28 de octubre de 2013

ALICA ALICATE







Francisco de Narváez reconoció su derrota: "Me cabe a mí toda la responsabilidad de este resultado". El colorado construyó a partir de sus recursos económicos y de la publicidad. Gastó mucha guita y se quedó con un magro 5% de los votos en la Provincia de Buenos Aires. De Narvaez es un empresario, no es un cuadro político. Como tal, no armo un espacio estratégico a largo plazo, con visión de futuro. 
Parece ser que Don Francisco compró la biblioteca de Perón y se creyó el filósofo de Lobos. Muchos empresarios como el, que se acercan a la política como un negocio, terminan yéndose por la puerta de atrás u operando en la sombra, llevando negocios al Estado. Desembarcan, pasean por los canales de televisión haciendo lobby para sí mismos, ven la posibilidad de invertir, (como si se tratara del boom del parri-pollo y las canchas de paddle) ganan una elección (como en 2009, nada menos que a Nestor Kirchner) y piensan: - ¡Ya está! Y en realidad no está nada, allí comienza la historia. 
El boom Alica/Alicate fue eso, un boom. Efímero, falto de contenido y pasajero. Un candidato que se hizo popular a partir de una imitación televisiva.
Salir en "lo de Tinelli" no fue suficiente. Cuando se acaba la fama ( que no es lo mismo que el éxito) cuando se agotan los recursos y la magia ya no está, como en el cuento de cenicienta, se acaba el hechizo.









20 de octubre de 2013

LA MARU





18/05/2010 
Primer encuentro de mamá con Julián

Esta imagen la tomé en el momento en que July y mamá se conocieron. El mira desconfiado, extiende su brazo y duda en agarrar la botella pero con la certeza de que esa mujer no le hará daño. Cosas que uno naturaliza. Impedimentos, trabas e iniquidades que solo pasan en las películas (hasta que te pasan a vos).

En este caso, una película bizarra de bajo presupuesto con actores grotescos y miserables que vieron en la convocatoria una oportunidad para lograr algo de notoriedad. Confieso que hubo días que miraba alrededor y buscaba un guiño, una señal, un asistente de cámara, al director que me dijera:
- última toma... silencio... grabando…- y que terminara la pesadilla, pero no fue así. 

Hay films que duran una hora y media, dos como mucho. En este caso tuvo muchas horas más, muchos fotogramas más: 21 meses para ser más preciso. 

Días y noches interminables, como en un cuento kafkiano sin la arquitectura gótica y romántica de la ciudad de Praga como marco. Las locaciones, en este caso, fueron los claustros de los tribunales porteños. Juzgados con escaleras estrechas, ascensores abarrotados de abogados, despachos repletos de expedientes y eternas esperas en los pasillos con vista al techo de chapa oxidado de un supermercado chino.
Fuera del set, a 400 kilómetros estaba mi vieja que aceptaba con hidalguía la situación. Naturalizando la sinrazón para no levantar el avispero. Lejos de dramatizar tejía chalecos, gorras y bufandas para el próximo invierno sin certeza alguna, de cuando iba a conocer a su nieto. 
– En una de esas el frío continúa y se lo podes llevar. Por lo que ví en la última foto que me enviaste el rojito que te terminé, le va a quedar medio chicón- me decía por teléfono. Sólo Dios sabe por dónde andaría su cabeza en esos dos largos años.
Para terminar y con perdón de los Sociólogos en la sala. Creo hay dos clases de personas: Los espectadores y los protagonistas. Los espectadores son aquellos que tienen el conejo más grande que la galera, los que se suman al desconcierto para ver que ventaja pueden sacar. Los que desfilaron a avalar una mentira ya sea por mezquindad, miedo, obediencia o conveniencia. Los que fueron a sumar su grano de arena a un expediente engañoso y embustero, a separar -y esto es lo más grave- a un bebé de su abuela.

Los protagonistas en cambio, son los que ante una situación delicada miran, observan, esperan y saben contemporizar. Desensillar hasta que amanezca, como dicen en el campo, para actuar con discreción y sensatez. Mi mamá pertenece al segundo lote. A veces siento que para vivir en un mundo mejor todos deberíamos haber sido criados para criar.  

