“No tengas miedo, no, me pelé por mi trabajo.
Las lentes son para el sol y para la gente que me da asco”
Podes escuchar el vivo completo acá:
#QuedateEnCasa
Recomendaciones
DISEÑO EN EL ABASTO
-
Sí, bueno, maomeno.
-
¿Maomeno?
-
¿Ya empezás?
-
¿Ya empiezo con qué, nene?
-
Dale, Claudia. Dejame terminar por mi maqueta y ponés lo que quieras.
Ella
canturreó “we´re worker ants, or we´re ants whit wings?”.
-
Cantá conmigo - le exigió.
-
No sé cantar, me da vergüenza.
-
Dale, animate - balbuceó la mujer que no paraba de menearse por el comedor.
-
Tengo la entrega mañana. ¡Ya te expliqué! Hoy me tengo que quedar toda la
noche, por favor te pido.
-
Jodete, ¿quién te pidió que estudies diseño? – le dijo y abrió una botella de
vino.
-
¡Dale! No me molestés. ¿Por qué no te acostás? No tomes eso. El Resero es para
cocinar. Te va a hacer mal por tu panza. Mira por tus pies. Están hinchados –
le objetó.
-
¿Quedó algo de Seven Up o te la tomaste toda?
-
Está la de ayer, yo no tomé. ¿El médico acaso no te dijo que no tomés gaseosa?
-
¡Qué sabe ese! Acá está. ¡Pero no tiene nada de gas esta mierda! La cerraste
para el culo.
En
serio te digo, Frankie. ¿De qué vas a laburar cuando te recibas, amor? - le
preguntó burlona mientras servía la semen up en un vaso, al tiempo que lo
trataba con dulzura y violencia de manera alternada. Como un niño jugueteando
con plastilina.
-
Ya veremos. Es una carrera nueva en la UBA. Tiene futuro, dicen.
-
"Dicen". Pensalo bien, "dicen". Vamos a tener un hijo y con
esos dibujitos no vamos a poder comprar pañales.
-
¿Por qué sos así conmigo, Claudia? ¿Qué hice mal, me querés decir? ¿Por qué me
judeas así? Trabajo todo el día para traer el dinero, terminar una carrera, ser
alguien…
-
“Ser alguien”, rojaijú - interrumpió irónica.
-
Y sí. ¿Acaso pensás que voy a estar en la obra de por vida? Meta y meta, maza y
cortafierro, ¿eh?
Claudia
contuvo su mirada sin pestañear sobre el tablero. Inhalaba socarrona el
pegamento de contacto y reproducía los gestos de un adicto al poxiran moviendo
los ojos como encolerizados.
-
¿Para qué sirve esto?
-
Es un adhesivo para papel.
-
¡Caregua! - dijo a las carcajadas.
-
¿De qué te reís, decime? Es para pegar las piezas del maquetado.
-
¡Caregua! Rima con paragua.
-
No empecés.
-
¿Rima o no, paragua?
-
¡No me digas paragua! Ya te lo dije. Suena humillante.
-
Bueno, bueno. ¡Qué sensiblón! ¿Acaso tu mami no nació en Paraguay, papito?
***
Francisco
llegó en 1985 de Encarnación a terminar sus estudios secundarios en Chivilcoy.
Se albergó en casa de una tía fotógrafa que había quedado viuda hacía tiempo.
Cuando cumplió con sus estudios, su tía Stephanie (única familia en Buenos
Aires) le confirió algo de sus ahorros para estudiar en la facultad.
Francisco
llegó a San Telmo a principios de 1987, en búsqueda de un futuro mejor y de
compañía en el ascetismo de la gran ciudad. Conoció a Claudia por intermedio de
un compañero de Proyectual, su primera cita fue en la cancha de Los Andes, en
un recital de rock.
Ambos
cursaban el CBC*; coincidían en la cátedra de Filosofía de Ciudad Universitaria.
Claudia, que había leído mucho en su adolescencia, impresionó al recién
llegado. Se mostró muy afectiva y comprensiva en el inicio de la relación.
Tejió una telaraña con estoicismo durante años, sin apuro y sin pausa. Cuando
supieron del embarazo, empezó una pesadilla para él. A partir de allí, ella se
expuso tal cual era, según los versados: una psicópata adaptada.
Una
noche, mientras Francisco se disponía a preparar la primera papilla a Luca,
recibió un crua chan sorpresivo en la frente al levantar la mirada.
-
¡Se te pasó! ¿Qué le haces a mi hijito? Sos un inútil - gritó Claudia
enfurecida.
Francisco
cayó, en ese mismo instante, que había sido vapuleado de manera sistemática
durante los nueve meses del embarazo y los seis meses de vida de Luca. Un golpe,
que podría ser la puerta de entrada a una vida de sumisión, por el contrario,
operó como un despertador. Un trampolín para salir de un ambiente que lo
oprimía.
Francisco
sintió desolación. Iba a ser papá, algo soñado por él, pero el sueño se
transformó en una pesadilla. Tuvo el sobresalto de ser parte de un cuento de
terror sin banderitas ni globos.
-
Viví "Del crepúsculo al amanecer" durante quince meses - bromeaba
años después entre colegas, en referencia a la obra de Quentin Tarantino, que
comienza como una road movie y de un batacazo transmuta en un film de vampiros.
***
Los
vampiros ni los murciélagos pudieron con él. Francisco salió fortalecido, pudo exorcizar los
demonios. En cinco años se graduó y tres años después su portfolio contenía
clientes de primera línea. Finalmente, luego de varios vaivenes, decidió
emprender su propia agencia.
***
-
¿Estás contento, mi amor?
-
Sí, no lo puedo creer, te juro. Lástima que no pudimos traer a Luca.
-
Era obvio que esto iba a pasar. ¡Disfrutalo vos! ¡Ya está!
-
Todavía no puedo entender. ¿ Porqué tanto enojo, Sil? Esto es para bien de
todos. Para el
futuro
de la criatura. ¿Qué pensará esta mujer?
-
¿Querés qué te diga que piensa?
-
Decime.
-
Que todo esto lo conseguiste gracias a ella. Que viniste muerto de hambre del
Paraguay...
bla,
bla, bla. ¡Te va a ningunear como lo hizo siempre, mi amor! Es una psicópata,
entendelo. Psi-có-pa-ta - le reveló Silvia, su nueva pareja y accionista.
-
Tenés razón, Sil. ¿Tenés un cigarrillo ahí?- expresó Francisco para cerrar el
tema. Frank pitó el faso mientras marchaban a la apertura de Abasto Design, la
flamante agencia de Diseño Gráfico que abrieron juntos en la esquina de Gallo y
Humahuaca.
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