Cuando
se comienza a hablar o escribir sobre el boom del "rock chabón" de
los noventa, dando carácter de rock simple a las bandas surgidas de las clases
bajas me siento interpelado. Litros de tinta desparramadas por pseudo
periodistas que ven la vida por la pantalla y no saben, no comprenden o no les
importa entender que paso realmente en esos años.
Yo pude
ver a muchos pibes de Catán o Laferrere en una mesa discurrir sobre las letras
del Indio Solari como quien discute de fútbol o de política. Entiendo que el
fenómeno ricotero fue al rock lo que el movimiento nacional y popular fue a la
política. Complejos en su concepción pero entendido por quienes se busca que lo
entiendan: los marginados.
Justamente
por eso es molesto.
No es
casualidad que en los últimos años, cada vez que tocaban Los Redondos en vivo,
muchos empresarios -que nunca aceptaron su carácter de independientes-
quisieron tirarle un muerto al rock y acabar con este espacio alternativo y
cuestionador del sistema.
El
asesinato de Walter Bulacio en 1991 fue un aviso. Una bisagra para nuestra
generación. Mientras Carlos I hacía y deshacía con el aval de la mayoría de los
argentinos; un grupo de diputados peronistas disidentes se animó a cuestionar
las privatizaciones y a reclamar el ansiado salariazo. Recuerdo que la paliza
que le dieron a Walter en la seccional 35, para morir en una cama del Hospital
Pirovano a la mañana siguiente nos dejo impávidos ante el dolor, gélidos ante
la impotencia.
Ese
hecho puso a toda la escena local alerta ante el fantasma de los vestigios de
la dictadura militar.
Los
ratis hacían lo que querían con nosotros. La salida de un recital era una
ruleta, corridas, averiguación de antecedentes, toda esa mierda como si
fuéramos delincuentes. Basta escuchar “Fusilados por la Cruz Roja” del disco la
Mosca y la Sopa (1991), una canción que presagia lo que vendría.
¡Es
increíble como cambiaron los tiempos! Años después esa misma escena, salvo
raras excepciones como León Gieco, cerraron el culo y no dieron opinión ante la
muerte de 194 vidas, 194 bulacios.
Hoy la
cultura rock dejó de ser lo que era. Fui testigo de cómo en la década del
house, el rap y el tecno teníamos una opción, un lugar de resistencia ante
tanta frivolidad. En esos años Omar era un referente, el empresario del palo
para nosotros.
En esos
años era más cool regentear un boliche en la costanera que darle la oportunidad
a unos ignotos Ratones Paranoicos, Attaque 77, Todos tus muertos y tantas otras
bandas talentosas que pudieron mostrar su arte en Cemento.
Chabán
le abrió las puertas al crecimiento del rock nacional y puso un candado en la
salida de emergencia.
Emir
Omar Chabán (San Martín, Buenos Aires, 31 de marzo de 1952 - Buenos Aires, 17
de noviembre de 2014)
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