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9 de mayo de 2022

LHSS | DESCANSO ETERNO | CAP 38

 ARA GENERAL BELGRANO

 

A 40 años de la mayor tragedia naval en la historia de la Armada argentina este martes 3 de mayo desde las 20 horas: especial en La Hora sin Sombra

Tuvimos el testimonio de Ale Almirón periodista y tesorero del Club Social y deportivo 2 de Mayo Nos visita Jorge Luis Fernández profesor de historia y periodista. 

“Lo que más te destruye es el olvido, por eso no hay que olvidar” Julio Aro FundaciónNomeolvides










2 de mayo dia nacional del crucero Ara general Belgrano en recuerdo de todos los tripulantes que murieron en el hundimiento

 

Amparo, son las cuatro de la mañana. Estoy frente al monitor con una copa de gin tonic esperando la conexión. Si, volví a beber. Acabo de considerar tu proposición. No es mala idea.

Para empezar, te confieso que ayer fue se cumplieron 40 años del hundimiento y me costó escribir en mis cuadernos

La evocación expira en mi memoria quebradiza. Se van soltando los eslabones de la cadena que nos unía al crucero. Retumban con fuerza en su caída perforando el meollo de este berretín, destruyendo la coraza, el ensamblaje de aquella unión. 

Tomo psicótropos y barbitúricos recetados para dormir pero mi desvelo persevera. Estoy sin un mango. El viejo Omar ahora me paga mil pesos por sumario. Es una changa que me consiguió Marcelo. Me cuesta concretar una nota, tengo algunos ahorros pero es lo único que me sostiene. 

La relación con Valentino es un desastre. No me responde. Está en otra. Un mensaje suyo es casi un milagro. Mi novela no prospera, los personajes se retobaron. No quieren hacer nada por su cuenta y una novela sin acción es como una canción sin estribillo. Quiero dejar de narrar y que comiencen los conflictos de una vez. Pero no, los señores deliberan, reflexionan, puntualizan una escena fotograma por fotograma. Son una asamblea permanente debatiendo sobre el valor conveniente para las fotocopias de la Facultad de Sociales. Soy un fiasco como novelista. Toda una página para referir una sesión de terapia ¡Un bodrio!

Camilo será el editor. Me preguntó cómo venía con los capítulos. Le mentí. “Bien, Cami, en dos semanas la termino si o si” Mentira, todo mentira, Amparito.

Son las cinco de la mañana. Siempre son las cinco de la mañana.

Escribo un borrador en estado calamitoso. Luego tomo la medicación y corrijo el mail. Ya sedado te envío la última versión. 

Te escribo y transcribo en mis cuadernos: 

Buscar escapar de la pesadilla

el triste recuerdo no me da salida.

Campos desolados en donde arde el fuego

se ensaña con ganas sobre mi pobre pueblo.

Mi procedimiento es como bracear en el barro. Siempre en sigilo y sin sonidos. Recordar a solas es enamorarse del silencio, un silencio con humo y espejos.

Amparo bonita, con vos me desnudé. Te quiero preciosa. Pocas personas me han conocido tan a fondo en tan poco tiempo. ¿Cuántas veces me viste sobrio? 

Mi última compra fueron seis botellas de vino y un pack de cerveza. En el supermercado un hombre grande que andaba amargado me chocó el carrito, me gruñó unas disculpas y entonces le dije mirándolo igual de serio "me va a tener que pasar los datos del seguro" y lo hice reír. Ya estoy en la edad de chistes de pasillo de supermercado.

La china me cobra sin pronunciar una palabra. Ayer creí que me habló “Cuídate ¡Nada es tan grave! Mírame a mí, no entiendo nada de lo que dicen y acá estoy, a diecinueve mil kilómetros de mi país. Crio una hija y asimilo palabras como birra, inflación, morrón y Kicillof”.

