✅Relato
"Noche" ✍️
✅Libros:
El hombre que amaba a los perros" 📚
✅Los Gatos
| 50 años 🎼
✅Recomendaciones
👉 https://instagram.com/manualdeperdedores
🎧 PODES VER Y ESCUCHAR EL CAPITULO COMPLETO (140) 🎧
✅Relato
"Noche" ✍️
✅Libros:
El hombre que amaba a los perros" 📚
✅Los Gatos
| 50 años 🎼
✅Recomendaciones
👉 https://instagram.com/manualdeperdedores
🎧 PODES VER Y ESCUCHAR EL CAPITULO COMPLETO (140) 🎧
CAPITULO
VIII
Las
primeras dos semanas fueron espantosas. Franqueé una fase de sobriedad con
excesivos cambios de humor. A pesar de los saltos y el insomnio, me aboqué de lleno
a mi labor: conquistar el corazón de la señorita Amparo Garcés Marcilla.
Emprendí
la misión de hurgar en las redes sociales. Precisaba estar abstemio para
hacerlo con rigor. Amparo solo tenía una cuenta de linkedin, un párrafo con
reseñas que no aportaban algo nuevo y nada más. Ella labraba sus correos y
firmaba las notas como Amparo Hidalgo.
Desde
que la conocí me llamó la atención que no tuviera instagram o facebook. Esa
noche preparé una cantidad de café suficiente para zambullirme en la profundidad
retorcida de los stalkers. Para empezar, indagué en todos los colegios
primarios y secundarios privados de Salamanca. Confeccioné una planilla de
Excel para tener un registro y tildar todas las búsquedas. Me ajusté el traje
de Sherlock Holmes 2.0.
Luego
de unas horas, al llegar al enésimo grupo de institutos secundarios madrileños
me topé con un tropel: «Ex alumnas del International College Spain». Si Amparo
finalizó sus estudios secundarios a los diecisiete años, tenía que escrutar
fotos del año 2000.
Amparo nació en 1983 y creció en el barrio Salamanca, la zona más exclusiva de Madrid. El administrador de la página del instituto se tomó el trabajo de publicar una carpeta por año, desde 1972 hasta 2018 inclusive. Bajé todas las imágenes a mi escritorio e intenté con el zoom distinguirla entre sus compañeras. No me topé con las típicas jóvenes desbocadas en su viaje de egresados con el maquillaje corrido. Eran fotos de lo más careta. Actividades extraescolares como golf, equitación, natación y judo.
Reparé en unas postales de una pileta olímpica rutilante. En la subcarpeta “Campeonas 2000”, visualicé un conjunto de adolescentes detrás de una coqueta mesilla con trofeos de diferentes tamaños. Por último, una foto de una joven pelirroja alzando una copa labrada con una sonrisa esplendorosa que cerraba el álbum y detrás, afirmada en el borde de la pileta, distinguí a una chica delgada sin el gorro de lycra, unos rulos revueltos y una mueca desconfiada.
— “No te cantees, Lhasa” — decía un comentario.
¡¿Lhasa?! ¿Sería Lhasa el nombre de la chica vencedora? Alargué el stalkeo hasta que la luz matinal tiñó los barrotes del balcón. Obtuve dos datos reveladores: Lhasa era la manera en que apodaban a Amparo. Indagué en todas las cuentas con ese alias y así descubrí a la cantante canadiense Lhasa de Sela.
¿Sería
Lhasa de Sela la artista preferida de Amparo? Mientras viajaba hacia la
redacción me topé con una cuenta de instagram sin actividad desde 2014
bautizada @lhasa_83 con fotos de la cantante. Supe que era ella por los
emoticones. Eran similares a su estado de whatsapp.
PASOS
PERDIDOS
Las cosas andaban mejor en la redacción. Con el correr de las semanas mis traspiés habían quedado atrás. La actividad parlamentaria era continua, tanto en el Senado como en Diputados. Amparo cubría las reuniones de asesores en la cámara alta y yo descendía al fango de la cámara baja. Acerté con legisladores de tercera línea, garpes políticos extraviados en los pasillos del anexo que presumían con sus iphones y reclamaban a gritos una explicación.
— ¡¿Ahora?! ¿Cómo que soy miembro de la Comisión de comunicaciones e informática? Lo tengo que saber ¿Para qué te pago? ¡Podes venir ya al despacho! ¡Ya!
La Honorable Cámara de Diputados era un desmán. Por un lado, entrevistaba a parlamentarios versados, con tres y hasta cuatro mandatos en “la casa”, y por otro, a mujeres y hombres novicios de los saberes legislativos.
Era evidente el cambio de trapos en la temporada de cobro; lookeados con trajes nuevos se los veía más seguros.
Por un lado acertaba con ex miembros de un consejo deliberante provincial, con cierta ductilidad que auxiliaba mi labor; en el peor de los casos, con paracaidistas que formaban parte de un proyecto político y asomaban como una dureza sintomática de lo que pasa en el poder.
