Un puerto es morada encantadora para un alma cansada de las luchas de la vida.
"Pequeños poemas en prosa" (1862), Charles Baudelaire
Aquí, desde este muro,
mirando el mar abierto,
siento de pronto el descontento
oscuro
oscuro
de un buque abandonado que
envejece en el puerto.
envejece en el puerto.
Aquí el ancla se aferra,
pero el velamen pugna por
volar;
volar;
aquí comienza el mar para el
que está en tierra,
que está en tierra,
pero aquí el mar termina, para
el que está el mar.
el que está el mar.
Y por eso quizás amo este muro
sobre el que salta a veces el
oleaje;
oleaje;
este muro que mira hacia el
futuro
futuro
con la esperanza de emprender
un viaje...
un viaje...
Amo este puerto claro,
y este Morro que puja su
montaña,
montaña,
y el giratorio resplandor del
faro,
faro,
única luz que supo dar
Mar del Plata...
Mar del Plata...
Y amo el manso canal de entrada
angosta,
angosta,
que hasta sus arrecifes se
conmueve,
conmueve,
cuando, a todo lo largo de la
costa,
costa,
retiembla el cañonazo de las
nueve.
nueve.
Amo este puerto de hálitos
salobres,
salobres,
con un gran muro que parece
chico
chico
para el coloquio de los novios
pobres
pobres
y para los bostezos del
matrimonio rico.
matrimonio rico.
Amo este puerto femenino y
macho,
macho,
con su agua honda y su emoción
sencilla,
sencilla,
igual que la mirada de un
muchacho
muchacho
que remienda sus redes en la
orilla;
orilla;
o como la sonrisa del marino
de idioma gutural y vacilante
pierna,
pierna,
que nadie ha de saber de dónde
vino,
vino,
pero que siempre va hacia la
taberna;
taberna;
como esos buques de actitud
mendiga,
mendiga,
mugriento casco y remendadas
lonas,
lonas,
tan llenos de humildad y de
fatiga,
fatiga,
que, sin saber por qué, nos
parecen personas.
parecen personas.
Amo este puerto, donde tantas
veces
veces
el ciclón antillano frenaba sus
embates,
embates,
entre el súbito brillo de los
peces
peces
y la esbelta blancura de los
yates.
yates.
Y amo los botes lentos,
de remo largo y corta travesía,
con las maderas llenas de
lamentos,
lamentos,
donde viajan de noche los
amores de un día...
amores de un día...
Amo este puerto, donde las
gaviotas
gaviotas
hacen su nido en las
arboladuras,
arboladuras,
respirando fragancias de las
Toscas remotas
Toscas remotas
donde no llegarían sus alas
inseguras.
inseguras.
Y amo este puerto, abierto
derechamente al mar, igual que
un río,
un río,
que en su dormida paz está
despierto
despierto
y en su cálido amparo siente
frío,
frío,
porque mi corazón también es
como un puerto
como un puerto
que poco a poco se quedó
vacío...
vacío...
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