El gordo Ozzy, ¿te acordás de él? Fuimos a su casa a cenar. Ozzy me recordaba la fascinación de Luca Prodan por las marcas como Wellapon y Nesquik. El pelado solía incorporar a sus letras palabras con la "ch": chabón, cucurucho, Chivilcoy. Son como terminologías salidas de un universo paralelo. Yo me siento así, como la expresión cucurucho. Construido de retazos, inconcluso. Surrealista en los contornos. Un croquis amorfo con yerba de ayer.

Jóvenes muertos por un ideal

otros mutilados por siempre han de estar.

Del Chaco a Malvinas tuvimos que ir

y sin un sentido tener que morir.

Me cuesta mantenerme sobrio. Mi psiquiatra dice que no es grave. Vos al menos tenés un norte, una familia. Si, ya lo sé. Está Valentino, es cierto. No sé si voy a volver a verlo. Rezo por él. Voy a misa todos los domingos. ¿Podes creer que San Expedito cumplió? No te rías, parece que te veo. Ya te contaré. Hace dos meses que no deposito la cuota alimentaria. La pension no alcanza. Valen no quiere saber nada de mí.

¿Ya te dije que mi viejo nunca me llevó a la cancha, no? Él decía que el patriotismo es la pasión de los tontos. Además le daba vergüenza tener un hijo cojo. Nunca me acepto sin una pierna.

Como salteado. Ya guisé fideos en todas sus formas: moño, fusilli, ñoquis y espagueti acompañado de queso, manteca, aceite, solo ¡Qué noble el ñoqui, te avisa cuando está listo! Sale a la superficie, flota, te dice: acá estoy, listo para que me comas. Un kamikaze de la alimentación. Nada como un buen plato de fideos a las 6 de la tarde ¿Es almuerzo? ¿Es cena? ¿Es síntoma de depresión? Nadie lo sabe.

El clonazepam mezclado con el alprazolam me permite adormecerme doce horas. Lo bueno de empeorar es saber cuál es la copa que me deja inapetente. Deliré con mi viejo ahora que lo hemos estado nombrando tanto. Estábamos en un paraíso ampuloso, él ebrio y yo empepado, más cerca del Parque San Martín que de Strawberry fields.

¡Qué delirio ir intoxicado por un sueño juntos! Lo lloré tanto a papá que ya empiezo a creer que los lamentos acuden en cuenta gotas. Me quedé unos minutos observando el retrato de papá. Todavía recuerdo cuando deserté para ir a las Islas.

Mi viejo me llamó para cenar.

—Ya voy, pa. No me siento bien — fingí un sollozo para que me deje solo.

Papá se aproximó y me dijo — Hay albóndigas...— Al verme reposado con los hombros hundidos me reanimó — Dale, cabezón. Te va a ir bien, y si las cosas no van bien pedís de volver…¿Cuál es el problema?

Que ingenuo. Yo Estaba desconsolado. Todos los cambios, aún los más ansiados, llevan consigo cierta melancolía. Papá me extrañó cuando me fui. En el pozo escribí unas líneas…

Luchas desiguales en campos lejanos

ver sangre correr de mi propio hermano.

El frío cortante se hacía sentir

sin abrigo y hambre todo era sufrir.

 

Si vamos ganando ¿por qué preocupar?

!Hundimos un barco del trono imperial!

Mentira tan solo para conformarnos

mientras los soldados se están congelando.

Esto nunca te lo conté, a mi padre le cortaron una pierna por una avería en los nervios y mala circulación a causa de su diabetes. Yo que me aterraba ante un corte de piel menor aprendí a remediar su muñón en carne viva. El tiburón de mi papá fue la tristeza. Se lo comió de a poco. No había forma de sacarlo de esa profundidad desamparada de barcas y marineros. Mi padre le hizo pito catalán al enalapril y el lotrial. Curar su sobreinfección fue en realidad ubicar gasas con antiséptico a mi propio dolor.

Más los grandes jefes en sus gabinetes

nos mandaban ordenes muy lejos del frente.

Se cubría la tarde con un gran andamio

y se oía sus voces sólo por la radio.

 

Escribirle a Amparo es una continuidad de mi diario. No hay diferencia, Todo fluye. Hay cosas que solo Amparito y yo sabemos. Con la salamanquesa tenemos una complicidad notable. Un entendimiento que excede las distancias. Amparo es una guerrera de delantal y descosidos.

