Hace
frío, resuelvo servirme una copa. Retiro el vinilo del envoltorio. El winco
pulsa sin wi fi mientras la púa traza el camino de las canciones y no se
detiene por las publicidades de spotify. Las melodías se escurren sobre los
cauces de una circunferencia renegrida que emula un mándala sonoro.
Los
viernes a la noche escucho discos de punta a punta. Gana el track número 6: “Old Man”. Demasiado folk para ser folk rock, demasiado
folk rock para ser folk. De nuevo aparece esa receta que Young dominaba a la
perfección y a la que jamás quiso renunciar.
La voz de Neil Young abriga el living junto con la ayuda de dos ladrillos refractarios. July semi dormido y algo afiebrado se desveló, lo llevo al baño y al salir se acuesta en mi regazo. Cuando la púa alcance el track 10 será el momento de soñar. El disco "Harvest" suena el tiempo que tomo en desprenderme del automatismo de la rutina. «¿Viste lo que cobra X por la entrada? ¡Una barbaridad!» Rebota en mi cabeza. Por noches como las de hoy, le pagaría al viejo rocker canadiense mucho más que el desembolso de un ticket costoso.
La voz de Neil Young abriga el living junto con la ayuda de dos ladrillos refractarios. July semi dormido y algo afiebrado se desveló, lo llevo al baño y al salir se acuesta en mi regazo. Cuando la púa alcance el track 10 será el momento de soñar. El disco "Harvest" suena el tiempo que tomo en desprenderme del automatismo de la rutina. «¿Viste lo que cobra X por la entrada? ¡Una barbaridad!» Rebota en mi cabeza. Por noches como las de hoy, le pagaría al viejo rocker canadiense mucho más que el desembolso de un ticket costoso.
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