1
¿Ya
está cerrado, Oscar? Me estoy jugando todo. Atrás mío hay mucha gente,
¿entendes? ¿Estás seguro, no? ¡Cómo! ¿Cómo que en la próxima elección? ¿Las
legislativas? No, no. ¡Falta mucho para eso, Oscar! Oscarcito, me matas. Me
partís al medio.
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¿Cómo
es el aula, papucho? ¿Cómo se llama la seño? ¿Ya lees? Naaa ¡Qué bueno! ¿Quién
es el nene que te hizo llorar? Contame Valen, contame… ¿Un cuento? Para, dame
un cachito.
Si, si,
puedo hablar. ¿Cómo estamos? Mira que espere dos años. Me estoy jugando todo.
Atrás mío hay mucha gente. ¡Cómo! ¿Otra vez? ¿Cómo que en la próxima elección?
¿Las ejecutivas? No. Falta mucho para eso Oscar. Oscarcito… Me matas. Me partís
al medio…
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¿Cómo
es el aula? ¿Cómo se llama la seño? A ver, no me digas. ¿Andrea? ¿Carolina?
¡No! ¿Silvana? Para, para. Ya la tengo. ¡No vale hacer caras! ¿A ver cómo lees?
¿Ya aprendiste, no? ¿Y ahora?, ¡¿multiplicación?! ¡Qué lindo! ¿2x2? ¿Un cuento?
Dame un segundo, Valen, un segundito nomas…
¡Oscarcito
querido!… Sí, sí. Entiendo. Pero tengo a toda mi gente… ¿Me estas cargando? No,
ese contrato no me lo bajes. La piba, la piii … es de verdad. Dale, dale… Sí.
Si, entiendo… ¿Me conseguiste la acreditación para mañana? ¿Cómo que
acreditación, Oscar? La apertura de las sesiones, crack….
4
¿Cómo
andas Valen? ¡Ah, mira! En inglés. En inglish, ja ¿Cuándo aprendiste eso? ¡Qué
bárbaro! ¿Ese quién es? ¿El hombre gato? Miraculous: Las aventuras de Ladybug,
¡Mier…! ¿De qué se trata? ¡Qué lindo! ¿Un cuento?
¡Hola!
Si, decime. No, no. ¿Qué me va a pasar? Te hablo normal. Dale, Oscar. Está
perfecto, che. Dale para adelante… ¿Qué me va a molestar? Atendé tranquilo.
Tranquilo nomas…
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¿Aprendiste
a multiplicar? Claro, me habías dicho. ¡Que cabeza la mía! ¿Y ahora?,
¿División? ¡Ah! ¡Qué lindo! ¿Seis dividido tres? ¿Un cuento? Dame un segundo,
hijo, un segundito nomas…
¡Tanto
tiempo! No, no… ¡Por favor, Oscar! No, no querido. ¿Cómo me voy a enojar?
Confío en tu criterio. Sos el Chu, que digo el Church... el De Gaulle… Claro,
claro… Dale, si Oscarcito. Sí, sí. A tus ordenes, compañero. Tenes que crecer…
Claro, tus pibes… el Carib… Tienen que conoc… Claro, ¡Qué Santa Teresita!
Pobres, sí, sí. Perfecto… Impecable…
⌛️
¿Qué
haces, Valentino? ¡Qué sorpresa! ¿Por dónde andas? Dale, disfrutá. Disfrutá,
hijo. ¡Qué lindo! ¿La gente? Son medio medio… ¿Son fifi los franchutes? ¿Ah,
no? Estuve con mamá. ¡Sí! Hoy habló. Si, se acordó de vos, de Junior. “¿Y el
pedito?” — me dijo. Porque la erre medio que se le pianta ¿viste? ¿Cuándo vas a
venir, Valen? Ah. ¡Mira, vos! ¿Bientôt? ¡qué bárbaro! Si, si ¡Como aprendiste,
eh! Atendé tranquilo, hijo. Bueno, bueno. Conectate cuando quieras. No hay
problema. Sí, sí. Me entretengo con las plantitas que me encargó tu vieja. Si,
una pinturita. Dale, no es necesario, hijo… Con la pensión, si, sí. Los
muchachos del gremio que me tiran un hueso… No hay problema. Te quería contar
un cuen... que me cont... Ah bueno, bueno. Un besito a mi nietito hermoso.