La suerte son los padres - decía Facundo Cabral. Comparto su opinión, en ese sentido yo tuve mucha suerte: mi vieja, la Maru, la que me acompaño a transitar ésta pesadilla con un final feliz. 













11 de octubre de 2013

LA PROMESA










Geneviève llegó al cementerio de Montmartre con un ramo de flores y una caja en su mano acompañada por su nieta.
- Abuela, aquí está el sepulcro de Edgard Dubois.
- ¿Estás segura, Dominique?
- Sí, abuela.
-Muy bien. Coloca éstas flores junto a su tumba, por favor, y dime la fecha de su muerte.
- 19 de abril de 1986.
- Gracias, mi cielo. Fue hace muy poco ¿no es así?
- Sí, abuela, casi tres años. ¿Estás bien? Estacioné a pocos metros de aquí. Cuando tú me lo digas, volveremos a casa.
- Estoy bien, Dominique. ¿Puedes dejarme a solas?
- Abuela, no te dejaré sola. Estaré aquí a pocos metros.
Geneviève, no veía bien. Hacía años que su visión sólo distinguía siluetas. Tenía una promesa que cumplir. Su juramento estaba allí en sus manos. Una caja de multilaminado de cedro muy bien conservada.

Edgard decía que en ese cofre podía entrar todo. – Esto es sencillo, esta caja es algo extraordinario. Vamos a poder guardar las joyas. Las perlas no se van a perder. Esta es la solución a los problemas de dónde depositar las perlas de los collares. Tome nota, Geneviève.
Geneviève hacía muy poco que escribía a máquina. Su dactilografía era insuficiente. Edgard le pidió, le suplicó más bien – Mire, Geneviève, necesito que tome nota con precisión.
Edgard continúo -Por favor, presten atención. Esto es importante para el diario. Le Parisien necesita incrementar sus ventas. Sus salarios dependen de esta noticia que será la portada de mañana. Tú, el fotógrafo ¿puedes sacar esas fotos después de la reunión? Esa luz nos distrae, se lo pido por favor. Bueno, como les decía, el material de la caja es de multilaminado de cedro. El cedro es un tipo de madera muy noble. Las perlas allí dentro no harán ruido. Hay algo llamado telgopor...
-¡¿ Telgopor?! Interrumpió Adrién tomándose el mentón entre sus dedos.
- Sí, así se llama. Se le dice Telgopor por el fabricante, el nombre genérico es poliestireno expandido- contestó Edgard con propiedad. Este material pronto solucionará el asunto de los golpes y las roturas, en una palabra, darán respuesta a la demanda del choque entre las perlas almacenadas en arcas de mala calidad.
 Geneviève lo miraba con secreta admiración.
- En principio- reanudó Edgard- fue pensado para las perlas, pero la idea es avanzar en las alhajas, joyeles y filigranas. Podemos ubicar esta caja en el dispensario del baño, en la alacena de la cocina, en el aparador del cuarto. Escriba Geneviève, por favor.
La nota sobre la caja para depositar reliquias publicada en la portada del Le Parisien, sería todo un éxito y una bisagra en la carrera de Edgard. Muy pronto se convertiría en el periodista y publicista más famoso del matutino y poco tiempo después de la élite parisina de la segunda mitad de la década del ´20.
En ese momento irrumpió Etienne, jefe de la redacción del Le Parisien – Yo no entiendo cómo aquí pueden reunirse once reporteros y creativos para redactar una nota. Hoy es un día histórico. Hoy llegará a la redacción lo que esperamos tantos años: ¡Las máquinas de escribir Remington! ¿Ustedes toman dimensión de lo que eso significa? ¿Y usted qué hace ahí? Por favor termine de una vez con las fotografías. El ingenio se dispersa, mis colegas trabajan en una crónica muy importante del periódico ¿acaso no entiende? - giró su cabeza y miró fijo a François y a Maurice que estaban en un rincón- Y ustedes dos pueden salir. Hay mucho personal en este sector.
Etienne envidiaba a Edgard, hacía todo lo que estaba a su alcance para obstaculizar su faena. Sin embargo, Edgard, quería demostrar a sus pares, a sus condiscípulos de otros medios gráficos de París y a los lectores del Le Parisien que estaba para grandes cosas. Edgard era un talentoso. Él lo sabía. Alguna vez dijo mientras fumaba su pipa de brezo - El talento escondido no produce reputación- y no se equivocó.

