7 de noviembre de 2009

ESPERAS






Llegué al locutorio, el 3G en la ciudad funciona cada vez peor. Pedí una computadora para revisar el correo y salvo una, estaban todas ocupadas. Me ubiqué al lado de dos adolescentes, tendrían entre quince y dieciséis años, y mientras abría la página de yahoo, una de ellas dijo - Che Fla, esto no termina más, hace diez minutos que está descargando el programa.
Pensé “estas computadoras deben ser muy lentas, reviso los asuntos en los correos recibidos y si tarda mucho me voy”, pero la voz de esa chica rebotó en mi cabeza: ¡DIEZ MINUTOS!
Giré y pude ver la impaciencia en sus rostros y mi necesidad de leer los mails quedó en un segundo plano. Recordé algunas esperas que tuve en mi vida, las que me contaron y las que leí. Una seguidilla de anécdotas resurgió en mi mente. Como un tranvía descarrilado a toda velocidad me fui de las vías y llegué hasta Fabio, el flaco Fabio y su relato recurrente: cómo desde la ratonera en Malvinas esperaban alguna directiva de sus superiores, mientras escuchaban los estallidos de bombas y el vuelo rasante de los aviones ingleses. Si bien estuvo en las islas sesenta días, describía esos momentos como eternos.
Irrumpe otro recuerdo: los ojos vidriosos de papá luego de la derrota de Italo Luder ante Alfonsín. Esa noche escuché por primera vez que tuvieron que esperar dieciocho años para volver a nombrar a Perón. Hasta acá creí que lo peor que podía esperar era el 91 ramal Sarmiento.
El mismo trip me condujo a la imagen de Luisito, que recién pudo conocer a su viejo a los seis años. Esperaba ese día con tantas ansias y yo no podía comprenderlo, creo que ninguno de los pibes de la cuadra entendía su sentimiento. Luisito lo idealizaba, siempre nos decía "Va a ver que cuando vuelva mi papá los va a caga a palo".
La última vez que lo vieron  por el barrio, fue en los campeonatos Evita, de fines de los setenta. Pancho, como le decían, era wing izquierdo, tenía una estilo muy personal. Una mezcla de loco Houseman por la insolencia en su juego y el gringo Scotta por la pegada fornida.
Me contó el tío Juanqui que la final del torneo se jugó en La Noria, atrás de las piletas. Un partido chivo entre Las Achiras y Urquiza. Finalizó dos a dos. Luego de un alargue enredado (con el público dentro de la cancha) llegaron los penales. Pancho definió la serie picando la pelota por encima del arquero.
Francisco finalmente volvió una tarde de Navidad. El mito, el hombre que se atrevió a picar la pelota en una final ya no era aquel wing izquierdo. Era un tipo desairado y de aspecto abandonado. Tenía rasgos duros, una mirada triste y hostil, tierna por momentos y filosa por otros. Párpados caídos y una cicatriz límpida le franqueaba el ojo. Apareció en un Dodge Polara. Nunca voy a olvidar la cara de ese pibe de seis años; era todo felicidad.
Las dos amigas sentadas junto a mi box finalmente lograron descargar el bendito programa. La espera que fue motivo de tanto fastidio e impaciencia llegó a su fin. Pensé: “ellas pueden instalar o desinstalar cuando quieran, en cambio en la vida real no existe el CTRL+Z (Deshacer) y tampoco se puede resetear o reiniciar siempre, hay momentos que cuando se pierden ya no vuelven más”. Comprendí, en ese momento, la angustia de Favio por no recibir una directiva en la ratonera y el desaliento de papá ante una derrota electoral. Pero sobre todo recordé el Dodge Polara con Luisito y su papá, en esa Navidad tan esperada. Ellos dos juntos otra vez. Quizás Pancho no sea el mejor ejemplo para un pibe, quizás no debió picar la pelota sobrando al rival, quizás no debía irse un día para no volver. El mito dice que jugo de wing y vivió en Sarmiento. No lo sé. Lo que sí sé es que fue y será el mejor regalo para ese pibe.





5 de octubre de 2009

BEST OF









La cultura del `the best of´ me supera a veces. Hay una necesidad de comprimir y de lograr una síntesis en todo que no siempre resulta convincente. 
Un ejemplo de síntesis es el Diseño Gráfico. Se trabaja en etapas para lograr una imagen que simplifique una idea, pero cuando se trata de un pensamiento el desafío es mayor. Se me encargarían diseñar o ilustrar Crimen y Castigo tendría que pensar en una imagen que abarque toda la historia de una mujer muerta en manos de su inquilino cansado del asedio y la usura. Una imagen que ilustre la tapa de una obra de más de ¡500 páginas!

