
Para
concluir con una velada inmejorable, Javier Fernandez Quinteros le regaló a
Julián la caja protectora de una guitarra con la firma indeleble sobre el
plástico de todos los miembros de la troupe. Oro en polvo para culminar una
noche en el lugar donde se inició lo que luego se llamó el Rock Nacional, donde
inicia, quizás, una nueva pasión entre padre e hijo.
Hey hey! my, my, rock and roll never die.
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