27 de mayo de 2020

EL CHAT DE INESITA



CAPITULO VII

 

 

EL GUSTI

El redactor jefe Omar Spataro se presentó a la oficina del tercer piso un viernes a la tarde. El viejo Omar nos presentó a una periodista madrileña que cubriría la asunción del nuevo presidente para un diario español. La corresponsal se quedaría para las fiestas, enero, febrero y parte de marzo.

El grupo empresario de medios para el que trabajaba la contrató para la radio y de paso llevar adelante una presentación semanal en televisión como columnista. ¡Ella brillaba! Yo sobrevivía en el suplemento de deportes y mi programa de radio era un cataclismo. Los domingos remaba con la resaca de la noche anterior y me costaba rasguear un artículo.

— Maurito, sabes lo que te aprecio pero la situación es insostenible. El viejo te tiene en la mira. Antes que te llame él te lo digo yo, te quieren rajar.

— ¿Por qué? En todo caso que me lo diga él.

— Rosa de limpieza te vio cuando entrabas unas botellas de birra.

— ¿Cuándo? Si acá no tomo.

— Hace dos meses. Omar, a partir de eso, mandó a poner unas cámaras arriba de los banners de deporte. Te filmaron y tienen las cintas.

— ¡No te puedo creer! Tenemos que hablar con los delegados, Gustavo. No nos pueden filmar.

— Los delegados están comprados, Mauro. El Chivo y Andrés reciben un sobre. Me extraña. Hablé por vos, le dije al viejo que tenías a tu mamá muy enferma.

— ¡Con razón se mostró reacio en el brindis! Le conseguí la exclusiva con el “gatito” Leeb. Hijo de pu…

— No me hablés de gatos. Sí, ya lo sé. A mí no me cuentes lo que sos como periodista, el tema que está todo muy complicado y quieren reducir la planta. Al que patine primero se lo llevan puesto y vos estas en la cuerda floja.

— Te agradezco lo que estás haciendo. Te cuento a vos y quede acá.

— Decime.

— Volví a consumir, fue un desliz ¿viste? Vera…

— Esperame que envío unos mails y hablamos bien.

— ¿Antares?

— Sí. En media hora estoy ahí.

 

UNAS COPAS

Gustavo en un clima más distendido me dio la mala noticia. Con el pretexto de la poca actividad parlamentaria durante el receso legislativo me pasarían a política para no echarme. De esta manera caía en la humillación de cubrir audiencias públicas y presentación de petitorios infumables. Allí conocería a Amparo.

— Es lo mejor, Maurito. Es plata o mierda. Aguanta unas semanas, dame tiempo y vemos como revertimos juntos este quilombo.

— Hola guapo, ¿me traes la carta, please? — dijo Gustavo a un camarero venezolano morrocotudo mientras nos ubicábamos en una mesa para cuatro.

— Te lo comiste con la mirada.

— No es mi tipo. Escuchame. ¿Seguís con esa Vera?

— No, no. Pero estuve muy enroscado. Fui a terapia. Pero me liquidó lo de Dante, ¿viste?

— Dante siempre fue igual, Maurin. Me extraña ¿No te acordas cuando empezamos el CBC y él no? ¿Te acordás que terminó la secundaria a los veintitrés años?

—...Y nos daba a entender que era más inteligente que nosotros.

— ¡Claro! — soltó el Gusti, mi compañero de banco en la primaria y jefe de redacción de arte y cultura del diario — En el colegio sacaba los teoremas de matemáticas antes de que lo expliquen, pero todo eso no le sirvió de nada.

— Inteligencia al pedo. En ETER la rompió.

— ¡Rompió las reglas! Se anotó sin tener el secundario completo.

— Sí. No sé cómo hizo. Igual no me esperaba que el chabon ...

— ¡Te hizo un favor, man! Siempre fue igual. Nique ta mere! Hijo único, caprichoso, tarambana, ególatra. Y te digo algo más, de víbora que soy: “no salió del closet”.

— ¡Sos una hija de puta!

— Es la verdad. Estaría caliente con vos y lo hizo para que te enojes. Para mi no le gustan las mujeres. Ahora ¿Qué le viste a esa bruja?

— ¡Qué sé yo, Gusti! Me gustó.

— Está bien. Te la cambio ¿Qué crees que le pasó a ella con vos?