 

Muy abrigaditos comían gustosos

otros con hambre en un pozo de zorros,

Deshonra y frío sobre la trincheras

todos encimados en una ratonera.

Ha pasado el tiempo y se han olvidado

que allá en las Malvinas cayeron paisanos,

Muertos por las balas de un vil invasor

que sobre criaturas salió vencedor.

 

Siento al recordarlos una pena honda

cuerpos destrozados por la grandes bombas,

Madres sin consuelo solas con su rabia

van al campo santo a llevar plegarias.

 

Recuerdo una salida con Amparo en Buenos Aires. En el bar nos desvestimos con las miradas. La última vez salimos tambaleando y abrazados. Tomamos un taxi. En cinco minutos estábamos bajando en casa. El reloj se aligeró. Ingresamos a mi departamento a los besuqueos y arrancándonos lo puesto. Recuerdo que me caí redondo en medio del living al querer sacarme los pantalones achupinados. Nos reímos a carcajadas en el piso. 

  Preciso de uno, dos y hasta tres encuentros para amoldarme y relajar. Es como con las copas. Una, dos, y en el tercer sorbo echo alguna cosa más o menos lúcida. Todas se van antes. Desencantadas. Amparo se quedó. Acarició al infante de doce, le quitó los pies de las ruedas de la bicicleta. Taponó la boca del tiburón y abrió sin ganzúas las compuertas del varón de treinta y diez. 

  Llegamos a la cama desprovistos de ropa. Ella abrazó un corazón llenó de cosas mudas.

Llevaron a sus hijos llenos de salud

mas lo devolvieron en un ataúd

"El fue muy valiente, tome una medalla

Luchó como un héroe"- dicen con infamia.

Hoy es dos de mayo, espere 40 años, ya no puedo más. Me clave de un sopetón toda la tableta de pastillas y una botella de vodka. Los ojos se me cerraron mansamente y ya no sentí dolor…

Mas los días pasan y se va la vida

ya se han olvidado que pasó en Malvinas

Ya pasó la historia todo ese mal sueño

Dios les dé a los chicos el descanso eterno.

 


4 de mayo de 2011

DESCANSO ETERNO










Buscar escapar de la pesadilla
el triste recuerdo no me da salida.
Campos desolados en donde arde el fuego
se ensaña con ganas sobre mi pobre pueblo.

Jóvenes hoy muertos por un ideal
otros mutilados por siempre han de estar.
Del Chaco a Malvinas tuvimos que ir
y sin un sentido tener que morir.

Luchas desiguales en campos lejanos
ver sangre correr de mi propio hermano.
El frío cortante se hacía sentir
sin abrigo y hambre todo era sufrir.

Si vamos ganando ¿por qué preocupar?
!Hundimos un barco del trono imperial!
Mentira tan solo para conformarnos
mientras los soldados se están congelando.

Más los grandes jefes en sus gabinetes
nos mandaban ordenes muy lejos del frente.
Se cubría la tarde con un gran andario
y se oía sus voces sólo por la radio.

Muy abrigaditos comían gustosos
otros con hambre en un pozo de zorros,
Vertical y el frío sobre la trincheras
todos encimados en una ratonera.

Ha pasado el tiempo y se han olvidado
que allá en las Malvinas cayeron paisanos,
Muertos por las balas de un vil invasor
que sobre criaturas salió vencedor.

Siento al recordarlos una pena honda
cuerpos destrozados por la grandes bombas,
Madres sin consuelo solas con su rabia
van al campo santo a llevar plegarias.

Llevaron a sus hijos llenos de salud
mas lo devolvieron en un ataúd
"El fue muy valiente, tome una medalla
Luchó como un héroe"- dicen con infamia.

Mas los días pasan y se va la vida
ya se han olvidado que pasó en Malvinas
Ya pasó la historia todo ese mal sueño
Dios les dé a los chicos el descanso eterno.



