En unos días se cumplirán 11 meses que llegamos acá. Te digo llegamos por qué estamos en el mismo grupo con Pocho. Estamos bien, nos tratan bien.
¿Vos cómo estas? ¿Cómo te sentís?
Valen te escribe con tanta admiración y con un amor que nos conmueve. Está sanito, recuperaste un vínculo que la pandemia pareció complicar.
¡Estamos espantados
y tan desilusionados por la reacción de tus hermanas! Sólo tengo para decirte
que vos vales mucho más que la pileta de un baño o el bajomesada de una cocina.
¡Si con Pochito hubiésemos sabido! ¡Dios mío! ¡Qué horror! Mira si dejábamos más propiedades. Te mandan un sicario, mi hijo. ¡Por favor!
Seguí como hasta ahora ennobleciendo el amor por encima del odio. Hiciste lo correcto. En manos de abogados ya nadie te va a amedrentar ¿Para qué seguir hablando? No te van a entender. Sos mucho como para rebajarte ante la violencia.
Recorda que volviste a Mar del Plata y nosotros te estábamos esperando. No hubiésemos partido tranquilos si vos no hubieses estado.
Con Pocho te queremos mucho. Sos mi hijito varón, el hombrecito de la casa, el más amoroso, el que estuvo a nuestro lado siempre... El que nos vio partir.
¿A quien tenes que contarle esto? Nosotros lo sabemos y eso es suficiente.
Cuidate mucho, papa. Cuida a Valen. Nunca permitas que nadie le falte el respeto a tu hijo. Pochito me decía “Saben dónde pegarle, Norita” pero no respondas. Vales mucho más que la avaricia que las moviliza.
Rezo todos los días por ustedes, hijo. Le rezo al Sagrado Corazón y a la Virgen de Schoenstatt porque Dios te iluminó y tuviste la claridad de irte ante la agresión física. Me duele en el alma que te hayan lastimado.
Le decía a Pocho que con tu papá le dimos una educación católica. En tus hermanas no sirvió. No solo no tienen actitudes cristianas. Lo único que les importa es lo económico.
¡Si lo vieras, es el Pelu que conocí en Paraguay! Está contento que no fumes, le dije que hace 17 años dejaste con la ayuda de María, gracias a Dios. Me dijo que le des sus saludos respetuosos.
Maurito, hijo de mi corazón, lamento haber conseguido con tanto sacrificio el departamentito que hoy es promotor de tanto odio. Nos preguntamos ¿Desde cuándo te odiaran estas chicas? Mucho parece ser.
No le aflojes. Ellas se mueven por cosas distintas a vos. Ojalá se hayan movido para venir a vernos a Pochito y a mi. Escucharnos y preguntarnos que nos pasa, pasar una tarde viviendo solo a un piso de diferencia. Privilegiaron el cuidado de un auto, una mascota, obsesionadas en la compra por internet y los viajes a Disney. Pocho me lo advirtió y yo no lo quise creer.
Ojalá también se hubieran hecho cargo de su hijo y nosotros vivir en paz y tranquilos nuestros últimos días. “Que se arregle solo” fue la respuesta. ¡Qué dolor escuchar a una madre hablar así! No podía dejarlo en la calle. Era mi nieto. Sé que Valen tiene en vos a un papá, hecho y derecho.
No pidas explicaciones, ¿Qué más puede hacer alguien que nunca sabrá lo que es el verdadero amor de padre? ¿Acaso un auto le dirá alguna vez "gracias, viejo"? ¿Sabes que feo habrá sido crecer en el desafecto y los golpes? Es lo que conoce. Creció en la brutalidad y los escombros. Vos estas para construir no para destruir. Naciste para edificar paredes con los ladrillos de tus dotes. Te sobran herramientas para salir adelante y ser alguien en la vida.
Destrozaron la puerta de un hogar donde reinó el amor. No hay derecho.
¿Será que les molestó que hablemos todas las noches por teléfono? Ahora nos preguntamos con Pocho, ¿Qué hicieron ellas para que las quiera? Aún más, ¿Qué hicieron para que las admire?
Es una vergüenza. Transformaron tu duelo en un infierno, pero todo se paga en la vida. Ahora te lo puedo decir, créeme. Existe la justicia divina.
Optaron como compañeros de vida a muchachos sin educación. En vida me preguntaba ¿En qué nos equivocamos?
Maurito, hijo, Valen te necesita fuerte y caminando para adelante. Lo que pasó ya está. La justicia llegará a la verdad más tarde o más temprano. No pueden mentir toda la vida. Acá rezo al Sagrado Corazón por vos y por Valen.
Estoy orgullosa de vos y me siento muy feliz que hayas elegido la ciudad, una vez más, donde fuimos tan felices en una etapa de sacrificio que ellas no conocieron.
Ahora mi hogar es un inmenso espacio luminoso, colmado de amor. Es una paz absoluta. No me duelen los juanetes. Es más, !Puedo respirar!
Te envió mis bendiciones y rezaré por vos el resto de tus días.
Espero caigas pronto que esto se acaba rápido. No pierdas de vista a Valen. ¡No sabes cómo te necesita! Lo último que te voy a pedir: En cada mesa que te toque compartir. En cada lugar que vayas y se arme la ronda… Contá, relata, narra algunas de nuestras anécdotas. Recordá con una sonrisa lo vivido y así nosotros vamos a estar siempre.
Querido hijo… Nacemos solos, vivimos solos, morimos solos. Todo lo que está en medio es un regalo. Y para mí es un regalo haberte tenido.
Te quiero, hijo…
Mamá y Pocho