29 de marzo de 2016

UN HIJO LITERARIO



Presenta:
Sábado 2 de abril a las 19.15 hs.
MembrilloCultural 
Avenida Córdoba 4158



Arena de MDQ y corcho de vino Carlon



24 de marzo de 2016

CRUYFF BABY










Johan Cruyff fue uno de los mejores futbolistas de la historia. El bueno de Johan, fumaba cuando era jugador. Sus compañeros él arribaban a la concentración con sus mujeres e hijos. Resolvió jugar con la camiseta de la selección holandesa con sólo dos tiras en protesta a la marca de las tres tiras. 
Cruyff no participó del mundial 78 en el pico de su carrera por diferencias con el técnico y además admitió años después que estaba al tanto de la violación masiva de derechos humanos que llevaba adelante la dictadura militar en la Argentina. Esos son los tipos que nos caen bien, los que patean el tablero cuando están en la cima, a diferencia de los imbéciles sin talento que galopan encandilados por las luces del centro, el galardón y la ambición de poder.

Como cada atardecer miro siempre al sol que se va porque sé qué algo mío se lleva, hoy me trajo una charla en el Fiat 128 de papá. Mi viejo fue el primero que me habló de Cruyff . Me corrió el eje de la discusión bizantina entre Pelé o Maradona.  
Papá, como buen peronista, me planteó una tercera posición. “Era un fenómeno, bailaba, jugaba con alegría (...) A Perfumo lo volvió loco, mira que el Mariscal era un jugadorazo, eh.” ¡Qué día eligió el flaco para pirarse! Johan se sumó al partido donde ya no importa ganar. 
Para muchos de los que vieron la final del 74, los holandeses fueron los ganadores morales, es cierto, el equipo de Rinus Michels no alzó la copa pero dejaron un sello indeleble. Hoy se apagó Johan Cruyff, su luz y su talante brillará por siempre en el campo de juego.




22 de marzo de 2016

CONTRASTES



Me gusta la idea de sumarme a la barra de un bar porteño en otoño. Es como descubrir una cabaña en la espesura de una campiña agreste del sur donde acobijarse, apurar algunos tragos y concebir que los problemas quedan a un lado y las ideas naufragan por un lago patagónico imaginario que converge en la frondosidad de Palermo. 
Allí dos paisajes antagónicos, los bares de San Telmo y los bosques rionegrinos, se funden y se ciñen hermanados por un mismo deseo: un instante de copas y felicidad.