Sacudido
por la noticia del fallecimiento de Hugo Cani decidí reenviar el mensaje a mis
ex compañeros de trabajo, todos me respondieron con demostraciones de dolencia
similares: «Era una gran persona». Después de la muerte de su madre hace seis
años, según me contó el Bocha, Hugo subsistía inmerso en un pozo depresivo.
Comenzó a debilitarse, estaba muy flaco. Yo no era su amigo, ni familiar, pero
cuando muere un buen tipo me genera mucha tristeza y aflicción. Ale me reveló:
«se lo llevan porque arriba lo deben necesitar más que acá abajo».
Huguito
fue uno de los pocos que nos adoptó cuando desembarcamos al CGP de Lugano. Nos
trató de igual a igual. Se incorporó como chofer a la Dirección General y unas
semanas era uno más del equipo. Se puso la camiseta y nos llevaba siempre
predispuesto en la Partner asignada a la dirección. Huguito no precisaba gps,
conocía las calles de la Comuna 8 de pe a pa. «Raly, devolvé ese Duna, está hecho
pelota» me decía cuando alcancé a comprar mi primer auto y no se equivocó.
Cuatro años después lo entregué como chatarra.
El navarrense ingresaba a las ocho de la mañana pero no tenía horario de salida. Modulaba por handy con dos golpes de bip como contraseña para saber si estaba todo bien ante un corte de calles o algún quilombo que nos tocaba ir. Si la respuesta era un solo bip acudía con premura. Gonza, a quien conocí como asesor de la DG, me recordó pesaroso que al morir Castello, Sabina se preguntaba al aire por radio Mitre «¿porque será que los hijos de puta son tan longevos y la gente buena se muere tan joven?»
Huguito
estaba desanimado. Lo operaron y no pasó la cirugía. Un domingo de lluvia
mohína tripulo la última curva. Decidió detener la marcha para retornar a sus
pagos. No habrá velatorio. Los hermanos lo llevan hoy a Navarro donde yacen los
restos de sus padres. Parafraseando a Paul McCartney «Vivir y dejar morir», es
lo único que me sale rasguear en este momento. Hoy sucumbió un gran tipo, así,
con todas las letras. Hugo Cani ya duerme en el sueño de los justos. El mismo
día de un nuevo aniversario del natalicio de Eva Perón. ¡Hasta siempre Huguito,
saludos a la jefa!El navarrense ingresaba a las ocho de la mañana pero no tenía horario de salida. Modulaba por handy con dos golpes de bip como contraseña para saber si estaba todo bien ante un corte de calles o algún quilombo que nos tocaba ir. Si la respuesta era un solo bip acudía con premura. Gonza, a quien conocí como asesor de la DG, me recordó pesaroso que al morir Castello, Sabina se preguntaba al aire por radio Mitre «¿porque será que los hijos de puta son tan longevos y la gente buena se muere tan joven?»
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