— Sin justificarla, eh. Se subió a un colectivo, el del rememorar. Volver le gustó. Creyó tener la oportunidad... Todo despejado... ¡gracias! ¿Puede ser unos maníes?...

—  Manis se dice, tolón.

— Es lo mismo.

— Bueno... y ni en pedo era así...

— Tal cual. Más cuando dependes de que te cuiden a tus hijos, son dos. Es difícil y le guste o no, dependía de la plata del ex también. Casi cuarenta, Gusti. El bocho no es claro. A nosotros se nos abre el mundo cuando nos separamos, a las mujeres se les complica. Trató de buscar reemplazo. Figuras, rótulos, ideales y hay mochila…

— ¡Ey! Muy bien, Maurin. Sos Thor, boludo. Saliste del mismo infierno. ¡Salud!

— ¡Salud, compañero! — brindé con una carcajada mientras nos traían los maníes.

— Reite, Mauro. Siempre, no dejes de reírte. Primero porque aunque los brackets hayan hecho que esas paletas torcidas hoy sean derechas. Tu sonrisa es muy linda. ¡Mira donde llegaste! Si todo va bien el año que viene publicas tu novela. Dante no era amigo, man. No tiene códigos. No puede ser amigo de nadie después de lo que hizo y la bruja esa, alicaída y decadente venía de trece años de prisión, ¿ok? ¡Quería joda, papito!

— ¿Vos decís que ya fue, entonces?

— ¿Sabes cuál es tu problema? ¡Sos ansioso! Te enamoras a cada rato, te desenamoras, te volves a enamorar. Hoy sos un hombre y tenes que entender que una mujer con hijos es increíblemente más difícil que todo lo imaginable. Vos fuiste ese punto suspensivo en su vida que le daba la medida justa de heroína. Vera volvía a ser adolescente en un ámbito en el que se sentía cómoda.

— ¿Cómoda?

— Claro, porque en la adolescencia una estaba recién saliendo. Eso te hace sentir segura en algún lugar en el sentimiento. Pero acá tenés un combo que madre mía: “separación, salgo al mundo con casi cuarenta. Estoy muy bien, el resto de las casi cuarentonas están hechas pija. Arrugas, tetas caídas, culos flojos, celulitis. Mi espejo me devuelve un yo interesante” Todo eso sumó a querer mucho, salir, histeriquear, andar por boliches de jovatos, Molière. Puaj. ¿O me equivoco?

— No, no.

— Y ahí vos, hablando de que te pasan cosas. ¡No molestes! ¡No metas el corazón en esto! Me volves a atar y ahora ando suelta…

—…

— Hasta que vos, cortas. Le cerraste la puerta. Eso jode. Así que no creas que esos puntos suspensivos en su historia no laten.

— Gusti, ¿vos crees que ella sintió algo por mí?

— Si, bolas. Tampoco dramatices. Estuvieron seis meses, boludo.

— ¿Entonces?

— Yo creo que sí.

— Vos sos el Gusti…

— ¡Pará! “Vos sos el Gusti” Yo creo que sí pero con otra intensidad, se sintió superada.

— …

— Bueno, boludo... Mala leche. Es una mina más. ¡Listo! Con un sueldito de periodista y las palabritas no hacías nada. Ella buscaba otra cosa.

— ¿Qué buscaba?

— ¡La MILF buscaba rocanrol y vos le caíste con el repertorio de Ricardo Montaner!

— Sos brava, eh.

— Ya vas a tener platita y te vas montar en el cometa de lo rancio. Ahora tenes otros quilombos. Mirá a tu derecha. Mirá cómo te saca fotos la morocha de flequillo.

—  ¿Dónde?

— En la ventana, bolas. No, no. La mesa del ventanal. Atrás. Ahora no mires. Pendeja, un bombón, sin rollos. Estás para jugar todavía, Maurito ¡por favor! Ya está mi amigo.

— Si, justo en un bar voy a conocer a la mujer de mi vida.

— ¿Cómo la conociste a la Verita ésta, eh?

— ¡Vera, Gusti! La del colegio.

— Ya sé, papito. Se fue en segundo año ¡Qué colegio! La reencontraste en el faceporonga, mi amor.

— …

— ¿Quién te dice que lo que hacía con vos no lo haría con otro?

