13 de agosto de 2014

WELCOME TO CLORINDA






En la fonola de Pizza Boom, sin moneda y sin cospel repiqueteó una cumbia. El vigilante de Rivadavia y Baradero entró a la pizzería, mangueo una de muzzarella y oyó una conversación. Ella dijo que era de Clorinda y el de San Hilario, se los notaba muy complacidos de estar allí. No comían ni bebían, solo bailaban.
Llegaban de un lugar, dijeron, donde ya no importa tanto lo que importa. El cobani creyó escuchar algo sobre Formosa pero hablaban en guaraní. Omitió el dato y displicente cruzo la avenida. En la estación de servicio de enfrente giró para echar un vistazo, y distinguió dos luces blancas lanzadas hacia el cielo. Pensó que algún cuervo se anticipó al festejo y regresó sobre sus pasos. Advirtió a dos sospechosos con pelo largo que venían de Falcón.
Moduló al móvil más cercano para prevenir. Uno vestido de negro, una remera con una H blanca estampada en el pecho y el otro, algo picadito, con peinado de mujer y vestido con un jardinero de jean.

Cuando el patrullero arribo, los rockeros ya no estaban allí. En Floresta, a veces, pasan cosas extrañas.






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