Claudio fue de esos invitados que uno disfruta entrevistar. Porque esperaba que se termine de formular la pregunta, Claudio respondía lo que se le preguntaba, entendía del compás radial y es por eso que se abrió a una charla apacible y sincera cuando visitó Manual de Perdedores.
Luego de un vivo, me dijo “cuando estés en un medio más grande no te olvides de nosotros” Sin saberlo me dio el envión que precisaba, todos los que hacemos algo con alguna pretensión artística buscamos señales de aliento para continuar con este capricho encantador de leer, escribir, entrevistar.
Nuestro último
paisaje fue a través de una biombo de vidrio, él en Necochea y yo en San
Cristóbal.
Claudio al aire me contó mucho desde su simpatía por el PI (partido intransigente) el regreso del exilio de Mercedes Sosa, el amor por Marcela, sus nietos Helena y Dylan hasta del sorteo de la colimba siendo clase 61, la generación que fue a la guerra de Malvinas.
En este otoño que se volvió invierno, luego de leer y repasar su libro de cuentos “Último paisaje”, entiendo que los encuentros con Claudio estaban escritos. Nuestras charlas de aquellas tardes llegaron a la red mansa y feliz, como aquel abrazo marítimo del reencuentro.
Desempolvando
historias para pensar en un video descubro que la próxima obra de Claudio
inicia su primer capítulo en este encuentro, en este homenaje. No hay nada más
que decir, es el tiempo de escucharlo a Claudio…
(…) En los últimos tiempos había conocido el mar.
El mar se conoce en invierno.
Y había imaginado un futuro en Necochea
donde el viento de la costa le desordenara
los pelos que había perdido.
Por ahí andará ahora
Un compañero de ruta
El viento de Necochea
siempre nos hará acordar de Claudio.
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