Están
ganando los primeros fríos. Se despereza la estación del año que más
me gusta habitar. Me gusta más que el verano por la
posibilidad de parar la pelota; usar tejidos a mano, de reencontrarme con las obsesiones, los
viajes, las lecturas y el chocolate. Pero no
siempre fue así.
En una época hiciera frío o calor no quería llegar a casa. Daba vueltas en el auto para no acariciar el picaporte y advertir
como temblaban mis manos.
Me moría de ganas de ver a Valen pero sabía que al abrir la puerta un chillido tosco surgiría del fondo del comedor.
Me moría de ganas de ver a Valen pero sabía que al abrir la puerta un chillido tosco surgiría del fondo del comedor.
¿Cuándo
comenzaría el próximo insulto? ¿Cómo hacía para imaginarlo? ¡¿Cómo?! Si nunca en la vida mis viejos me
levantaron la mano. ¿Cuál fue el día UNO de esa opresión? ¿Cómo llegué a una situación de
violencia incesante?
Contaba
con dos testigos: un perrito de ocho meses y un bebé de 6 meses. Sus miradas impasibles eran como espejos velados que esparcían los gritos sobre el
porcelanato.
Hay una situación que siempre desata el final de la ofensiva. Un golpe cierto dilucidó mi salida. Tenía terror de responder a tanta humillación y terminar engayolado.
Hay una situación que siempre desata el final de la ofensiva. Un golpe cierto dilucidó mi salida. Tenía terror de responder a tanta humillación y terminar engayolado.
***
Muchas veces ante una encrucijada, cuando las circunstancias son un jeroglífico me pregunto "¿Qué hubiese hecho Richards en mi lugar?" y es increíble, las cosas parecen menos traumáticas.
Keith
Richards, a mediados de los sesenta, ya empezaba a afinar los oídos y escuchar
que un avío de la banda desentonaba. En realidad no era su guitarra, el
bajo de Bill ni la batería de Charlie: Desafinaba Brian Jones.
El problema no fue musical. Brian no entendió cuál era su puesto en la cancha. Si bien es cierto que fue quien convocó; eligió el nombre de la banda y sumó instrumentos exóticos. Brian estaba obsesionado por los blues oscuros y era la contracara de Mick Jagger.
El problema no fue musical. Brian no entendió cuál era su puesto en la cancha. Si bien es cierto que fue quien convocó; eligió el nombre de la banda y sumó instrumentos exóticos. Brian estaba obsesionado por los blues oscuros y era la contracara de Mick Jagger.
Por su parte, Keith le robó el luquete y conquistó a su chica: Anita
Pallenger. La relación de Brian con
Anita había llegado a un callejón sin salida por culpa de los celos.
Anita mantenía un vínculo muy violento
con Brian. "Algunas noches podía escuchar los golpes y ver salir a Brian
con un ojo morado. Brian era un golpeador de mujeres. Pero la única mujer en el
mundo a la que no te convenía intentar pegarle era a Anita. Cada vez que se
peleaban, Brian terminaba vendado y lleno de moretones", cuenta Keith en
su libro Life.
El 3 de julio de 1969, hace exactamente 50 años, Brian fue encontrado ahogado en la pileta de su casa. Su historia terminó abruptamente. Los Rolling Stones siguieron, también el romance de Anita con Keith prosperó: tuvieron tres hijos y fueron amigos hasta la muerte de Anita.
¿Acaso lo
echaron como un perro de la banda; ya no contribuía nada al grupo? ¿Maltrataba a las mujeres y a los empleados de su casa? ¿Fue un asesinato? ¿Lo asesinaron el constructor Frank Thorogood y su tropa de albañiles? ¿Cómo
saberlo?
La vida
de Brian Jones terminó como el principio de “El crepúsculo de los dioses”
(Billy Wilder, 1950), con un cuerpo inerte flotando en una piscina.
Me pregunto ¿cómo un artista maravilloso que deslizaba sobre una fender firebird sus dedos como una caricia pudiera encerrar tanta ponzoña?
Hoy no tengo pavura de volver a casa. Ya no me espera la agresión. Me
aguardan el calor de los abrazos y el placer de los vinilos. Hoy llegué a casa, serví dos copas de vino y busqué el album “Beggars Banquet”. Apoyé la púa sobre el surco en el track
número dos: «No Expectations». La canción es sencillamente deliciosa. Uno de los últimos registros de Brian con los Stones. Una verdadera joya de un artista solitario que le faltó amor de pibe. Un
chico que subió a lo más alto fundando los Rolling Stones, la banda de rock más
grande del mundo, y que cayó uniéndose al «Club de los 27» en el fondo de una
piscina.
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