ÚLTIMO PROGRAMA
Cada
viernes a las 21 hs salté a la radio vía instagram como quien sale al amor.
Evadí la práctica de reuniones por zoom y me hundí en el regazo radial con ojos
de videotape. Un lugar donde soy. El pelotero de mis cuarenta.
Camino
al programa número 160 me preguntaba ¿Qué es esto que tanto nos maravilla? Una
propuesta que no alude a la coyuntura, a la temperatura, ni al escándalo de la
semana. Un formato atemporal más afín al podcast que al magazine semanal.
Durante
cinco temporadas “la agenda” permaneció confinada a una charla, a la
publicación de una novela o la presentación de un libro de poesías.
Arribamos
a cada emisión con el material leído. Logramos conversaciones entrañables con
escritoras, escritores, poetas, músicos y dramaturgos. El programa nos
aleccionó y salimos mejorados.
Mientras
rebuscaba el cargador, rumié: ¡Cuánto mal nos hacen los credos y los
fanatismos!
En
Manual de Perdedores no tenemos obcecaciones. Es un programa sin versus.
Cohabitan
el suburbio de Arlt y el garbo de las Ocampo. El desparpajo de la poesía de
Cucurto y la hermandad literaria de las Brontë. La reminiscencia al peronismo y
la referencia indeleble a Borges. El realismo mágico y el ensayo altisonante.
Somos eternos principiantes, mezclamos la literatura con la vida (porque la
vida sin ficción es un infierno)
Si el
mundo fuese claro, la radio y el arte no existirían. Estamos al aire no solo
por los programas que hemos escuchado. Hacemos radio también por quienes
continúan contagiando desde sus espacios las ganas de estar frente al
micrófono.
En el
transcurso de varios viernes vi la cara de July parsimonioso que me decía con
su mirada:
— ¿Para
qué la radio, pa?
Es
entendible. En el colegio asimilan de lunes a viernes que las cosas tiene un
para qué. Desde las plataformas plagadas de tarea hasta tik tok, el capitalismo
vestido de cordero se oculta y da un mensaje propagandístico permanente… ¿PARA
QUÉ? «Quédate en el molde que ya está todo dicho, nene» Mientras cargo el termo
para el mate tarareo como un mantra: «Este asunto está ahora y para siempre en
tus manos, nene.»
Es
cierto, nos ganan por goleada. El modelo capitalista es el dueño de la pelota.
El pez más grande se come al más chico. Así las cosas cargamos nuestras ganas y
apuntes e insistimos con un programa sobre libros en la trinchera de una
propuesta alternativa.
Son las
8.45 pm. Alcanzo a tocar el botón de “vivo”. Guille me da el ok, Fabian de Vita
levanta el pulgar, a la espera de un nuevo invitado que nos convida su arte en
forma de verso. Todo listo para comenzar con el show.
Al cabo
de cinco temporadas poetas, novelistas y narradores en un clima de sobremesa
reversionaron sus poemas y nos conmovieron al aire. Quedamos turulatos ante
tanta divinidad. Los oyentes y nosotros, agradecidos.
Creo
que alguna vez, cómo postulaba Gelman, condecorarán al poeta por usar palabras
como fuego, como sol, como esperanza, entre tanta miseria humana, tanto dolor
sin ir más lejos.
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