se llenaron de lágrimas.

El aire de la calle me despabiló en ambiguas horas que mezclan al borracho y al madrugador. Tomé un taxi — Carlos Calvo y Cevallos, por favor — y apoyé mi cabeza sobre el oso de peluche.

El Lechuga tenía razón, las cosas habían cambiado, ya no eran como antes. No regresé nunca más.


DICTÁMENES

— Mauro, aquí están los dictámenes impresos, firmados y sellados — me dijo Amparo mientras se acercaba hasta mi cuello ¿Por qué no me los remitió por el chat interno como lo hacía siempre? — ¿tú me recogerás esta noche? — continuó con la voz dulce y firme.

—Sí, claro — le respondí mirando su escote. 

Al levantar la cabeza observé la fisonomía del Gusti Santos. ¡Estaba chocho! Como un alumno retozón en el banco del fondo. Le faltaba pedir fuego para fumar un habano. Mi amigo había resuelto un gran operativo: Recuperar la confianza de Omar Spataro, al tiempo que Amparo me pedía, frente a todo el personal, que la pase a buscar para ir a cenar a la casa del jefe.


 Capítulo X https://bit.ly/39XILe2