Hace menos
de un mes, resolvimos junto a un amigo, emprender un programa de radio que
discurra sobre libros en Zoe, una FM de rock.
Una de las
secciones que surgió es Literatura
de todas formas. Hablamos de
Tarantino, Diego Recalde, Alejandro López, Mariano Llinás entre otros.
Desde la
sección pretendimos dar nuestra opinión sobre estos artistas que hacen
literatura desde otros formatos. Hablamos de músicos-escritores como Leonard
Cohen, Lou Reed y Bob Dylan.
Al
enterarnos de la buena nueva del viejo Bob ( lo escribo con el cariño hacia un
tío que nos señaló el camino desde pibes) aplaudimos la noticia. Uno de los nuestros, admirado por los Beatles, Hendrix y
los Stones, un auténtico songwritter fue legitimizado por el mainstream
literario. Un rocker, eso que
nuestros padres no entendían, codeándose con las grandes plumas que han dado la segunda
mitad del siglo XX y el comienzo del siglo XXI.
En Manual de
perdedores reivindicamos
a los que tienen la cancha inclinada desde hace rato, a los bizarros, a los
borders, a los marginales pero permítanme la contradicción: hoy brindamos por
este ganador, ya no del premio Nobel de Literatura.
Robert
Zimmerman le ganó a su destino.
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