Una
foto no alcanza.
Pero
guarda el gesto, la pausa, la palabra justa.
El
Cholo Ciano —Vicente para la historia, maestro para nosotros—
se nos
fue hoy, como se van los que enseñan:
dejando
eco en cada voz que supo escucharle.
En su
mirada había radio, barrio y calle.
En su
decir, la cadencia marplatense,
el
oficio de contar sin gritar,
de
preguntar sin herir,
de
enseñar sin alardear.
Gracias
por tanto, Cholo.
Que en
paz descanses,
y que
allá arriba no te falten
ni el
grabador, ni los silencios oportunos.
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