12 de agosto de 2016

A VECES LA INFANCIA ES MÁS LARGA QUE LA VIDA



Primer día de clase. A las corridas para llegar al acto de inicio del ciclo escolar. Con los quilombos de todo ciudadano de a pie que sobrevive en una metrópoli como Buenos Aires. Enredado en el stress y el tránsito de las grandes urbes. 
El año pasado, conversando con la señorita de sala de cuatro, a partir de una notificación por un tema de Julián, supe la historia de Alejo. Su papá no vive en Argentina. Su papá se fue un día y no volvió más.

En un momento de la ceremonia, Julián se acercó hasta mí de la mano de un compañerito. Era Alejo. Una ternura de pibe. Me saludó con un beso y me dijo "hoy viene mi papá también". Lo mire y sonreí. Creí que su padre vendría. Lo dijo convencido. Ingresaron los abanderados, entonamos el Himno Nacional. Alejo curioseaba hacia la puerta de entrada de la escuela. Mientras los padres y familiares cantábamos "sean eternos los laureles que supimos conseguir", no podía dejar de divisarlo y lo canté con más ímpetu de lo habitual. Yo no sé qué entenderá por Patria un chiquito de cinco años, pero sí sé qué entienden por obstinación cuando algo anhelan.

Salí del colegio en camino hacia el trabajo. Subí al auto. En el primer semáforo en rojo paré y al colocarse en amarillo dos bocinazos de un Volkswagen me hicieron reaccionar. Debía poner primera y arrancar pero estaba algo aturdido. Miré por el espejo retrovisor y vi a un hombre calvo, con el ceño fruncido y la cara desquiciada. El tipo no podía esperar un segundo más. Pensé en Alejo, que a la luz de los hechos y de su actitud de hoy, bien podría perseverar algo más que el ansioso conductor del Vento. Hoy la mirada de Alejo me dejó en off side, sentí que el niño que fui descuidó el registro de avizorar hacia las puertas sondeando un horizonte en búsqueda de una utopía, de un sueño.

El trip me llevó hasta Estela de Carlotto de manera inherente e ineludible. Recuerdo cuando dijo "No quería morirme sin abrazarlo y lo voy a hacer" el mismo día que iba a conocer a Guido, su nieto, después de 37 años. Fue un modelo para mí cuando peregriné varios meses los claustros de los tribunales porteños, en mucho menor escala, ¡claro está!, con la esperanza de lograr un régimen de visita racional para ver a mi hijo. Recorrí, como en un cuento kafkiano (sin la arquitectura gótica y romántica de la ciudad de Praga) juzgados con escaleras estrechas, ascensores abarrotados de abogados, despachos repletos de expedientes y eternas esperas en los pasillos con vista al techo de chapa oxidado de un supermercado chino. 

En tanto, a cuatrocientos kilómetros, mi vieja aceptaba con hidalguía la situación. Naturalizando la sinrazón para no levantar el avispero. Lejos de dramatizar tejía chalecos, gorras y bufandas para el próximo invierno sin certeza alguna, de cuando iba a conocer a su nieto "En una de esas el frío continúa y se lo podes llevar. Por lo que ví en la última foto que me enviaste el rojito que te terminé, le va a quedar medio chicón" me decía por teléfono. Sólo Dios sabe por dónde andaría su cabeza en esos dos largos años.

Pensaba en los hijos de puta que afloran cuando la vida te pega duro. Los extras de la vida que se presentan como en un casting de bajo presupuesto de película clase B, que buscan en la convocatoria una oportunidad para lograr algo de notoriedad. Confieso que hubo días que miraba alrededor y buscaba un guiño, una señal, un asistente de cámara, al director que me dijera: "última toma... Silencio... Grabando…". Pero no fue así. Allí estaban, los mediocres, los que se sacudieron como ratas por tirante para ver que ventaja podían sacar, desfilando a tribunales a sumar su grano de arena a un expediente engañoso y embustero, a separar -y esto es lo más grave- a un bebé de su abuela. 
Los protagonistas, en cambio, supieron esperar y contemporizar para actuar con discreción y mesura. Estela, sin dudas, forma parte del segundo lote y nuestro amigo Alejo, también. Él no renuncia a su causa y como un noble caballero sigue mirando hacia la puerta de entrada en cada acto, en cada inicio del ciclo escolar.








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