-Vamos abuela, ya estuvo bien. Deme ese cofre que se va a mojar.
-No, no Dominique. Déjalo junto a las flores.
-Pero con la lluvia se echará a perder.
-No importa.
-Pero abuela, lo ha atesorado por más de sesenta años.
-No me interesa Dominique. Lo conservé tantos años para traerlo hoy hasta aquí.




"Las verdaderas promesas son aquellas 
que se hacen con el corazón y se cumplen en silencio"







5 de octubre de 2013

NOCHE DE MILONGA




Hoy nos quedamos acá. ¿Tenés ganar de salir, vo´? Llamá a la pibita, el gatito ese y explicale. No, no, no, pará. Pará un poco. El que fue a pegar fuiste vos. No me quieras enroscar a mí. Yo te avisé que con los peruanos estaba todo bien... y además a ésta piedra la juno, ¿es de la gente de Acuña, no? ¡Así la embalan estos putos! No, no me mires así, la gente de Acuña la corta, se zarparon mal. ¿Qué no sabías? ¿Cómo qué no? A los pibitos de la nueve boludo, la gente del Horacio, esa, sí, esa. Fueron y pegaron base y tenía más tubo que pasta. Dale, te hacés el logi... Acá... Conmigo. ¡No podés ni hablar, Maurito! Mirate loco, mirate. Sí, estás ahí mandibuleando y no podés armar una frase... Bueno, a los pibitos del nueve los garcaron, fueron por un pipazo y se dieron vuelta como una media. ¿Por qué? ¿Por qué, qué? ¿Qué ponés caras? Coooorta la bocha. Porque la gente de Acuña, tu amigo Acuña cortó de más. Ahí lo tenés, a tu amiguito Acuña matando pibitos ¿viste? Sí, sí, no mires con esos ojos. Y pará un poco. Virulo va, virulo viene. Mirá que la noche es larga, loco, eh. Ponete pillo. Viene un barrilete de estos y vos... ¿y vos qué haces? No la ves Mauro, ¡no la ves, amigo! Maurito, Maurito si te viera tu vieja, boludo. La dejaste tirada, se te venció el título y fue a parar a una fosa común. Maurín. Pará de carretear, es la verdad, Mauro. ¿Qué te pasó, loco? ¿Dónde quedó el pibito que yo conocí? Rescatate un poco. Salí, salí de esta gilada. Dejá un poco. ¿Qué mirás? ¿Yo me persigo? ¡Vos te perseguís! Sí, vos. No, no. Vos te perseguís que yo me persigo. Pensar que eras un pibe de primera: Blazer, camisita y zapatitos de Grimoldi. Mirate ahora, Mauro. ¡Pará, pará! Despacio que la noche es larga, loco. ¿Te acordás en la casa del laucha, la noche que quisiste probar? “Parece el olor al dentista” decías. Cómo te enroscaste, Maurito. ¿Hablaste con el boga? ¡Tenés que hablar, loco! Llamalo ¿Ves cómo te colgás? Dame un toque, ela, ela. ¿Qué pasa? ¿Qué chispeás para afuera? No pasa nada, Maurín, este lugar es seguro. Es el ruido de una ambulancia, loco. Tanto quilombo por una sirena. Abrí la birra, dale. ¿Tenés un cigarro ahí? Mirá qué lindo encendedor pegaste, botón. Ja, claro, se lo caminaste al logi de Acuña. Con razón vas seguido ahí. Te cabe la hija y le choreas los encendedores. Maurito, Maurito. Vos sos como yo, por eso, por eso te aprecio.