¡Cuatro ya! Me encantaría. Vení cuando puedas. Saludos a la pat… mándame
videos. Dale, dale cabezón… yo tamb… yo tamb…
6
Una
noche me quedé más de la cuenta. Corrieron más copas de lo debido y no
registraron que debajo de la mesa se ocultaba un pibe de ocho añitos. Tenía dos
muñecos, mis preferidos, Han Solo y Chewbacca. Papá, con un tono de voz
diferente, le contó a tío Héctor algo sobre un compañero de estudio. Era su
amigo. Llegó de Ecuador a estudiar a la Plata. No me acuerdo el nombre porque
me distraje jugando. En realidad no me distraía porque yo jugaba en serio. Unos
tipos uniformados patearon la puerta de la pieza que alquilaban. Papa dormía,
el ecuatoriano no. Le encontraron unos folletos en su bolso. Papá no lo vio
nunca más.
(1) Cerraron la facultad de medicina. Mi viejo estaba en tercero. Con los años entendí que las palabras y el pensamiento son más peligrosos que un fusil.
(1) Cerraron la facultad de medicina. Mi viejo estaba en tercero. Con los años entendí que las palabras y el pensamiento son más peligrosos que un fusil.
7
Ayer
discutía con unos amigos sobre vos, hasta donde los niños deben saber cosas y
hasta donde no. Me sorprendí. Fui el único en la mesa que te bancó. Objeté que
las chicas y los chicos tienen que ser lo que son: niños. Jugar, ir al colegio,
hacer algún deporte, cultivar la amistad y sobre todo ser lo que son. Uno ya de
grande, tiene el vicio de buscar la aceptación, y en eso vamos a lo conocido.
No te la jugas más.
8
Por eso
te digo, gracias por estar todavía. Porque en el fondo me gusta cuando Valen me
llama para matar arañas. Como sea quiero agradecerte la felicidad que me das.
Al decir del Nano, no pude impedir que sufra. Pero sí pude darme cuenta y
disfrutar del momento fugaz de su inocencia, sí pude entender que algunas cosas
que dejamos pasar desaparecen como pompas en el aire. Hay tanto padre
enceguecido, hay tanto padre que nunca ejerce, con tanto apuro por llegar a los
confines de las almas que la desdicha envuelve, que creo, querida infancia, que
venimos haciendo un buen equipo.
Te
propongo que cuando te vayas, quedemos en encontrarnos de vez en cuando. Capaz
que con mi propia niñez podamos reunirnos vos, yo, Han Solo, Chewbacca y jugar
con un Woody y un Buzz Lightyear que conservé.
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¡Gracias!
Sé que te tenés que ir. No voy a hacer como otros que se empecinan en que te
quedes nomás para mantener la dependencia de sus hijos. De ninguna manera, la
vida debe seguir su curso. La vida no es juego — dicen. Creo que no dejamos de
jugar porque envejecemos. Envejecemos porque dejamos de jugar.
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¿A que
jugamos? — se preguntarán. Algunos juegos parecen inocentes, a veces no. En
ocasiones el juego consiste simplemente en vivir como si todavía no nos hubiera
ocurrido lo mejor. He
perdido horas inestimables en tareas desatinadas. Declaro que pienso seguir
jugando. El que quiera seguir jugando va a ser mi amigo. Y el que ya no juegue
más, se irá a un cielo de olvido en dónde, así como muchos griegos al morir se
convertían en constelaciones, irán a ese cielo de mis olvidos y se convertirán
en constelaciones que tienen nombres y apellidos. Quiero
dedicar este relato a mis amigas y amigos queridos que siguen jugando conmigo
este juego hermoso pero fortísimo de hacer un programa de radio en el que
parece que uno lee relatos, comenta un libro y en realidad nos estamos jugando
el alma.
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¡Hola
Valen! ¿Qué tal, papito? ¿Cómo es el aula? ¿Cómo se llama la seño? ¿Quién es el
nene que te hizo llorar? Contame hijo, contame todo. Tengo tiempo. No, no. Ya
no atiendo el teléfono. Ya no… ¿Un cuento?... Sí, claro. Había
una vez un chanchito que se llamaba Pedro. Una vaquita que se llamaba
Delfina...
Texto
leído en el programa de radio Manual de Perdedores FM Zoe 107.1 Mhz
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