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24 de marzo de 2018

MANUAL DE PERDEDORES | 24 DE MARZO




FM 107.1 




Después de "La Feliz", nos malcopamos con el gran Camilo Sánchez, así que seguimos sacándole jugo a su material. En el programa de hoy hablamos de su otra novela: "La viuda de los Van Gogh" (2012). En ella, Camilo nos revela la historia de Johanna Van Gogh Bonger, quien se puso el equipo al hombro y se encargó de dar a conocer las pinturas y las cartas de su cuñado.
Además, fueron de la partida nuestro querido rioba de San Cristobal, Rodolfo Walsh y la estación de subte que lleva su nombre.
Para cerrar, el merecido homenaje al campeón del mundo, al último wing, el de la gambeta exquisita, el loco René Orlando Houseman.



PODES ESCUCHAR EL CAPITULO 66


27 de marzo de 2017

MANUAL DE PERDEDORES 25-03-17



FM 107.1 


Para quienes no pudieron escucharlo: Manual de perdedores | sábado 25 de marzo.
En Literatura de todas formas hablamos de David Safier y su novela “Jesús me quiere”. En la sección Entrevista: María Laura Prelooker nos habló sobre su nuevo lanzamiento editorial, “Las viudas de la Shegua – She Was”. Cerramos con un homenaje a Rodolfo Walsh a 40 años de la publicación de su carta Abierta a la Junta Militar.





SI TE PERDISTE EL CAPITULO XXVI PODES ESCUCHARLO

24 de marzo de 2013

ENTRE WALSH





En su última carta redactada el 24 de marzo de 1977, a un año de instalada la Junta Militar, Rodolfo Walsh advirtió que los militares no derrocaban a un gobierno sino la posibilidad del pueblo de vivir en un proceso democrático. Como todos los días al bajar las escaleras del subte línea E me complace ver el reconocimiento a través del nuevo nombre de la estación Entre Ríos - Rodolfo Walsh. 
Me entusiasma por varias razones. Por un lado “Operación Masacre” llegó a mis manos en cuarto año del secundario a través de Héctor Saldaña, profesor de Lengua y Literatura. Lo asimilé unos años después -uno llega a ser grande por lo que lee y no por lo que escribe, decía Borges- y me cambió la cabeza para toda la cosecha. Walsh, se adelantó a su tiempo, dio cuenta del plan sistemático de aniquilamiento y aseguró que la Dictadura “ha despojado a la tortura de su límite en el tiempo”. No se equivocó tampoco al denunciar que el gobierno militar no intervenía como árbitro entre “dos terrorismos” sino como “la fuente misma del terror”. Walsh no dudó en dejar de lado toda su vanidad, y puso toda su vida al servicio de una causa. 

Leer a Walsh es conocer la primera obra de ficción periodística, es la atmósfera que se divisa en un relato denso y sórdido que me cautivó para siempre. Yo no busqué vivir en ésta esquina, la esquina donde mataron a Rodolfo Walsh. ¿Casualidad? Puede ser. Me crié en un barrio llamado Domingo F. Sarmiento, bordeando la General Paz, en el pórtico de La Matanza. Sarmiento y Matanza, ¿otra casualidad?. A los diecinueve años me fui a vivir a la Ciudad Feliz. En mi estadía marplatense alquilaba en la calle Sarmiento (y Falucho). Volví a Buenos Aires y como si el padre del aula me acorralara en este viaje de regreso a la ciudad llegué a la porteñísima avenida San Juan. Ahora vivo a cien metros de la estación "Rodolfo Walsh". Es un orgullo para mí como lector, como admirador suyo, como vecino de San Cristóbal, y como pibe del conurbano seducido por las luces del centro que siempre soñó vivir entre avenidas, bares abiertos hasta tarde y una boca de subte en la cuadra. 
  Vuelvo a Walsh; un decidor, periodista y escritor. El tipo que cifró el modelo de investigación periodística más logrado tanto en Operación Masacre como en el Caso Satanowsky. El hombre que hizo la denuncia más clara y específica contra la dictadura empresario-militar. El intelectual orgánico que detectó la invasión a Bahía de los Cochinos sin recursos técnicos pero con mucha inteligencia, que supo poner en palabras lo que muchos pensaban y pocos decían. ¡Hay que tener huevos para redactar y publicar esa carta Abierta a la Junta Militar!, ¡hay que tener mucho coraje realmente! 
  Cuentan las crónicas que el ex oficial Weber manifestó: “Lo bajamos a Walsh. El hijo de puta se parapetó detrás de un árbol y se defendía con una 22. Lo cagamos a tiros y no se caía el hijo de puta”. Ese árbol debe ser uno de los que está en la vereda de casa, firme… Firme como las convicciones con las que transitan los hombres y cuadros de fuste. Como principio no es poco. Falta mucho por andar, pero por algo hay que recomenzar. La clave para la inmortalidad es principalmente vivir una vida que valga la pena recordar cómo fue la vida y obra de Rodolfo Walsh. Ayer, hoy y siempre a través de sus libros y como cada mañana al bajar las escaleras de su flamante estación.