Llegué a los
catorce años plantado en el metro setenta. En cambio "el negro"
Segura había pegado el estirón. El negro jugaba de dos. Éramos la dupla central
del equipo.
Las pelotas que
me superaban eran rechazadas por mi camarada. Jugábamos de memoria: Stopper y
libero. Central y último hombre. Ganamos la titularidad desde la novena hasta
la cuarta. Unas semanas antes de saltar a tercera mí camarada se fue a Talleres
de Córdoba. Hasta hoy no había escrito sobre él.
¿Acaso los
escritores cumplen una especie de condena divina? ¿Estamos sancionados a narrar
sólo sobre las privaciones?
***
2
Louis Carroll,
el creador de Alicia en el país de las maravillas, se preguntaba: ¿Quién soy en
el mundo? Ese es el gran rompecabezas.
¿Acaso sea el
punto faltante, la pérdida y la ausencia el motor para invocar a las musas?
¿Acaso la mañana
que ya no advierta los bronces de la puerta de entrada resplandecer con el
reflejo del sol nazca un nuevo relato? ¿Acaso echaré de menos a Norita cuando
se jubile?
Tanto el negro
Segura como Norita la encargada del edificio, son héroes anónimos.
***
3
Desde chico
escribo casi todas las semanas. Mi primer relato nació mientras escuchaba The
Wall. Unos párrafos de dolor que desterré con la fatal secuela de una
deserción. El dolor verdadero es tan raro como el amor verdadero.
Una gran pérdida
fue el ingenio inconsciente para contar sin saber hacia dónde ir.
Tengo muy
presente la primera escucha de The Wall. Mi duda fue: ¿Por qué querría Rogers
rodearse de un pared, esconderse, amurallar la cara oculta de sí mismo para
desde ahí, ponerle música, voz y cuerpo a su propio fantasma?
Años después
entendí que el disco es una profunda reflexión y Roger, comprendió la
importancia central de la figura del viejo y le permitió que prosperara una
obra fundamental. Un padre abatido en una batalla durante la Segunda Guerra
Mundial cuando Waters tenía apenas seis meses. O, todavía más drásticamente, la
ausencia de su palabra.
Escribimos para
poner palabras donde no estuvieron.
***
4
— Salí, mía,
tuya — me gritaba Segura. Tres vocablos componen una historia: «Salí, mía,
tuya». Fin. ¿Porque no más palabras? Porque no hay nada pendiente.
El negro jugaba
de primera y Norita le saca brillo a las barandas hasta encandilar y Rodo el
ferretero indaga un tornillo que se desplomó de un cerramiento y lo investiga
como si fuera un pedazo de meteorito para ofrecerme las arandelas adecuadas.
Todos ellos son personas con amor hacia su destino. Personifican la
introducción, nudo y desenlace de una realidad sin vueltas.
Estoy lejos de
ser Bob el constructor. Para el mal oficial no hay herramienta buena. Construí
relatos y paredes ficticias desde muy chico. La radio hoy me permite leerlos y
así, derribar ladrillo a ladrillo una reclusión arrolladora. La radio derriba
paredes.
5
La pelota rueda
en este programa que pronto cumplirá un año. Se viene un cambio de frente y la
bocha me gana por arriba. Nene en la coordinación de piso dice — Mía — y Diego
Lizarazu en la operación técnica apunta: ¡Salimos al aire!
Siento que mi
voz se construye del relato del niño que comprende que la herencia de su padre
ha sido in-suficiente.
Daddy's flown
across the ocean/ Leaving just a memory
Papá voló a
través del océano / dejando únicamente un recuerdo /
All in all, it
was all just bricks in the Wall
Simplemente, un
ladrillo… otro ladrillo en la pared.
No hay comentarios:
Publicar un comentario