Juan Carlos “Taio” Haurat. Resistencia, Chaco



                                            
                                                





7 de noviembre de 2009

ESPERAS






Llegué al locutorio, el 3G en la ciudad funciona cada vez peor. Pedí una computadora para revisar el correo y salvo una, estaban todas ocupadas. Me ubiqué al lado de dos adolescentes, tendrían entre quince y dieciséis años, y mientras abría la página de yahoo, una de ellas dijo - Che Fla, esto no termina más, hace diez minutos que está descargando el programa.
Pensé “estas computadoras deben ser muy lentas, reviso los asuntos en los correos recibidos y si tarda mucho me voy”, pero la voz de esa chica rebotó en mi cabeza: ¡DIEZ MINUTOS!
Giré y pude ver la impaciencia en sus rostros y mi necesidad de leer los mails quedó en un segundo plano. Recordé algunas esperas que tuve en mi vida, las que me contaron y las que leí. Una seguidilla de anécdotas resurgió en mi mente. Como un tranvía descarrilado a toda velocidad me fui de las vías y llegué hasta Fabio, el flaco Fabio y su relato recurrente: cómo desde la ratonera en Malvinas esperaban alguna directiva de sus superiores, mientras escuchaban los estallidos de bombas y el vuelo rasante de los aviones ingleses. Si bien estuvo en las islas sesenta días, describía esos momentos como eternos.
Irrumpe otro recuerdo: los ojos vidriosos de papá luego de la derrota de Italo Luder ante Alfonsín. Esa noche escuché por primera vez que tuvieron que esperar dieciocho años para volver a nombrar a Perón. Hasta acá creí que lo peor que podía esperar era el 91 ramal Sarmiento.
El mismo trip me condujo a la imagen de Luisito, que recién pudo conocer a su viejo a los seis años. Esperaba ese día con tantas ansias y yo no podía comprenderlo, creo que ninguno de los pibes de la cuadra entendía su sentimiento. Luisito lo idealizaba, siempre nos decía "Va a ver que cuando vuelva mi papá los va a caga a palo".
La última vez que lo vieron  por el barrio, fue en los campeonatos Evita, de fines de los setenta. Pancho, como le decían, era wing izquierdo, tenía una estilo muy personal. Una mezcla de loco Houseman por la insolencia en su juego y el gringo Scotta por la pegada fornida.
Me contó el tío Juanqui que la final del torneo se jugó en La Noria, atrás de las piletas. Un partido chivo entre Las Achiras y Urquiza. Finalizó dos a dos. Luego de un alargue enredado (con el público dentro de la cancha) llegaron los penales. Pancho definió la serie picando la pelota por encima del arquero.
Francisco finalmente volvió una tarde de Navidad. El mito, el hombre que se atrevió a picar la pelota en una final ya no era aquel wing izquierdo. Era un tipo desairado y de aspecto abandonado. Tenía rasgos duros, una mirada triste y hostil, tierna por momentos y filosa por otros. Párpados caídos y una cicatriz límpida le franqueaba el ojo. Apareció en un Dodge Polara. Nunca voy a olvidar la cara de ese pibe de seis años; era todo felicidad.
Las dos amigas sentadas junto a mi box finalmente lograron descargar el bendito programa. La espera que fue motivo de tanto fastidio e impaciencia llegó a su fin. Pensé: “ellas pueden instalar o desinstalar cuando quieran, en cambio en la vida real no existe el CTRL+Z (Deshacer) y tampoco se puede resetear o reiniciar siempre, hay momentos que cuando se pierden ya no vuelven más”. Comprendí, en ese momento, la angustia de Favio por no recibir una directiva en la ratonera y el desaliento de papá ante una derrota electoral. Pero sobre todo recordé el Dodge Polara con Luisito y su papá, en esa Navidad tan esperada. Ellos dos juntos otra vez. Quizás Pancho no sea el mejor ejemplo para un pibe, quizás no debió picar la pelota sobrando al rival, quizás no debía irse un día para no volver. El mito dice que jugo de wing y vivió en Sarmiento. No lo sé. Lo que sí sé es que fue y será el mejor regalo para ese pibe.