24 de febrero de 2012

VOLVER




Volví a mi segunda casa, de todos los viajes que hice éste fue muy especial: llegué junto a Julián
He viajado mucho, he vivido en distintos lugares, he perdido la cuenta de las veces que me mudé, he inmortalizado en mi retina amaneceres y atardeceres que ningún plasma, ningún lcd o led pueden empardar... ya no tengo veinte, pero sé que me quedan muchos kilómetros por recorrer.

Me imagino un domingo de sobremesa, con la familia y las anécdotas que se suceden unas tras otras: "Eso me hace acordar una noche en Clorinda, íbamos con..." y ¡que apaguen los celulares! A ver si algún desprevenido piensa que el mapa termina en la General Paz.

Volví a Mar del Plata y sentí que había llegado a mi casa, a mi barrio. Me viene una imagen recurrente: bajar del bondi, caminar a la madrugada algo mareado por los pasajes de calle de tierra de Barrio Sarmiento*, los perros que se asomaban, me miraban y agachaban la cabeza, me conocían, ellos sabían quien era yo y yo sabía quienes eran ellos… había llegado a casa.
La vida moderna esta lejos de aquella tranquilidad. A no asustarse si nos ladran; ¡es buena señal!... significa que todavía no finalizamos el camino, que debemos seguir buscando nuestro lugar, recuperar nuestro aroma e ignorar a quienes ladran de rabia, la rabia en el fondo es tristeza y a nosotros nos enseñaron a no perder la alegría.
                                                                                 



*Homenaje Tardío


Barrio de mi infancia
escondido en La Matanza,
peronista y matancero
con potreros y añoranzas.

Año nuevo…¡Gran excusa!
con las mesas en la calle,
familias de la cuadra juntas
ya no creo que ésto pase.

Los cortes de luz llegaban
con las lluvias y tormentas
y las velas alumbraban
castigadas calles e´tierra.

Las cloacas se tapaban
después del aguacero...
y a destapar con las cañas
en el patio de La Vero.

Cuando el agua bajaba,
se festejaba como un gol.
Alistar bolsas de arena
y salíamos al cordón.

Sobre la tierra humedecida,
Camilo y Tatú patinaban.
Sus zapatos embarrados
y los codos empinaban.

Los asaltos...¡Qué momento!
¡Cómo han pasado los años!
primeros roces en los lentos
primer beso y desengaño.

La urgencia hoy nos lleva
tras la búsqueda del vento,
¡Pero cómo no recordarte!
querido Barrio Sarmiento.

Este homenaje tardío
al barrio que mi vio crecer
bolitas, trompos, baldíos
infancia que no has de volver.










