-
¿Tenés todo? – dijo papá.
- Sí -
respondí
- ¿Pasaporte,
pasajes?
- Sí,
papá ya te dije que sí.
-
Bueno…, disculpá, voy a poner algo de música si no te molesta.
- ¿No
querés hablar? - le pregunté
-
Prefiero manejar con música - contestó.
- Está
bien, estuviste callado toda la semana, ¿no tenés nada que decir?
- Ya te
dije, yo quiero lo mejor para vos y si lo mejor es que vivas en Los Ángeles te
voy a apoyar.
- Y
querés musicalizar éste momento ¿no?
- ¿Qué
decís?- dijo y giró su cabeza hacia mí.
- Te ví
anoche seleccionando temas - dije decidido.
- Sí,
cargué unos temas en el bichito éste… Creí que dormías.
- ¿Te
puedo hacer una pregunta más?
-
¡Estás preguntón hoy, ¡che!
- Una
más – insistí.
-
Bueno… ¡Dale!
- ¿Por qué
le pusiste “sin nombre” a la carpeta?
-
¿Queeeé?
-
Ahí... Ahí dice sin nombre.
- Ah, no
sabía qué nombre poner, es eso. Como no tiene nombre lo que siento hoy… Es
alegría por vos y tris…
-
¿Estás triste, pa? - interrumpí. Fue una pregunta inoportuna, decidí cambiarla.
- ¿Quiénes son éstos?
-
¿Estos?... Thin Lizzy
-
Suenan bien, ¡eh!
- Sí, suenan,
además es una de mis bandas favoritas.
-
¿Posta?
- Sí,
cabezón.
- Hace
rato quería preguntarte algo…
-
Decime.
- ¿Qué
significa para vos el rock, pa´?
- ¡Qué
sé yo!... Para mí el rock es la música de mi adolescencia.
- Vos
sabés que el papá de Jhonny ¿viste? escucha Dyango el chabón.
- Y
bue... Hay de todo. No me mires así... Ya sé que papá está grande, que debería
escuchar otras cosas, algo más melódico, pero a papá le gusta esto, me
estremece ésta música, ¿qué voy a hacer?
-
¿Estremecer? ¿Cómo?
- Sí,
estremecer… qué sé yo, como cuando te tiras a la pileta en un día de mucho
calor y el agua está muy fría y al rato empieza a gustarte y ya no podés salir,
no querés salir. Eso es estremecer, eso es la música para mí. Claro que a veces
escucho otras cosas. Pero no puedo evitar escuchar de vez en cuando algo que me
emocione, ¿comprendés?
Mi
viejo se había embalado y quedaban pocos minutos de viaje hasta Ezeiza.
- Mirá
- continúo. Nunca hablé de esto con nadie... yo preparaba dos cassettes: uno
para la ida y otro para la vuelta a la facultad. Las pilas se consumían muy
rápido y la radio era una buena opción, sobre todo para tapar el sonido
ambiente de la General Paz. Iba todas las mañanas desde casa hasta Ciudad
Universitaria en el 28 semi-rápido.
Para mí
- continuó mi viejo - era deprimente escuchar radios fm como la Aspen con temas
de Phil Collins tan temprano, ¿viste? Entonces armaba mi propio compiladito
rockero y el viaje se hacía más ameno. ¡Llegaba desinformado pero feliz!
En la
madrugada, mientras preparaba las entregas para la facultad, escuchaba a
Dolina... ¿Sabes qué cabeza?, el rocanrol me cambió la vida, en más de una
oportunidad hubo canciones que me han sacado de esos pozos depresivos que sólo
si fuiste y sentiste como adolescente podés entender…
- Nunca
te escuché hablar así - quise decir algo inteligente y dije esa boludez.
-
Siempre hay una primera vez- comentó papá - En definitiva acá estoy, tachero,
tranqui, pero insatisfecho... ¿Para qué te voy a mentir? El taxi nos dió de
comer, con el taxi pude darte una educación y con el taxi estamos yendo a
Ezeiza. Es contradictorio para mí, siento que no alcanzó, ¿entendés?
- Bueno
papá, ¡tampoco la pavada! Además vos no sos como los boludos de la parada.
Ellos son diferentes… Más… más -no quise ser tan duro- clásicos digamos.
- Te
digo más- continuó papá como si no me hubiese escuchado - Esto queda entre
nosotros ¿tamo? A la madrugada paro en un café y los escucho, ¿viste?, porque
yo siempre escucho. Y hablan al pedo, opinan sobre ustedes los adolescentes y
yo me pregunto si alguna vez tuvieron quince años.
