Anoche
seguí desde un bar cercano al Congreso la votación en diputados. Recordé aquel
1992, año de la privatización de YPF.
Yo
estaba en la secundaria y en el despertar de muchas cosas que hoy me acompañan
como la radio, la militancia y el dibujo.
Ayer
recordé a un tipo que admiré entonces y sigo respetando: Norberto Ruso Verea. Durante cinco años fui oyente de su programa de radio: La
Heavy Rock and Pop.
La
heavy fue pura sinceridad. Un espacio radial que suscitó la
duda, las ganas de estar en un estudio alguna vez. Si bien no tuve ni tengo un
sólo disco de heavy metal, a las editoriales de El Ruso las
esperaba como los viernes.
El
comienzo de la década fue una época de cambios, hormonales (propios de la
pubertad) e ideológicos. Años donde se necesitaba de una voz con autoridad
donde recostarse. La dirigencia de entonces no inspiraba. La revolución
productiva nunca llegó, el ansiado salariazo tampoco.
El
adolescente adolece y yo encontré en La
Heavy Rock and Pop un lugar, como tantos otros pibes. Me acobijó en
la larga madrugada de 1991 hasta 1995 cuando el programa finalizó.
La
heavy salió al aire mientras un grupo de diputados peronistas disidentes
( llamados más tarde el grupo de los ocho) en la Cámara de Diputados
esgrimía sus verdades en contra de la ola de privatizaciones neoliberales. Esos tipos te invitaban a seguir creyendo, participar, militar, el grupo de los
ocho remaba contra la corriente, lo que es mucho decir.
En la
noche de ayer recordé aquel 1992, años de la convertibilidad, de las
editoriales de Verea, de los debates de Neustadt-Grondona vs. Germán Abdala en
Tiempo Nuevo en medio de la orgía menemista.
También
recordé el colegio, el Instituto Cristo Obrero. A Héctor Saldaña, profesor
de Lengua y Literatura de 4to año. Un docente que nos hablaba de Operación
Masacre, Las venas abiertas de América Latina y Rebelión en la granja con la
foto del patrono de la escuela -San Leonardo Murialdo- de fondo.
Quien
suscribe le da gracias a Saldaña porque gracias a docentes como él comencé a
mirar hacia el pizarrón con más atención. En el microclima de un colegio católico
un profesor recomendaba leer a Rodolfo Walsh, Eduardo Galeano y a George
Orwell. Yo no sé si estaba contemplado en los planes de estudio pero fueron
fundamentales para mi formación.
A los 15 años los conceptos que asimilas quedan impregnados. La cabeza de un adolescente es como una esponja. Recuerdo también que el tipo no aburría con el típico análisis sintáctico, semántico o morfológico. Nos enseño a pensar (algo que pocos hacían) . Ante la pregunta de cuantos libros había que leer en la vida, una vez contestó: “no menos de quinientos”.
A los 15 años los conceptos que asimilas quedan impregnados. La cabeza de un adolescente es como una esponja. Recuerdo también que el tipo no aburría con el típico análisis sintáctico, semántico o morfológico. Nos enseño a pensar (algo que pocos hacían) . Ante la pregunta de cuantos libros había que leer en la vida, una vez contestó: “no menos de quinientos”.
El mozo del bar miraba hacia Avenida Entre Ríos. En la mesa de al lado un viejo
cajetilla con su mujer y una expresión en el rostro de :“ ¡La juventud está
perdida! o ¿Ahora se acuerdan de la militancia?”. Quizás
el viejo no lo pensó, pero sé que muchos lo piensan.
Cuando
la onda era correr detrás del jopo, el discman (reproductor de CD
portátil) y los solarium, muchos de nosotros transitábamos otros
distritos: sabíamos que era un local, un plenario, un congreso partidario.
¡Claro! Aquellas reuniones no tenían el glamour de Caix, El Cielo o La Embajada. Pero ahí estábamos; como
hoy (desde el más absoluto ostracismo) como ayer. Mitad orgulloso, mitad
nostálgico. Orgulloso por lo logrado, nostálgico por los que no están.
La
privatización de YPF en 1992 fue el punto más alto de la avanzada contra el
pueblo argentino, quizá la noche de ayer sea el comienzo de una recomposición.
Cuando
se privatizó YPF había consenso, había un clima privatizador. "Doña
Rosa" se había creído el cantito de Neustadt. Recordemos que el cierre de
campaña del ex presidente Carlos M*n*n fue en el programa de Marcelo
Tinelli.
Videomatch, era de lo más visto en televisión, comenzaba a medianoche. Hoy es común mirar un programa en ese horario, en aquel momento no. Raúl Portal y su Noti-dormi habían sido pioneros. Programas de televisión que le cambiaron el sueño al televidente. Había una intención: el desempleo era de 25%... ¿Para qué madrugar?
Videomatch, era de lo más visto en televisión, comenzaba a medianoche. Hoy es común mirar un programa en ese horario, en aquel momento no. Raúl Portal y su Noti-dormi habían sido pioneros. Programas de televisión que le cambiaron el sueño al televidente. Había una intención: el desempleo era de 25%... ¿Para qué madrugar?
Los veinticinco
años que median entre el golpe de 1976 y diciembre de 2001 son una sola
película y a partir de ahí empezamos a recomponer, a amigarnos con la
política. Es
extraño que a dos noches separadas por dos décadas las pueda vivir y sentir con
la misma intensidad.
Ayer
entendí que veinte años es muchísimo (con perdón del maestro Le
Pera).
Ayer respiré profundo. Llené de aire mis pulmones como aquellas noches en el viejo barrio, donde intentábamos ser íntegros, con errores o no, andamos por la vida tratando de serlo. Épocas de sintonizar el dial en 106.3 a las cero horas. La radio con el volumen bajo... dormirme y no apagarla, al otro día ir al colegio semidormido, pero feliz de salir al recreo largo de las 10:10 y comentar algún pasaje de "la heavy".
Ayer respiré profundo. Llené de aire mis pulmones como aquellas noches en el viejo barrio, donde intentábamos ser íntegros, con errores o no, andamos por la vida tratando de serlo. Épocas de sintonizar el dial en 106.3 a las cero horas. La radio con el volumen bajo... dormirme y no apagarla, al otro día ir al colegio semidormido, pero feliz de salir al recreo largo de las 10:10 y comentar algún pasaje de "la heavy".
Anoche, al finalizar la sesión en la Cámara de Diputados donde se aprobó el proyecto que recupera el control estatal sobre YPF, pensé en lo bueno de poder admirar a un legislador disertando en el recinto. Ésta vez no eran 8 son ¡207! defendiendo desde su banca lo que siempre defendimos: lo que es nuestro.
Hoy, en
lo individual, mi memoria recuperó a el Ruso Verea y sus editoriales que
iluminaban las madrugadas de los primeros años de la década ... hoy en lo
colectivo siento que recuperamos parte de lo que es nuestro... recuperamos la
pelota. Espero que seamos capaces de tenerla y no perderla de nuevo.