1 de octubre de 2019

SEGURA



Llegué a los catorce años plantado en el metro setenta. En cambio "el negro" Segura había pegado el estirón. El negro jugaba de dos. Éramos la dupla central del equipo.

Las pelotas que me superaban eran rechazadas por mi camarada. Jugábamos de memoria: Stopper y libero. Central y último hombre. Ganamos la titularidad desde la novena hasta la cuarta. Unas semanas antes de saltar a tercera mí camarada se fue a Talleres de Córdoba. Hasta hoy no había escrito sobre él.

¿Acaso los escritores cumplen una especie de condena divina? ¿Estamos sancionados a narrar sólo sobre las privaciones?

 

***

2

 

Louis Carroll, el creador de Alicia en el país de las maravillas, se preguntaba: ¿Quién soy en el mundo? Ese es el gran rompecabezas.

¿Acaso sea el punto faltante, la pérdida y la ausencia el motor para invocar a las musas?

¿Acaso la mañana que ya no advierta los bronces de la puerta de entrada resplandecer con el reflejo del sol nazca un nuevo relato? ¿Acaso echaré de menos a Norita cuando se jubile?

Tanto el negro Segura como Norita la encargada del edificio, son héroes anónimos.

 

***

 

3

Desde chico escribo casi todas las semanas. Mi primer relato nació mientras escuchaba The Wall. Unos párrafos de dolor que desterré con la fatal secuela de una deserción. El dolor verdadero es tan raro como el amor verdadero.

Una gran pérdida fue el ingenio inconsciente para contar sin saber hacia dónde ir.

Tengo muy presente la primera escucha de The Wall. Mi duda fue: ¿Por qué querría Rogers rodearse de un pared, esconderse, amurallar la cara oculta de sí mismo para desde ahí, ponerle música, voz y cuerpo a su propio fantasma?

 

Años después entendí que el disco es una profunda reflexión y Roger, comprendió la importancia central de la figura del viejo y le permitió que prosperara una obra fundamental. Un padre abatido en una batalla durante la Segunda Guerra Mundial cuando Waters tenía apenas seis meses. O, todavía más drásticamente, la ausencia de su palabra.

 

Escribimos para poner palabras donde no estuvieron.

 

***

 

4

— Salí, mía, tuya — me gritaba Segura. Tres vocablos componen una historia: «Salí, mía, tuya». Fin. ¿Porque no más palabras? Porque no hay nada pendiente.

El negro jugaba de primera y Norita le saca brillo a las barandas hasta encandilar y Rodo el ferretero indaga un tornillo que se desplomó de un cerramiento y lo investiga como si fuera un pedazo de meteorito para ofrecerme las arandelas adecuadas. Todos ellos son personas con amor hacia su destino. Personifican la introducción, nudo y desenlace de una realidad sin vueltas.

Estoy lejos de ser Bob el constructor. Para el mal oficial no hay herramienta buena. Construí relatos y paredes ficticias desde muy chico. La radio hoy me permite leerlos y así, derribar ladrillo a ladrillo una reclusión arrolladora. La radio derriba paredes.

 

5

La pelota rueda en este programa que pronto cumplirá un año. Se viene un cambio de frente y la bocha me gana por arriba. Nene en la coordinación de piso dice — Mía — y Diego Lizarazu en la operación técnica apunta: ¡Salimos al aire!

Siento que mi voz se construye del relato del niño que comprende que la herencia de su padre ha sido in-suficiente.

 

Daddy's flown across the ocean/ Leaving just a memory

Papá voló a través del océano / dejando únicamente un recuerdo /

All in all, it was all just bricks in the Wall

Simplemente, un ladrillo… otro ladrillo en la pared.





El nombre del blog surge de una frase que me dijo un técnico 
cuando jugaba en baby fútbol: "jugala segura, al piso, de rastrón".




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