3 de febrero de 2012

EL VUELO




- ¿Tenés todo? – dijo papá.
- Sí - respondí
- ¿Pasaporte, pasajes?
- Sí, papá ya te dije que sí.
- Bueno…, disculpá, voy a poner algo de música si no te molesta.
- ¿No querés hablar? - le pregunté
- Prefiero manejar con música - contestó.
- Está bien, estuviste callado toda la semana, ¿no tenés nada que decir?
- Ya te dije, yo quiero lo mejor para vos y si lo mejor es que vivas en Los Ángeles te voy a apoyar.
- Y querés musicalizar éste momento ¿no?
- ¿Qué decís?- dijo y giró su cabeza hacia mí.
- Te ví anoche seleccionando temas - dije decidido.
- Sí, cargué unos temas en el bichito éste… Creí que dormías.
- ¿Te puedo hacer una pregunta más?
- ¡Estás preguntón hoy, ¡che!
- Una más – insistí.
- Bueno… ¡Dale!
- ¿Por qué le pusiste “sin nombre” a la carpeta?
- ¿Queeeé?
- Ahí... Ahí dice sin nombre.
- Ah, no sabía qué nombre poner, es eso. Como no tiene nombre lo que siento hoy… Es alegría por vos y tris…
- ¿Estás triste, pa? - interrumpí. Fue una pregunta inoportuna, decidí cambiarla. - ¿Quiénes son éstos?
- ¿Estos?... Thin Lizzy
- Suenan bien, ¡eh!
- Sí, suenan, además es una de mis bandas favoritas.
- ¿Posta?
- Sí, cabezón.
- Hace rato quería preguntarte algo…
- Decime.
- ¿Qué significa para vos el rock, pa´?
- ¡Qué sé yo!... Para mí el rock es la música de mi adolescencia.
- Vos sabés que el papá de Jhonny ¿viste? escucha Dyango el chabón.
- Y bue... Hay de todo. No me mires así... Ya sé que papá está grande, que debería escuchar otras cosas, algo más melódico, pero a papá le gusta esto, me estremece ésta música, ¿qué voy a hacer?
- ¿Estremecer? ¿Cómo?
- Sí, estremecer… qué sé yo, como cuando te tiras a la pileta en un día de mucho calor y el agua está muy fría y al rato empieza a gustarte y ya no podés salir, no querés salir. Eso es estremecer, eso es la música para mí. Claro que a veces escucho otras cosas. Pero no puedo evitar escuchar de vez en cuando algo que me emocione, ¿comprendés?
Mi viejo se había embalado y quedaban pocos minutos de viaje hasta Ezeiza.
- Mirá - continúo. Nunca hablé de esto con nadie... yo preparaba dos cassettes: uno para la ida y otro para la vuelta a la facultad. Las pilas se consumían muy rápido y la radio era una buena opción, sobre todo para tapar el sonido ambiente de la General Paz. Iba todas las mañanas desde casa hasta Ciudad Universitaria en el 28 semi-rápido.
Para mí - continuó mi viejo - era deprimente escuchar radios fm como la Aspen con temas de Phil Collins tan temprano, ¿viste? Entonces armaba mi propio compiladito rockero y el viaje se hacía más ameno. ¡Llegaba desinformado pero feliz!
En la madrugada, mientras preparaba las entregas para la facultad, escuchaba a Dolina... ¿Sabes qué cabeza?, el rocanrol me cambió la vida, en más de una oportunidad hubo canciones que me han sacado de esos pozos depresivos que sólo si fuiste y sentiste como adolescente podés entender…
- Nunca te escuché hablar así - quise decir algo inteligente y dije esa boludez.
- Siempre hay una primera vez- comentó papá - En definitiva acá estoy, tachero, tranqui, pero insatisfecho... ¿Para qué te voy a mentir? El taxi nos dió de comer, con el taxi pude darte una educación y con el taxi estamos yendo a Ezeiza. Es contradictorio para mí, siento que no alcanzó, ¿entendés?
- Bueno papá, ¡tampoco la pavada! Además vos no sos como los boludos de la parada. Ellos son diferentes… Más… más -no quise ser tan duro- clásicos digamos.
- Te digo más- continuó papá como si no me hubiese escuchado - Esto queda entre nosotros ¿tamo? A la madrugada paro en un café y los escucho, ¿viste?, porque yo siempre escucho. Y hablan al pedo, opinan sobre ustedes los adolescentes y yo me pregunto si alguna vez tuvieron quince años.
- ¿Por qué?
- ¡Porque parece que nacieron viejos, che! Cajetean todo el tiempo, yo que no entiendo eso de la crin, crinf…
- ¡Creamfields!
- ¡Esa mierda! No comprendo esa música, eletrónica, ¿eh? Pero no por eso tengo que ser tan prejuicioso, mi viejo, tu abuelo... murió sin saber quién fue Lou Reed y eso no significa que fuera un anticuado para mí. El viejo Lou sigue siendo un artista del carajo y mi viejo el tipo más íntegro que conocí.
Papá respiró profundo, yo quería que ese momento no terminara. Fijó la mirada al frente como si buscara las palabras en el asfalto de la autopista Richieri y dijo algo que no voy a olvidar jamás:
- ¿Sabés qué, cabezón? Fuera de joda ¿eh? Ojalá algún día la música te llegue y cale tan hondo en el alma como a mí, ojalá algún día alguna expresión artística te conmueva, ojalá algo por básico que sea te saque del montón, te ayude a ver en perspectiva y puedas contemplar la realidad con todos los sentidos... La música no sólo se escucha, se siente, trae aromas. Pocas cosas me han llegado tan profundo como el sonido de una armónica… el sonido de un piano, pero esos podridos de New Orleáns, ¿viste?, en mi puta vida estuve ahí, pero estuve, ¿entendes?. ¡Benditos esos blancos ingleses que reivindicaron a los negros americanos!, hicieron versiones de sus canciones y pudieron conocerlos en el mundo entero. A esos, a los que se la juegan donde todos se hacen los pelotudos… Se hubiesen quedado con su música pasatista de post guerra, sin embargo escuchaban música margineta norteamericana, como lo fue alguna vez el tango, ¿entendés?, acá, en Argentina, en Buenos Aires, digamo´, el tango alguna vez fue marginal, música de cabarulos, de conventillos…
- ¿En seeerio?
- !Sí! Y todos esos músicos ingleses que hoy pisan los setenta, alguna vez tuvieron dieciocho, diecinueve años como vos. Frecuentaban los bares de las afueras de Londres y mamaron el blues y el rocanrol como si estuvieran en el delta del Mississippi.  Les agradezco, ¿viste?, a ellos que no necesitan explicar nada, que siguen escuchando lo que sienten como a los veinte…
- Acá hay que doblar, papá.
- Tenés todo me dijiste ¿no?
- Sí- respondí-. Vos sabes que ayer cuando contaba de mi trabajo en una disco noté que el tío y la tía se burlaban de mí...
- ¡No les des bola a esos fracasados que vas a terminar igual que ellos!- sentenció mi viejo - Una cosa más, si alguna vez ya grande seguís escuchando lo mismo que ahora y alguien te dice que tenés que cambiar, madurar, escuchar otra cosa... Dyango, vals, bolero o Mongo Aurelio, consejo de un gil: hacé la tuya hijo, escuchá a tu corazón y vas a tener la respuesta, no pienses tanto como yo, mirá cómo terminé...
- Vos siempre decís que a un caballero sólo…
- … le interesan las causas perdidas- completó papá. No me hagas caso, dame un abrazo… Andá, andá, dale, que sale tu vuelo… ¿Tenés carilina? Tomá mi pañuelo… Dale que tengo que entregar el taxi a las cuatro.
Mi viejo intentó mostrarse duro, pero sus ojos estaban vidriosos. Nunca lo vi llorar y ese día no fue la excepción. Subí al avión, saqué mi ipod touch y busqué la carpeta "sin nombre" que pude copiar mientras papá dormía. Puse "King of the blues" de Gary Moore y no pude pensar en otra cosa que en él y sus palabras.
Pasaron muchos años de aquel día. Mi carrera como DJ en Los Ángeles tuvo momentos de éxito y de bajones. El balance es más que positivo, hice lo que quería: laburar de lo mío. Volví a la Argentina el domingo, me instalé en el departamento que le compré a papá en Capital. Miré el reloj, tomé el ascensor y salí de la cochera a los pedos. El cementerio cierra sus puertas a las cinco. Suena Thin Lizzy, no sé el título del tema, el dolor en ocasiones no tiene nombre, duele y ya. Ahora entiendo a mi viejo: nada de flores, nada de mariconadas…