— No me está sirviendo lo que me decís.

— Conmigo no te podes enojar. Yo soy bruja y te digo la posta. Mira, olvídate de Dante y olvídate también de la femme fatale tardía y venida a menos ¿ok? ¡Ahora tenes que pensar en el laburo! Ver cómo recobras la confianza del viejo. Mentalízate en eso.


REMEMBER ME

— Che, ¿y Renato, tu psicólogo?

— Bien. Era bueno pero no voy más…

— ¿Qué pasó?

— Me fui caliente de una sesión. Me dijo que no tengo ni un hijo desaparecido, ni se me murió nadie en Cromagnon. “Para mí a vos no te pasó ninguna injusticia”

— ¿Eso te dijo? ¿En qué contexto?

— Estábamos hablando de mi mamá, cuando se separó de mi papá. ¿Te acordas que te conté que nos quedamos con mi viejo?

—  Sí, me acuerdo. ¿Cómo no? Estábamos en primer año.

— ¡Qué memoria! Bueno, el psicólogo me dijo que me sentí auto devaluado.

— ¡¿Auto devaluado?!

— Si, como que me armé una historia de víctima y voy por la vida pidiendo atención y cuidados. Además, se me cayeron dos anunciantes, vos lo sabes. Andaba cortina. Bueno, no le pagué tres sesiones seguidas. Le expliqué como venía la mano y a la cuarta semana le dije que iba a juntar la guita como sea y me iba a poner al día ¿sabes que me respondió?

— No…

— “Esta bien, no hay problema… pero mira que tampoco soy millonario, eh”

— ¡Nooo!

— Siempre le pagué en tiempo y forma. Estaba en una mala situación, no me podía decir eso.

— ¿Por eso dejaste?

— No, dejé cuando me dijo que estaba para un alta. Fui al martes siguiente a despedirme. Estaba al día, es más, tenía la plata para esa sesión. Contento ¿entendes? Logros, avances, buenas devoluciones y me tira “yo no dije eso”.

— ¿Qué hiciste?

— Me quedé helado. Sé que estaría mambeado con todas las trabas económicas, pero no soy sordo, lo escuché bien. Es más, coincidía con él. Todavía con secuelas del “efecto Vera” pero en general me sentía bien ¡Me hinchó las pelotas, Gusti! Me hizo sentir un cliente que no quería largar.

— ¡El diván se transformó en una oficina de Tarjeta Shopping! — dijo Gustavo, nos reímos y chocamos nuestros vasos.

— Imaginate. Me fui muy mal. Le dije que tenía que cubrir los Juegos Olímpicos y los martes no podía ir y el resto de la semana tampoco.

— Te fuiste sin decirle lo que pensabas.

— ¿Qué le voy a decir, Gusti? Tengo cagarlo a trompadas.

— Una lástima, che. Pintaba bien. Te veía bien. Por eso no te pregunté más nada.

— Me ayudó mucho pero me sentí manipulado ¿Fuiste al psicólogo alguna vez?

— Dos veces, pero dejé. Primero una vieja cristiana que quedó aterrada a la segunda sesión, y después por la obra social un pijudo que me lo terminé cogiendo.

— ¡Qué zarpado!

— ¡Bueno, che! Contame ¿Cómo es la terapia después de tantos años?

— Es muy loco. Me preguntaron lo mismo personas que nunca fueron al psicólogo, no es fácil decir, porque yo mismo antes de haber empezado, no sabía a qué me exponía. El psicólogo sabe que frente a ciertas cosas que te pasan en la vida, tenes determinadas reacciones prefijadas, previsibles, que crees que son muy originales, que te pasan solo a vos, qué sé yo. Frente al amor, a un hijo, a una separación o frente a una infidelidad, y en realidad son mecanismos de un motor que frente a una alteración en uno u otro sentido reacciona de tal manera.

— Entendí la metáfora. ¿Y el laburo de este Renato cual sería?

— El trabajo de él es hacerte sentir que no estás solo, que no es una locura lo que estás pensando o lo que te pasó. Ante un pensamiento negativo decís “¡soy un monstruo!” Hasta que el tipo prende la linterna y alumbra donde vos no veías, te muestra que cosas que en apariencia no tenían nada que ver una con otra. Él encuentra el mismo resultado sufriente.

