3 de julio de 2025

EL ENOJO ES UN IDIOMA QUE NO NECESITA GRAMÁTICA

 



Estaba en terapia intensiva.

Entre cables, pitidos, ojos ajenos que velaban por mi voz dormida.

Y en ese silencio, irrumpieron.

No con gritos, sino con un cerrajero.

Porque a veces la violencia se disfraza de trámite.

Se dice: "es nuestra casa",

y se deja caer la historia con la liviandad de un papel firmado.

Como si los ladrillos pudieran contar su propia versión

y dijeran:

fue mamá,

fue ese hombre bueno que no firmó pero estuvo,

fue infancia, fue espera, fue abrazo.

 

Lo hicieron porque pudieron.

Porque el enojo es un idioma que no necesita gramática.

Pero yo ya no hablo ese idioma.

No quiero traducirlo.

 

Cuando venís grande, y tenés hijos,

la rabia de otros ya no te provoca lucha.

Te provoca compasión.

Porque no ves un enemigo.

Ves a una chica sin abrazo.

A un pibe que nunca supo fue amado.

 

Y entonces, no querés venganza.

Querés que algún día se detengan frente a una puerta,

no para abrirla a la fuerza,

sino para preguntarse si alguna vez

fueron bienvenidos en alguna parte.

 

Yo, mientras tanto, reconstruyo.

No la cerradura.

El sentido.

Mi paz.


“Vos estuviste con tus padres en el momento crucial, nadie más estaba. Pagaste un precio, que fue tu quebranto de salud, y siempre, siempre, al firme y de pie. ¡Que fuerza, loco! Superado ésto, una etapa nueva. Vos vas por lo que te nutre, ahora es para crear, escribir, y sobre todo, vivir. Vivir para vos y los afectos reales, auténticos, los que vos te merecés. Fuera de tu vida la gente que siente con el bolsillo, que vive para lastimar, que no recuerda, o no sabe, de AMOR.”


Marina, marzo de 2025. Montevideo - Uruguay




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