Muchos
de ellos no lograban desempatar un proyecto de resolución de uno de ley, al
tiempo que detonaban sus tarjetas de crédito en "Cara Cruz" y
"La Gran Taberna" de Combate de los Pozos.
Entender
la rosca me llevó un tiempo, pero venía del fútbol donde vi cosas espantosas.
Formarme en el periodismo deportivo tuvo sus ventajas. Forjé un músculo que
otras especialidades no te ofrecen. Concretar una entrevista presentable con un
jugador del ascenso es más difícil que tomar sopa con tenedor. En cambio en el
Congreso cuando los tipos veían un micrófono se hacían paso a los empujones
para hablar.
PORGUASA
— ¿Qué hace´ poraca, abezón?
— Ey, Mondonguito.
— Chito. cásoy Humberto.
— Bueno…
— Esjoda, bola. ¿Queandaciendo?
— Estoy trabajando.
— Ah, la Comisio edeporte´...
— No, no. Trabajando acá.
— Mejodé ¡acáno ves la redonda ninpedo, Maurito!
— ¿Tenes cinco minutos? Necesito hablar con vos.
El jefe de seguridad de la entrada de Diputados resultó ser un viejo e ilustre conocido, capo de la hinchada de un importante club de Primera "C". Sabía al dedillo de sus contactos con el submundo del poder. Mondongo salió un tiempo con la Bichi, una prima mía.
— ¿Qué tomas? — le pregunté a Mondongo.
— Nopuedocabia´
— ¡Un cafecito, che!
— ¡Quéambiado questá´ loco!
— ¿Por qué?
— Tragedia, corbateli, nochupa´ lamañana...
— Eramos pendejos. El traje es por laburo…
— Hacelaorta questo´ gile´ te zarpan conlamarita — me apuró.
— Mira, Mondonguito. Estoy en el horno. Bardeé en el laburo, no me echaron de pedo.
— Con razó´ note leíama´ en el Suple, le ijeal abezón…
— No estoy más en el Suple. Un amigo me rescató y me mandaron a política… Te la hago corta: No tengo credencial Mondon…
— No me digamanada. Cuchame Maurito, cúchame bien. De ocho a cuatro toy yo, ¿ta´? Mi relevo es unuchacho mío, Ariel, El Toto de...
— De Rafael Castillo.
— ¡Ecole! ¡Mira que sescató! Tuvo una nena. La beba ahijadita mía, la Jennifer ¡Ojo! Metero y te arranco la cabeza. Vo´sabe´comoeto, eh.
— Quedate tranquilo, Mondongo ¡Por favor!
— No sea´ bola. Con él teaneja´ a partir de la´ cuatro. Si hayesión, cucha, si hayesión tencanuta´ en el bufé. Pedite algo, eliario, no sé.
— Tranqui.
— No toy yo, te queda´ oyando por pasoerdido ¿conocé?
— Si, conozco.
— Anotahí, anota emío y el del Toto.
— Che, Mon…
— Meoy. Graciasaestro — le dijo al mozo — Tengo que volve´ despué´ te pasoel de un pibito mío porguasa´ lo tengo enion eniobamba.
— Dale.
— ¿Tuprimita? ¿ien?
¡Gordo degenerado! Estaba más duro que sanguche de tortuga. Al salir del bar llamé urgente a mi prima y arreglé un “café”. La piba estaba sin laburo y aceptó sin peros. Mondongo, los "nenes" y yo armamos un grupo de Whatsapp: “ENTREGA LA BICHIII”
Desde esa mañana, sin credenciales ni acreditaciones, me manejé por el palacio como el Larva Saturno por la línea de cal. Sergio me dijo en off "yo quería jugar de nueve, Mauro. No me gustaba jugar de wing y empecé a hacer la bicicleta para no aburrirme"
LOS
NENES
Me
presentaba en los despachos como periodista parlamentario. Los plazos para acreditarse habían culminado y no había tiempo para esperar. Pronto generé muy
buena relación con dos jefes de prensa de los bloques más progres. De los
doscientos cincuenta y siete legisladores, había una decena que no tenían ni
idea donde estaban parados. La información para el diario la obtenía temprano.
Llamaba a la redacción y le pedía tiempo a Amparo para lograr los borradores
de los dictámenes en minoría.
A
media mañana me encanutaba a tomar mate con los nenes de Mondongo. Había un
solo escollo: que algún diputado levantara el teléfono para preguntar lo que no
debían. Me podría traer un quilombo con el diario o con Mondongo. Jugaba sobre
la línea. Muchas veces los que menos saben son los más peligrosos.
Tuve que cambiar de estrategia en cuestión de días. Con brío fui por los peces gordos. Era otro riesgo que debía asumir pero operaban data de primera mano. Ellos mismos eran los autores de los proyectos más sensibles y impulsores de noticias de interés.