— Demasiado enroscado para mí. Vas a empezar a estar libre cuando te des cuenta que tú jaula está hecha de pensamientos. Con un buen garche lo sufriente que vos decís lo tiras por la ventana, Maurin.

— ¡Sos una gaucho!

— ¿Te hizo bien? ¡Listo! Ya está, ahora sos otro.

— Si, estaba en carne viva. Caí con los mambos de pibe, miedos, fobias, obsesiones, desamores, el escabio...

— Y este Renato te tiró un balde de agua fría en los huevos el muy choto.

— Te digo más, y cerramos este tema. Había veces que hablaba más él que yo. Por momentos era su análisis.

— ¿Cómo?

— Bastaba con que hiciera una cita literaria para que me dé su mirada sobre libros y escritores favoritos ¡Dale, loco! ¡El que viene a analizarse soy yo!

— Están buenos estos manis.

— ¿Tenes hambre? ¿Pedimos algo para cenar?

— No, ceno después. En concreto, Dante, la bruja de Vera y el forro de Renato: Va te faire foutre!

 

EL CHAT DE INÉS

— Se te pegan "todas" a vos. Dejaste atrás los fantasmas. Eso es lo importante. Yo no creo que necesites un psicólogo, es como que te generas vos solo la dependencia del psicoanalista. No lo necesitas. Chan, chan ¡Basta de tango! Mira, voy a hablar con el viejo Omar.

— Gracias, amigo — respondí al tiempo que pensaba en la frase "Dejaste atrás los fantasmas", las mismas palabras de Renato. Hay gente que no tiene el poder de solucionarte un problema pero tiene el secreto para hacerte verlo más chiquito.

— Veo como la piloteo. El viejo me quiere entrar. Es un pajero. No te hagas ilusiones porque la decisión la tienen tomada.

— ¿La tienen?

— Si, la jermu y él.

— ¡Vieja hija de mil putas!

— ¿Viste, boludo? La vieja estaba caliente con vos, te hiciste el lindo y ahora te sale a matar. Te dije: "es una noche" y vos con tu moral de mierda… Ahora estas en el horno. Pero tranquilo, escúchame. Tengo un datazo que te puede salvar de esta. ¿Viste la gallega de política?

— ¡Sí! Media forra…

— ¡Pará de criticar a todo el mundo! Escuchame un segundo. Ayer me pidió una computadora para imprimir un documento.

— ¿Pero no tiene su Inspiron?

— Sí, pero no tiene configurada la impresora.

— ¿Y Germán?

— ¡Te calmas! Sabes cómo es el pendejo. Se cuelga. Bueno, a su Inspiron la lleva y la trae al departamento donde está parando. Es en La Lucila, después te paso la dire. En el chat interno, la gorda Inés me preguntó algo sobre una nota y le contestó ella “no soy gustavo soy amparo me presto su ordenador” y ahí intercambiaron unas palabras. La gorda le dijo “hamilton es mujeriego” y ¿sabes que le contestó la gallega?

— No.

— "gracias Ines he venido a trabajar no a poner los tochos"

— ¿Y?

— Amparito borró el chat de mi PC… Inesita no.

— ¿Abriste el chat de la gorda?

— No, se lo pedí a Germán con la excusa que precisaba averiguar algo en el servidor. Abrí todos los chats. Ahí vi una conversación más larga donde la gallega habla de vos: leyó tus notas, le gusta como escribís, te quiere conocer más… te quiere dar, o sea. Y vi también unos chats de Omar con el depravado de recursos humanos.

— Lo del viejo me lo imagino. ¿Tomamos otra pinta?

— ¡Dale! Una más y arranco. Me espera Fede.

— ¡Ey! Bien ahí. Lo tenías guardado ¿Cómo viene eso?

— Muy bien. Qué se yo. Hoy es nuestra primera salida. Prestame atención. Primero no te cuelgues escabiando mucho ¿ok?

— ¿Segundo?

— Si no la chocas con la gallega, la mina tiene muy buena relación con el viejo. Viene recomendada ¿me entendes?

—  A ver ¿Para asegurarme el laburo tengo que acostarme con la gallega que no es de Galicia sino de la zona más concheta de Madrid?

— Algo así, Thor.



Capítulo VIII https://bit.ly/3cQeX4H


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