30 de agosto de 2017

TE PIDO QUE ME BUSQUES





El año pasado en el Nuevo Gasómetro al festejar el golazo de Blandi a Vélez brinqué en la tribuna como loco, me abracé a un hombre mayor que fue solo a la cancha y había conocido hacía unos minutos. Es lo que tiene la locura del fútbol. La tribuna es el único lugar donde abrazas gente que no conoces pero en medio del tumulto perdí de vista a July por unos segundos.
¡Unos segundos! ¿entendés? Me inculpé por gritar el gol y voltear hacia la derecha y no hacia la izquierda donde estaba Julián. Ausencias, distancias, minutos, segundos. Fue lo más cerca que estuve de sentir el pánico y la culpa de no saber dónde estaba mi hijo, de haberlo perdido por un desliz. Cuando lo vi me volvió el alma al cuerpo.

¡Tantas noches de caravana y mis viejos preocupados! No pasaba de algunas horas. Hoy es diferente, soy papá y no puedo dejar de pensar en los familiares y amigos de Santiago. ¿Cómo serán sus días desde el 1 de agosto? ¿Cuántas puertas habrán pateado? ¿Cuántos “no” habrán recibido? Nadie está a salvo en un mundo de injusticia. Hoy se reedita el miedo que concebí cuando me faltó mi hijo, el horror de no saber dónde estaba.


Recuerdo el pavor que sentí al quedar demorado en la dirección de la escuela primaria. Una tarde de invierno el micro escolar se fue, yo me quedé dormido en el sillón de la directora. Ni Ana María, la maestra, ni Don Alfredo, el chofer, ni Rosalía, encargada de cuidarnos en el micro, vinieron por mí. A quienes nos comportábamos mal nos separaban hasta que acudieran nuestros padres a buscarnos. Mis compañeros salieron como todos los días y me gesticulaban al pasar. Yo no podía correr la mirada de la pared.

Se hizo de noche y seguía en el colegio. Mis viejos laburaban, yo no tuve en cuenta ese dato.

Recé en silencio y pedí que me busquen. Se cortaba el aire de la dirección y sentí culpa por portarme mal. “Ya no me van a querer más” pensé. Repasé todas las macanas y prometí no volver a cometerlas: No más burlas a la negra cuando mis viejos no me vieran, no más piedrazos en la siesta, ni tirar cohetes a los gatos y resolví dejar de hostigar a los cuises y a las ranas en cada inundación. Con ocho años había alcanzado cazar dos ranas. En mi sumario además contaba con el robo de nísperos y moras del patio de Doña Celia y tres fichas de metegol del pool de Tahuichi.


SAN LEONARDO MURIALDO

En la oficina privada de la Directora repasaba uno por uno los cuadraditos de cerámica tipo venecitas celestes, azules y grises y los enumeraba de arriba hacia abajo y de izquierda a derecha hasta llegar con mi requisa al perchero vacante al lado de la imagen del patrono del colegio, San Leonardo Murialdo, que me no quitaba el ojo de encima.

San Leonardo Murialdo
Consideré por la mirada de Murialdo que no sería digno de tomar la primera comunión. Siempre conceptué que la hostia me daría el coraje suficiente para ir hasta el colegio de mujeres, el San José, y declararle mi amor a una rubia dotada de una hermosura descomunal que viajaba con nosotros en el micro.

Pasada una hora (después lo supe) me vinieron a buscar. Lloriqueando envolví a mi viejo en un apretón como lo hiciera dos años después el cabezón Ruggeri a Diego al finalizar el partido con Inglaterra en el mundial de México. Estaba tan contento de verlos como aterrado por lo vivido. Mi viejo me fulminó con la mirada, mi vieja fue más indulgente. No preguntaron nada. Yo venía de una seguidilla que culminó con una penitencia prolongada. Alzaron la mochila en silencio, saludaron al sereno y nos fuimos.

Luego de este repaso, como en la dirección de la primaria, ya no pido que vengan mis viejos a buscarme. Pido la aparición con vida de este muchacho, un artesano haciendo tatuajes y sensibilizado por una causa. Espero que desde el punto de vista de la psicología de las masas una desaparición forzada no provoque acostumbramiento. ¡Es un horror! Espero que no desandemos sobre los derechos conquistados y que el reclamo llegue adonde tiene que llegar. Pido la aparición con vida de Santiago Maldonado como así también para todas las personas desaparecidas en democracia. La injusticia hecha a uno solo es una amenaza dirigida a todos.


Buenas noches


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