LA
RED
Armé una red paralela que consistía en marcar a los nenes quienes eran los legisladores recién llegados interesados en pegar. Generaba el nexo y me abría. Tenía un extra por única vez y no me ensuciaba. Como estaba limpio y protegido lo hacía más por adrenalina que por guita. "Yo quería jugar de nueve y empecé a hacer esa movida para no aburrirme"
De
golpe y porrazo, los miércoles de sesión eran una festividad. Fue como volver
al campo de juego sin césped. A rayo partido el sol trepaba la cúpula del
Palacio falseando un bowling ball; al tiempo que los diputados prorrogaban el
tratamiento en sus bancas como si recién comenzaran con el debate. En los
palcos de prensa y algunas gradillas escatimaban los bostezos.
LA
LLORONA
En
menos de un mes estaba instaladísimo y conforme con mi doble rol. Llegaba a
casa y las noches que estaba sin Valentín me disponía a oír música mientras
preparaba la cena y apretujaba en mis manos una pelotita antistress. En ese
período de desvelos escuché todos los discos de Lhasa De Sela como parte del
plan pergeñado por el Gusti.
Estuve
al filo de una recaída mientras tintineaba “La Llorona”, un álbum exquisito.
Rancheras de vodevil con aires flamencos. La cadencia vocal de Lhasa me recordó
a la dama del poncho rojo: la gran Chavela Vargas. Los graves remachaban el
perfil dramático de las canciones y yo flotaba. Con los ojos entrecerrados
vislumbré a Amparo errando por la Gran Vía.
Sólo
me quedaba saber si el favoritismo por Lhasa de Sela aún perseveraba en mi jefa
de redacción.
GÓNDOLAS
En
medio de una discusión acalorada marcada por la presencia de grupos de
manifestantes, mientras el jefe de bloque oficialista cerraba una sesión le
escribí a Amparo:
como
viene senado?
redactando el cronista y tú?
Salgo en 10
dejo la luz encendida
Te vas?
Perdón
Estas redactando o ya te vas?
no me voy
Durante
una sesión con interrupciones por falta de quorum obtuve testimonios
exclusivos. Llegué a la redacción alrededor de las dos de la mañana. La única
luz encendida era un monitor que avivaba el semblante de Amparo. Mientras me
acercaba, como dos rosas, sus dos mejillas se veían brillar.
—
¿Cómo va? — me preguntó Amparo, inerte, frente a su Inspiron con la figura
intacta de alguien que inicia un nuevo jornal.
—
¡Muy bien! ¿Te llegaron los textuales?
—
Si, perdón. No tengo buena señal en el móvil.
—
Tengo una primicia, Amparo.
—
¿Alguna modificación en el proyecto de…?
—
¡Al proyecto de góndolas lo van a encajonar!
—
¡Eso sí que me gusta, joder! ¿Quién te dio esa información tan cojonuda?
— Santiago
Messa, el autor del proyecto.
—
¡Ostia! Eso sí es tener un cacao. Escribid la nota y la publicamos ya mismo en
el portal. No tenemos tiempo para la versión papel. Adjuntad el cartulario por favor.
¿Hablasteis con la producción de la primera mañana?
—
No. Ahora iba a llamarlos.
—
Veo que estáis atento.
—
¿Por?
—
Pues estuviste bien en no enviarlo por whastapp. Yo me encargo del llamado.
—…
—
Te felicito, Mauro.
—
¡Gracias!
—
¿Qué sucede?
—
Quiero decir… decirte algo — articulé ceceando. ¿Qué carajo me pasaba? ¿Tengo
que dormir más horas? ¿O “los nenes” la cortaron demasiado o esta mujer me
hipnotizó?
—
Bueno, hombre, echa la primera papilla.
—
Me gusta… eh, me gusta trabajar con vos.
—
¡Bueno! A mí también, chaval.
— Amparo, eh…
—
Larga ya el rollo ¿Desde cuando eres encogido?
—
Me siento… Nada, muy cómodo trabajando con vos. Hace tiempo que necesitaba
trabajar en equipo.
—
Bien, ¿y?
—
Y nuestro trabajo es muy solitario y... acá viste, bueno, no soy bien
visto.
—
Tranquilo, Mauro. Ya deja de echarme esa mirada y larga el rollo por favor.
—
Nada, que sé yo… Quería invitarte a tomar algo mañana, mejor dicho hoy cuando
nos levantemos…
—
¿Acaso me estas tirando la caña?
—
No, no.
—
¡No hombre, estaba de coña!
—…
—
¡Era una broma! ¡No lo decía en serio!
—Ok,
ok — dije mientras tiritaba al tiempo que me acordaba de la madre del Gusti,
que Dios la tenga en la gloria.
Capítulo
IX → https://bit.ly/2N6F78y