- ¿Por
qué?
-
¡Porque parece que nacieron viejos, che! Cajetean todo el tiempo, yo que no
entiendo eso de la crin, crinf…
-
¡Creamfields!
- ¡Esa
mierda! No comprendo esa música, eletrónica, ¿eh? Pero no por eso tengo que ser
tan prejuicioso, mi viejo, tu abuelo... murió sin saber quién fue Lou Reed y
eso no significa que fuera un anticuado para mí. El viejo Lou sigue siendo un
artista del carajo y mi viejo el tipo más íntegro que conocí.
Papá
respiró profundo, yo quería que ese momento no terminara. Fijó la mirada al
frente como si buscara las palabras en el asfalto de la autopista Richieri y
dijo algo que no voy a olvidar jamás:
- ¿Sabés
qué, cabezón? Fuera de joda ¿eh? Ojalá algún día la música te llegue y cale tan
hondo en el alma como a mí, ojalá algún día alguna expresión artística te
conmueva, ojalá algo por básico que sea te saque del montón, te ayude a ver en
perspectiva y puedas contemplar la realidad con todos los sentidos... La música
no sólo se escucha, se siente, trae aromas. Pocas cosas me han llegado tan
profundo como el sonido de una armónica… el sonido de un piano, pero esos
podridos de New Orleáns, ¿viste?, en mi puta vida estuve ahí, pero estuve,
¿entendes?. ¡Benditos esos blancos ingleses que reivindicaron a los negros
americanos!, hicieron versiones de sus canciones y pudieron conocerlos en el
mundo entero. A esos, a los que se la juegan donde todos se hacen los
pelotudos… Se hubiesen quedado con su música pasatista de post guerra, sin
embargo escuchaban música margineta norteamericana, como lo fue alguna vez el
tango, ¿entendés?, acá, en Argentina, en Buenos Aires, digamo´, el tango alguna
vez fue marginal, música de cabarulos, de conventillos…
- ¿En
seeerio?
- !Sí!
Y todos esos músicos ingleses que hoy pisan los setenta, alguna vez tuvieron
dieciocho, diecinueve años como vos. Frecuentaban los bares de las afueras de
Londres y mamaron el blues y el rocanrol como si estuvieran en el delta del
Mississippi. Les agradezco, ¿viste?, a ellos
que no necesitan explicar nada, que siguen escuchando lo que sienten como a los
veinte…
- Acá
hay que doblar, papá.
- Tenés
todo me dijiste ¿no?
- Sí-
respondí-. Vos sabes que ayer cuando contaba de mi trabajo en una disco noté
que el tío y la tía se burlaban de mí...
- ¡No
les des bola a esos fracasados que vas a terminar igual que ellos!- sentenció
mi viejo - Una cosa más, si alguna vez ya grande seguís escuchando lo mismo que
ahora y alguien te dice que tenés que cambiar, madurar, escuchar otra cosa...
Dyango, vals, bolero o Mongo Aurelio, consejo de un gil: hacé la tuya hijo,
escuchá a tu corazón y vas a tener la respuesta, no pienses tanto como yo, mirá
cómo terminé...
- Vos
siempre decís que a un caballero sólo…
- … le
interesan las causas perdidas- completó papá. No me hagas caso, dame un abrazo…
Andá, andá, dale, que sale tu vuelo… ¿Tenés carilina? Tomá mi pañuelo… Dale que
tengo que entregar el taxi a las cuatro.
Mi
viejo intentó mostrarse duro, pero sus ojos estaban vidriosos. Nunca lo vi llorar
y ese día no fue la excepción. Subí al avión, saqué mi ipod touch y busqué la
carpeta "sin nombre" que pude copiar mientras papá dormía. Puse
"King of the blues" de Gary Moore y no pude pensar en otra cosa que
en él y sus palabras.
Pasaron
muchos años de aquel día. Mi carrera como DJ en Los Ángeles tuvo momentos de
éxito y de bajones. El balance es más que positivo, hice lo que quería: laburar
de lo mío. Volví a la Argentina el domingo, me instalé en el departamento que
le compré a papá en Capital. Miré el reloj, tomé el ascensor y salí de la
cochera a los pedos. El cementerio cierra sus puertas a las cinco. Suena Thin
Lizzy, no sé el título del tema, el dolor en ocasiones no tiene nombre, duele y
ya. Ahora entiendo a mi viejo: nada de flores, nada de mariconadas…