NO LO SOÑE
7 de noviembre de 1992
Había una vez una ciudad donde pocos
se animaban a tocar rocanrol. Había una vez un país que bailaba al ritmo de
Alcides, Pocho La Pantera y Technotronic. También había recitales, como los de
Obras Sanitarias, que albergaba a los que transitábamos en el ostracismo de los
sin jopo. Mucho antes de que los shows de rock fueran parte de una kermesse con
cuatro escenarios con venta de pochoclos; hubo una noche de 1991 donde unos
pibes de Villa Devoto homenajearon a los más grandes: Los Rolling Stones.
Profetizando lo que vendría, los
Ratones fueron la antesala del desembarco de sus majestades satánicas y la
fiebre rolinga noventosa. “Esta noche toca Juanse y el año que viene tocan los
Eston” cantábamos.
Ante tanto aniversario dando vuelta
por la net quería recordar el 7 de noviembre de 1992. La noche que tocó Keith
Richards en la Argentina. Todavía conservo las entradas de los cuatro
conciertos en aquella primavera de entusiasmo menemista, ritmo de la noche y el
uno a uno.
Pasaron 30 años... Acá estamos.
Demasiado jóvenes para morir y demasiado viejos para el rock. No es fácil ser
joven, pero ser adulto, tampoco.
Yo, por lo pronto, hice un bollo con
el plano... pero sigo buscando el tesoro.