Cuando veo los discos de grandes éxitos, sobre todo de bandas que tienen más de 30 años de carrera, pienso en el período que fueron registradas las canciones y los años de diferencia de una a otra. El contexto en el que llegó el artista al estudio, el ánimo de ese día, la tecnología con la que fue grabada la canción, el momento histórico, etc.
La idea de disco conceptual es algo que siempre me atrajo. El paradigma de éstas obras en el rock pueden ser The Wall , Sargent pepper's o La Biblia de Vox Dei. Hay una idea central de principio a fin que atraviesa todo el disco.
Apiñar tiempos pasados y juntar personas en el boom de la era digital a través de las redes sociales es uno de los fetiches de esta época. Personas que fueron parte de nuestras vidas en distintos lapsos juntas de manera virtual como si fuera el armado de un compilado. 
Así como la música es el arte de combinar los sonidos, la vida en este caso, es el arte de combinar los instantes con lo mejor que uno conoció a través de un click ¿Quién no fantaseó con armar su propia lista de temas?, ¿Qué pasaría si al terminar un tema de Black Sabbath le siguiera uno de Cafrune? ¿Adónde quiero llegar? A un pensamiento recurrente en mí, la unión de dos momentos, para ser más específico de dos personas, juntas por un instante: cinco minutos, la duración de una canción. Uno mira al otro y yo como espectador, entonces a partir de ahí la idea de reunirlos me empieza a seducir. Ellos no se conocieron, hay cosas que no se pueden editar, solo en mi cabeza, en mi software. No hay tecnología (por ahora) que los pueda unir pero en la imaginación todo es posible. 
El mundo se detiene por sólo unos segundos para escuchar, para ver la asociación más hermosa que ninguna multinacional me pueda ofrecer. 
Decido grabar esa pista, la imagen me acompaña y el resultado se transforma en un ícono que se fusiona y queda sellado para siempre en mi retina y “lo mejor de" está por comenzar.








3 de agosto de 2009

DISEÑO GANADOR





La Secretaria de Investigaciones de la Facultad de Psicología (UBA) premió mi diseño del poster INTENTOS DE RECONSTRUCCION DEL PERDIDO TRATADO DE PSICOLOGIA DE LA ORDEN FRANCISCANA DEL SIGLO XV.







Quinto Encuentro de Investigadores en Psicología del MERCOSUR.





Otro diseño premiado:


Raúl:
Diego me mostró el trabajo que hiciste, la verdad que te felicito, seguramente utilizaremos el modelo para promocionar las actividades de Cultura (si estás de acuerdo).
Te quería ofrecer una beca completa para algún curso de Cultura de cuatrimestre.
Saludos,



Guillermo Levy
Director de Cultura
Facultad de Ciencias Sociales (U.B.A.)
Marcelo T de Alvear 2230 5to. piso of. 508
Tel. 4508-3800      
guillermolevy@mail.fsoc.uba.ar 



Diseño premiado. UBA. Año 2008




2 de agosto de 2009

AGOSTO DE PARTO




4:40 am. Empezaron las primeras contracciones. 5:00 am, son regulares cada cinco minutos y duran entre cuarenta y sesenta segundos. Es tu primera señal. No habíamos armado el bolso. Busco el talco. ¿Le gustará cantar o bailar?  ¿Las toallas dónde están? Mientras tu mamá descansa de la primera contracción encuentro debajo de la cama las pantuflas y pienso en las miradas de los padres que esperan a sus hijos al salir del colegio.
 
5:15 am, querés salir pero tenemos que esperar dos horas de mínimo para ir hasta la maternidad, tal cual no aconsejaron en los cursos de preparación para el parto.
El óleo calcáreo está en el baño. Muy pronto veré la bici en el patio y las rueditas que ayudarán a que no te caigas. En el segundo empujón tomarás envión y nunca frenarás. Asomarán tus primeros dientes. Te tragarás una japonesa y correremos hasta la salita. Marlon Brando simula su muerte mientras juega con su nieto... Querés nacer y sigo buscando todo para no olvidarme de nada: el registro, la factura del último pago del seguro del auto, aceite, agua, líquidos de freno. La cuarta no entra bien. Pasado, presente y futuro se entreveran y no querrás que me vaya. El comienzo de jardín no será tu mejor día. Llorarás al vernos ir y no voy a querer dejarte pero tendré que hacerlo. 

7 am, es el momento de partir.
Sábado de agosto frío, Lugano desierto y vos a punto de habitar nuestras almas para siempre. Manejo de la manera más prudente que se pueda. La onda verde me favorece por la escasez de tránsito. Atravieso Villa Soldati y veo volar figuritas europeas del padre Luis.
Una nueva contracción al llegar a San Pedrito. El semáforo de Varela está en rojo. A mi derecha el nuevo Gasómetro y pienso en las tardes de fútbol que vamos a compartir en el estadio. Los Camboyanos corren por Cruz y el flaco Rifourcat me levanta las cejas y vos a punto de nacer. Sigo por Chiclana. Parque Patricios es un obrador, la avenida Caseros está en reparación.
Llegamos a la Maternidad Sardá. El espíritu de Bonavena riega el barrio con tu recalada. Pastore es todavía una promesa y San Lorenzo colmado de figuras es el Milán.
Nos recibe el camillero y cada vez estás más cerca. Quisiste salir un sábado como todo pibe, ¡no te olvides de nada!: Llave, documento y pañuelo. ¡Qué tridente! 

Las llaves las tenías en las manos y abriste nuestros corazones. Los documentos no eran necesarios, traés el legado en tu nombre: Julián como tu bisabuelo, Raúl como tu abuelo y tu papá. Las lágrimas irrumpen en mis ojos. El reloj del hall marca las 10:25 am. Busco sin éxito mi pañuelo en el bolsillo.

-¿Dónde está? ¡Tenía todo antes de salir! – dije en voz alta sin pensarlo.
-¿Quiere una carilina, papá?- me pregunta una enfermera. 
¿A quién se refiere? ¿A mí, acaso? Es la primera vez que siento que alguien me dice `papá´ de una manera tan natural y entiendo que todo es así, tan natural como verte en mis brazos.






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