12 de abril de 2013

RUMBA & BLUES





Estadio de River, primavera de 1992. Llegaron temprano, serían las seis de la tarde más o menos. No habían almorzado. Compraron en la Shell de Udaondo dos Cindor Shake frías y dos paquetes de galletitas: uno de Rumba y otro de Mellizas. Tarde-noche de chocolatada y blues. Ella fumaba, el no. Él jugaba en deportivo Riestra. Un stopper rústico con limitaciones técnicas. Además le molestaba el humo; años después se convirtió en un fumador de paquete y medio diario. Conservaba algunos juguetes de la infancia. Pedía permiso para salir, no sabía hacer su cama y de vez en cuando hacia alguna compra en Supercoop. Ella era glamorosa y algo presumida, le gustaban los Guns and Roses y a él las mujeres como ella. Allí estaban en el campo del monumental. Extasiados por el blues y rocanrol que desparramo la troupe de Pappo y Black Amaya en el escenario del gallinero.

Ella abrió un cartón de Malboro light de diez, prendió uno y el humo en su cara invitaba a comerle la boca. Cuando finalizó el show del Carpo, la espera se hacía cada vez más densa. Estar en ese lugar no era políticamente correcto para el manual de un rocker stone ortodoxo. Los Guns eran la banda del momento. El estadio explotaba. Fue hasta el baño, miró la puerta de salida… Decidió quedarse, no se podía ir. La morocha le debía un beso y recordó que el paquete de Rumba aún estaba sin abrir.










1 comentario:

  1. Alfredo Andres Pinal

    si es real inolvidable y si lo imaginaste increible

    11 de abril a la(s) 18:51 ·


    Paola Olocco

    hermosa historia... muy bien contada!!!

    11 de abril a la(s) 21:09 ·

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